Después de ganar oro en los 400 metros para mujeres con una ventaja de 0.07 segundos, la bahameña Shaunae Miller le dijo a la BBC: «Doy las gracias y alabanza a Dios. Él me ha traído tan lejos.»
Y luego de su performance que rompió el récord mundial de los 400 metros para hombres, el sudafricano Wayde van Niekerk dijo: «La única cosa que puedo hacer ahora es es darle alabanza a Dios. Fui de rodillas cada día y le pedí al Señor cuidar de mí y vigilarme en cada paso.»
Miller y Van Niekerk son solo dos de muchos atletas cristianos que han usado sus plataformas olímpicas para darle la gloria a Dios y reconocer que sus logros son hechos posibles a través de Él.
Ya sea que estés buscando una gran victoria como una medalla de oro en las olimpiadas, o como atleta amateur o esperando una pequeña victoria en alguna otra área de tu vida, Dios puede ayudarte.
Aquí les traemos algunos versículos bíblicos que destacan la inevitabilidad de la victoria cuando Dios está en tu equipo.
1 – Lucas 18:27
Él les dijo: Lo que es imposible para los hombres, es posible para Dios.
Este versículo nos recuerda que las limitaciones humanas no son un obstáculo para el poder de Dios. Muchas veces nos enfrentamos a situaciones que parecen insuperables, pero la fe en el Señor nos permite ver más allá de nuestras propias fuerzas y confiar en lo que Él puede hacer.
En el ámbito deportivo, como en la vida cotidiana, hay desafíos que superan nuestra capacidad física o mental. Sin embargo, cuando invitamos a Dios a ser parte de nuestra carrera, Él nos muestra que lo imposible es alcanzable si lo ponemos a Él en el centro de nuestros esfuerzos.
2 – 1ª Corintios 15:57
Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo.
Aquí vemos que la verdadera victoria proviene de Dios, no de nuestro talento o mérito propio. Todo logro, ya sea en el deporte, en los estudios o en la vida diaria, debe ser reconocido como un regalo divino, y la gratitud debe ser la primera respuesta.
Este pasaje también nos enseña que la mayor victoria no es terrenal, sino espiritual: la salvación y vida eterna en Cristo. Por tanto, cada triunfo en la tierra debe recordarnos que la mayor meta ya ha sido conquistada en la cruz por nuestro Señor.
3 – 1ª Corintios 9:24-25
24 ¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis.
25 Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible.
Pablo compara la vida cristiana con una carrera en el estadio. Los atletas entrenan con disciplina y se privan de muchas cosas para alcanzar una medalla que se desvanece, pero nosotros corremos hacia una recompensa eterna que nunca se marchitará.
Este pasaje nos anima a vivir con compromiso y constancia en nuestra fe. Así como los deportistas se preparan con sacrificio, nosotros debemos ser firmes en la oración, la obediencia y la perseverancia para recibir la corona incorruptible que Dios ha prometido.
4 – Isaías 40:31
pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán.
Este versículo es una promesa de renovación y fortaleza. La vida puede desgastarnos, pero aquellos que esperan en el Señor reciben un impulso sobrenatural que les permite seguir adelante incluso cuando todo parece perdido.
La comparación con las águilas resalta la majestuosidad y resistencia que Dios nos concede. En momentos de cansancio o debilidad, Su poder nos sostiene y nos capacita para correr sin agotarnos espiritualmente.
5 – Deuteronomio 20:4
porque Jehová vuestro Dios va con vosotros, para pelear por vosotros contra vuestros enemigos, para salvaros.
La certeza de que Dios mismo pelea nuestras batallas es una fuente de confianza inquebrantable. No importa cuán grande sea el enemigo o la dificultad, el Señor va delante de nosotros asegurando la victoria.
Este pasaje también nos recuerda que no estamos solos. Así como un atleta no compite sin entrenador o equipo de apoyo, el creyente no enfrenta la vida sin el respaldo del Dios Todopoderoso que pelea en su favor.
6 – Santiago 1:12
Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman.
La vida está llena de pruebas y tentaciones, pero la verdadera bendición es para aquel que persevera y se mantiene fiel. Dios promete una recompensa eterna para los que, en medio de la dificultad, no renuncian a su fe.
La «corona de vida» es la promesa más grande que un creyente puede recibir. Este pasaje nos motiva a ver más allá de las luchas momentáneas y mantener la vista puesta en la gloria eterna que nos espera.
7 – Conclusión
Los atletas nos inspiran con su disciplina y dedicación, pero aún más impactante es ver cómo muchos reconocen que su fuerza proviene de Dios. Los pasajes bíblicos nos recuerdan que la verdadera victoria está en Cristo y que con Él nada es imposible. En nuestras luchas diarias, grandes o pequeñas, podemos confiar en que el Señor nos dará la fortaleza y la guía necesarias para alcanzar nuestras metas.
Así como Miller y Van Niekerk alzaron sus medallas reconociendo la mano de Dios, nosotros también debemos dar gloria al Señor en cada logro. La victoria en Cristo no es solo un momento de éxito, sino una vida completa vivida en fe, perseverancia y gratitud.