Manny Pacquiao cuenta cómo conoció a Dios

Manny Pacquiao

Creció en Filipinas y debido a sus condiciones de pobreza tuvo que comenzar a trabajar a temprana edad para ayudar a su mamá tras su divorcio. A la edad de 14 comenzó a pelear, subiendo en los rankings hasta llegar a ganar 10 títulos mundiales. Pero la fe en Jesucristo del actual campeón peso welter de la Organización Mundial de Boxeo es lo que lo distingue.

Dios tiene un propósito. Me trajo de regreso a su reino para usarme para glorificar su nombre, para dejarle saber a la gente que hay un Dios que puede subir a la gente de nada a algo.

Sorprendentemente, él y el mariscal de campo Tim Tebow han señalado crecieron en la misma ciudad en la isla de Mindanao, en el sur de Filipinas.

La transformación de Manny Pacquiao

Crecido como Católico Romano, Manny Pacquiao se extravió de la iglesia inmediatamente después de alcanzar la fama en su carrera como boxeador. El éxito, acompañado de la riqueza y la popularidad, lo llevaron a un estilo de vida desordenado, muy lejos de los principios que había aprendido en su niñez.

Iba a la iglesia los domingos, pero de lunes a sábado estaba en el bar bebiendo. Estaba jugando. Palabras descuidadas salían de mi boca. Cometía adulterio. No me importaba.

Sin embargo, un momento decisivo llegó a través de algo muy sencillo: una carta de su madre. En ella le contaba que su hermana había dejado de asistir a la escuela porque él había dejado de enviarle dinero, debido a que lo gastaba en alcohol y fiestas. Esta noticia le rompió el corazón, haciéndole reflexionar sobre sus prioridades.

El encuentro con Dios

Esa misma noche de 2011, no mucho después de su tercera pelea con Juan Manuel Márquez, Dios visitó a Manny Pacquiao en un poderoso sueño. Lo que vivió marcaría un antes y un después en su vida.

Escuché la voz de Dios en mi sueño. Su voz fue diez veces más fuerte que el trueno. Me dijo: “Hijo mío, hijo mío, ¿por qué te has ido por el mal camino?”

En ese sueño se encontraba en un hermoso bosque lleno de flores, donde también vio a dos ángeles. Pacquiao cayó de rodillas y comenzó a orar con el rostro inclinado hacia la tierra, mientras veía una luz blanca resplandeciente que lo envolvía por completo.

Cuando escuché la voz de Dios sentí como que morí. Estaba en el medio del bosque y yo estaba de rodillas y rezando con mi cara en la tierra y vi una luz, una luz muy blanca y escuché la voz.

Una vida renovada

Desde ese día, Manny Pacquiao tomó la decisión de dejar atrás su vida de excesos y abrazar una nueva etapa como cristiano. Comenzó a predicar en su iglesia, compartir su testimonio con miles de personas y usar su influencia como deportista para inspirar a otros a acercarse a Dios. Para él, la verdadera victoria no está en los cinturones de campeonato, sino en la salvación y la fe.

Hoy Pacquiao no solo es recordado como uno de los mejores boxeadores de todos los tiempos, sino también como un hombre transformado por el poder de Dios. Su historia demuestra que la fama y el éxito nunca llenan el vacío del corazón, y que la verdadera plenitud se encuentra en una vida entregada a Cristo.

Conclusión

El testimonio de Manny Pacquiao es un recordatorio poderoso de que, sin importar los errores del pasado, siempre hay una oportunidad de volver a empezar. Su vida inspira a millones en todo el mundo a buscar un propósito más elevado y a confiar en que Dios puede levantar a cualquiera de lo más bajo hasta lo más alto. Así, el campeón filipino no solo lucha en el ring, sino también en la arena espiritual, llevando un mensaje de esperanza y fe.

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