¿Puede nuestra lengua tener poder para bendecir y maldecir?

decir groserias

(www.mimejoralabanza.com) — Los predicadores de la prosperidad se basan mucho en una enseñanza errónea que las cosas que declaramos tienen poder para crear cosas materiales. En ese sentido uno de nuestros seguidores nos ha preguntado:

¿Qué saben ustedes sobre el poder que podemos llegar a tener para MALDECIR Y BENDECIR?… ¿es posible esto? Muchas pero muchas gracias.

Veamos lo que dicen las Sagradas Escrituras en Santiago 3 hablando sobre la lengua:

9 Con ella bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, que están hechos a la semejanza de Dios.

10 De una misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así.

En el pasaje dice que de la misma boca puede proceder tanto bendición como maldición, pero no de la forma que muchos creen. Santiago dice que con la misma boca que muchos bendicen a Dios, con esa misma maldicen a los hombres. Note en este pasaje que simplemente habla de maldecir a los hombres en el sentido de proferir palabras contra ellos, en ningún lado se explica que verdaderamente dicha palabra tiene poder para causar efectos materiales. El apóstol Santiago nos hace la siguiente pregunta:

11 ¿Acaso alguna fuente echa por una misma abertura agua dulce y amarga?

De la misma manera no podemos ser cristianos de doble sentir, que nuestras palabras fluyan tanto bendiciones como maldiciones. Recordemos que el Señor sí está atento a cada una de las palabras que salen de nuestra boca. También, el Apóstol Pablo nos recomienda que no salga ninguna palabra descompuesta de nuestra boca:

Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes. (Efesios 4:29)

Es importante comprender que la Biblia nunca nos da autoridad para crear realidades materiales por medio de declaraciones. Lo que sí se nos enseña es que nuestras palabras pueden edificar o destruir, animar o desanimar, acercar a alguien a Cristo o apartarlo. De ahí el llamado constante a usar nuestra lengua para bien y no para mal. Jesús mismo advirtió que de toda palabra ociosa que hablen los hombres darán cuenta en el día del juicio (Mateo 12:36). Esto nos debe llevar a reflexionar sobre la responsabilidad que tenemos en cada conversación, comentario o expresión que hacemos.

En el Antiguo Testamento también vemos la seriedad de las palabras. Proverbios 18:21 dice: “La muerte y la vida están en poder de la lengua, y el que la ama comerá de sus frutos”. Este texto no significa que podamos crear riqueza o salud simplemente declarándola, sino que nuestras palabras tienen consecuencias emocionales y espirituales en quienes nos rodean. Una palabra áspera puede herir profundamente, mientras que una palabra de aliento puede levantar a alguien en medio de la desesperación.

Por tanto, cuando hablamos de bendecir, debemos entenderlo como hablar bien, edificar, orar por otros y desearles el bien conforme a la voluntad de Dios. Y cuando hablamos de maldecir, se trata de ofender, herir o desear el mal a alguien, lo cual no tiene lugar en la vida de un cristiano. En ninguna parte la Biblia enseña que con solo decir algo negativo podemos causar enfermedades o desgracias. Eso es una interpretación distorsionada del evangelio que solo busca manipular y confundir.

Conclusión

Amados hermanos, la enseñanza bíblica es clara: de nuestra boca no debe salir maldición, sino bendición. Somos llamados a reflejar a Cristo en todo lo que decimos, sabiendo que el mundo observa nuestro testimonio. No nos dejemos engañar por doctrinas que atribuyen a nuestras palabras un poder creador que solo pertenece a Dios. Más bien, utilicemos nuestra lengua para glorificar a nuestro Padre, edificar a los demás y proclamar la verdad del evangelio. Que nuestras palabras sean siempre sazonadas con gracia y llenas de amor, porque de la abundancia del corazón habla la boca (Mateo 12:34). Así, cumpliremos con el propósito divino de ser luz en medio de un mundo lleno de tinieblas.

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