
(www.mimejoralabanza.com) — Todos sabemos quien es Cash Luna, pues, es uno de los maestros de la doctrina de la prosperidad, que en una ocasión dijo una frase que se hizo muy famosa:
Mientras mayor sea tu ofrenda mayor será tu bendición.
En razón de los mismos, Martín Lutero atacó el principio mismo de la práctica en Las 95 tesis de Wittenberg. Según Lutero, sólo Dios puede justificar a los pecadores. Combate tanto las indulgencias por las almas en el purgatorio (Tesis 8-29) al igual que aquellas en favor de los vivos (tesis 30-68). En el primer caso, los muertos, sostiene, estando muertos, no se encuentran más ligados por los decretos canónicos. Como resultado, es la idea misma del purgatorio que resulta cuestionada. Lutero acusa así a la Iglesia de instrumentalizar el miedo al infierno. En lo que respecta a los vivos, Lutero sostiene que el arrepentimiento basta para lograr la remisión de penas, sin necesidad de cartas de indulgencia. Por el contrario, sostiene, la práctica de las indulgencias desvía a los pecadores de su verdaderos deberes: caridad y penitencia.
Recordemos la frase de Cash Luna: «Mientras mayor sea tu ofrenda, mayor será tu bendición». No podemos pensar que nuestra bendiciones dependen de las cosas materiales que le damos a Dios. Yo diría que nuestra bendición depende de la obra redentora de Cristo en la cruz, esto nos hace ser las personas más bendecidas de todo el universo. A continuación les mostramos un ejemplo de una indulgencia del siglo XVIII:
El objetivo real de las indulgencias en aquel tiempo fue el de enriquecerse ellos mismos, sacándole provecho a los pobres. Hoy tiene un nombre diferente: «Doctrina de la prosperidad».
Conclusión
La historia nos enseña que manipular la fe para obtener ganancias materiales no es un invento moderno. En tiempos de Lutero, las indulgencias prometían favores divinos a cambio de dinero; hoy, la llamada doctrina de la prosperidad repite el mismo error con un lenguaje distinto, pero con idéntico espíritu. Frases como “Mientras mayor sea tu ofrenda, mayor será tu bendición” desvían el corazón del creyente hacia la confianza en lo que da, en lugar de en lo que Cristo ya hizo en la cruz. La verdadera bendición no se compra ni se negocia: se recibe gratuitamente por gracia, mediante la fe en la obra redentora de Jesús. Recordar esto no solo nos libra de caer en engaños, sino que nos devuelve a la esencia del evangelio, donde la gloria, la provisión y la recompensa pertenecen únicamente a Dios.
