A lo largo de los años, en las iglesias cristianas se han transmitido muchas frases y creencias populares que, aunque suenan espirituales o incluso parecen provenir de la Biblia, en realidad no tienen respaldo en las Escrituras o han sido mal interpretadas. Algunas se originaron en tradiciones orales, otras en interpretaciones libres, y muchas simplemente en repeticiones que nadie se detuvo a comprobar. Examinar estos casos no es un ejercicio de crítica sin amor, sino un llamado a volver a la verdad bíblica tal como Dios la inspiró. La Biblia nos exhorta a escudriñar las Escrituras (Juan 5:39) y a probarlo todo, reteniendo lo bueno (1 Tesalonicenses 5:21). Este artículo es la segunda parte de un esfuerzo por aclarar y corregir ideas erróneas que circulan en el pueblo de Dios. Si te perdiste la primera entrega, puedes leerla en el enlace que dejamos más abajo. Que este recorrido nos lleve a amar más la Palabra y a ser creyentes que basan su fe en lo que Dios realmente dijo, no en lo que se cree que dijo.
Si te perdiste la primera parte, la puedes leer en el link: 23 dichos que escuchamos en la iglesia y no están en la Biblia. Esta segunda parte la hemos elaborado gracias a los comentarios que nos han dejado nuestros seguidores. Que Dios nos siga bendiciendo a todos.
13 cosas que no están en la biblia
1 – Que Noé predicó 120 años antes del diluvio
Según el relato bíblico, Noé tenía 500 años cuando tuvo sus hijos, lo que marca un punto importante en la línea de tiempo del diluvio. Este dato cronológico es fundamental para analizar la popular afirmación de que Noé predicó durante 120 años antes de que llegara el juicio de Dios. Sin embargo, cuando observamos cuidadosamente las Escrituras, vemos que esta cifra no aparece en ningún pasaje, sino que es más bien una tradición repetida sin respaldo textual.
Y siendo Noé de quinientos años, engendró a Sem, a Cam y a Jafet
Gn 5:32
Cuando Dios le habló del arca a Noé, ya sus hijos eran adultos, pues la misma Escritura señala que tenían esposas. Esto implica que había pasado un tiempo considerable desde su nacimiento y que Noé no comenzó la construcción del arca inmediatamente después de engendrarlos. El contexto nos muestra que este mandato divino se dio en un momento específico y no necesariamente 120 años antes del diluvio.
Más estableceré mi pacto contigo, entrarás en el arca tú, tus hijos, tu mujer, y las mujeres de tus hijos contigo.
Gn 6:18
Además, cuando cayó el diluvio, la Biblia registra que Noé tenía 600 años. Esto significa que desde que tuvo a sus hijos hasta el momento del diluvio pasaron aproximadamente 100 años, no 120. Este cálculo, sumado al hecho de que la orden de construir el arca vino cuando sus hijos ya tenían edad para casarse, indica que el tiempo de preparación y predicación fue considerablemente menor al que se suele mencionar en predicaciones o enseñanzas populares.
Era Noé de seiscientos años cuando el diluvio de las aguas vino sobre la tierra.
Gn 7:6
Desde la primera vez que se menciona a Noé en la Biblia hasta el diluvio hay 100 años (Edad de Noé al engendrar: 500, edad de Noé en el diluvio: 600). Y cuando Dios le habla sobre el diluvio a Noé ya sus hijos tenían mujeres. No sabemos qué edad tenían sus hijos, pero con estos datos podemos concluir que no fueron 120 años que predicó Noé. Fueron mucho menos de cien años.
2 – Que Job dijo: ‘Mi redentor vive y sobre el polvo me levantará
En realidad, el texto indica que es el Redentor quien se levantará sobre el polvo, no que Job sería levantado en ese momento. Este matiz es importante porque cambia el énfasis del pasaje: no se trata de una declaración de resurrección personal inmediata para Job, sino de una afirmación de fe en la victoria y autoridad de su Redentor sobre la creación y sobre la muerte misma. Job, en medio de su sufrimiento, no pone el foco en sí mismo, sino en la grandeza, justicia y poder de Aquel en quien confía. Comprender este detalle nos ayuda a interpretar el versículo con mayor precisión y a evitar conclusiones apresuradas que no reflejan el mensaje original del texto bíblico.
Yo sé que mi Redentor vive,
Y al fin se levantará sobre el polvo;Job 19:25
Este matiz puede parecer pequeño, pero cambia el enfoque del pasaje, que está centrado en la victoria y autoridad del Redentor, no en un evento específico para Job. La precisión en la interpretación fortalece la doctrina.
3 – Que Saulo (Pablo) se cayó de un caballo
Esta es una de las ideas más repetidas en la tradición cristiana y en representaciones artísticas: imaginar a Saulo cayendo de un caballo cuando Cristo se le apareció en el camino a Damasco. Sin embargo, al examinar cuidadosamente el relato bíblico, vemos que en ninguna parte se menciona la presencia de un caballo. Es posible que viajara a pie o que se desplazara de otra manera, pero la Escritura no nos da ese detalle. Esto es importante porque demuestra cómo, a veces, las imágenes o narraciones populares añaden elementos que no están en el texto original y que, con el tiempo, se asumen como si fueran parte de la Palabra de Dios. Echemos un vistazo a Hechos 9 en sus versículos 3 y 4:
3 Mas yendo por el camino, aconteció que al llegar cerca de Damasco, repentinamente le rodeó un resplandor de luz del cielo;
4 y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?
Aquí se nos dice únicamente que Saulo cayó en tierra, sin precisar si estaba montado o no. Esta omisión no es casual: el énfasis del pasaje está en el encuentro sobrenatural con Cristo y la transformación que este produjo en Saulo, no en el medio de transporte que usaba en ese momento. Añadir un caballo a la historia puede restar atención al verdadero mensaje, que es el llamado directo de Jesús. Pero dirás «aunque se omita ese detalle bien podría haber caído de un caballo». Mira lo que dicen los versos 7 y 8:
7 Y los hombres que iban con Saulo se pararon atónitos, oyendo a la verdad la voz, mas sin ver a nadie.
8 Entonces Saulo se levantó de tierra, y abriendo los ojos, no veía a nadie; así que, llevándole por la mano, le metieron en Damasco,
Si sus acompañantes hubiesen ido montados, lo más lógico habría sido subirlo en uno de los animales para llevarlo hasta la ciudad. Sin embargo, el texto señala que lo condujeron tomándolo de la mano, lo que refuerza la idea de que iban a pie o, al menos, que en ese momento no había un caballo disponible para trasladarlo. Este ejemplo nos recuerda que es crucial leer lo que la Biblia dice, sin añadir ni quitar nada, y que la fidelidad al texto es la base de una enseñanza sana.
4 – El diablo viene a robar, matar y destruir
Juan 10:10 es uno de los versículos más citados en el mundo cristiano, pero también uno de los que más se usan fuera de su contexto original. Con frecuencia se afirma que el «ladrón» mencionado aquí es el diablo, y a partir de esa interpretación se construyen enseñanzas sobre cómo Satanás busca destruir nuestras vidas. Sin embargo, un estudio cuidadoso del pasaje completo revela que Jesús no está hablando del diablo en ese momento, sino de algo diferente. Comprender a quién se refiere realmente es fundamental para interpretar correctamente el mensaje que Él quiere transmitir.
El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.
Juan 10:10
En este capítulo, Jesús se presenta como el buen pastor que da su vida por las ovejas. Antes de llegar al versículo 10, Él ya había descrito a ciertos líderes y maestros de Israel como ladrones y salteadores, porque no entraban por la puerta del redil, sino que buscaban su propio beneficio. Cuando leemos el contexto, entendemos que el «ladrón» simboliza a los falsos pastores y líderes espirituales que, en lugar de cuidar y alimentar a las ovejas, las explotan y las llevan a la perdición. Por lo tanto, la advertencia de Jesús no es contra una emboscada directa del diablo en este versículo, sino contra aquellos que, aparentando servir a Dios, terminan dañando al rebaño por su egoísmo, ambición y engaño.
Este pasaje nos recuerda que la interpretación bíblica requiere mirar el contexto inmediato y no basarse solo en una frase aislada. También nos llama a examinar a quienes seguimos y escuchamos en el ámbito espiritual, para asegurarnos de que sus palabras y acciones reflejen el corazón del Buen Pastor y no las intenciones de un ladrón disfrazado.
5 – La estatura de Goliat
En las películas pintan a Goliat como un gigante que podía aplastar a cualquiera de nosotros con un pie. Las Sagradas Escrituras dicen que medía seis codos y un palmo.
Salió entonces del campamento de los filisteos un paladín, el cual se llamaba Goliat, de Gat, y tenía de altura seis codos y un palmo.
1 S 17:4
Un codo era la medida de la punta del dedo mayor hasta el codo, que eran entre 18 y 21 pulgadas. Un palmo era la distancia entre la punta del dedo meñique y el pulgar (con la mano abierta), esto es, aproximadamente medio codo, lo cual equivale a 9 pulgadas. Teniendo esto en cuenta Goliat medía 9 pies y 9 pulgadas (calculando los codos a 18 pulgadas). En la siguiente imagen comparamos la estatura de Goliat con la de un hombre que mide 5 pies y medio:
6 – Que Jesús no tenía hermanos
La idea de que Jesús fue hijo único y que José y María no tuvieron más hijos después de Él es sostenida por algunas tradiciones religiosas, pero la Biblia presenta una información distinta. El testimonio de los evangelios muestra que María, después del nacimiento de Jesús, tuvo más hijos con José. Esto no resta valor ni honra a María, sino que confirma que, tras cumplir el plan divino de concebir al Salvador por obra del Espíritu Santo, ella llevó una vida matrimonial normal con su esposo. El registro bíblico es claro y directo en mencionar a los hermanos y hermanas de Jesús por nombre y en contexto familiar. Veamos Marcos 3:31-35:
La madre y los hermanos de Jesús
(Mt. 12.46-50; Lc. 8.19-21)31 Vienen después sus hermanos y su madre, y quedándose afuera, enviaron a llamarle.
32 Y la gente que estaba sentada alrededor de él le dijo: Tu madre y tus hermanos están afuera, y te buscan.
33 El les respondió diciendo: ¿Quién es mi madre y mis hermanos?
34 Y mirando a los que estaban sentados alrededor de él, dijo: He aquí mi madre y mis hermanos.
35 Porque todo aquel que hace la voluntad de Dios, ése es mi hermano, y mi hermana, y mi madre.
Este pasaje no solo confirma la existencia de hermanos de Jesús, sino que también enseña una verdad espiritual más profunda: que la verdadera familia, en el sentido eterno, está compuesta por aquellos que hacen la voluntad de Dios. Jesús no niega a su familia biológica, sino que amplía el concepto de parentesco en el Reino de Dios. Ahora veamos Mateo 13:55-56:
55 ¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos, Jacobo, José, Simón y Judas?
56 ¿No están todas sus hermanas con nosotros? ¿De dónde, pues, tiene éste todas estas cosas?
Este texto es aún más explícito: menciona a los hermanos de Jesús por nombre e indica que también tenía hermanas, aunque no se registran sus nombres. La claridad de este versículo hace que sea difícil sostener la idea de que “hermanos” aquí significa “primos” o algún otro parentesco lejano. El uso del lenguaje es directo y familiar. Reconocer este hecho nos invita a interpretar la Biblia según lo que está escrito, no según ideas heredadas por tradición, y a ver la vida de Jesús en su contexto familiar humano real.
7 – Los Israelitas le dieron siete vueltas a Jericó
Esta es otra creencia muy extendida que, aunque cercana a lo que dice la Biblia, no es exacta en los detalles. Comúnmente se enseña que el pueblo de Israel dio siete vueltas a la ciudad de Jericó en total antes de que sus murallas cayeran. Sin embargo, al leer con atención el relato bíblico, descubrimos que en realidad fueron trece vueltas en total: una vuelta diaria durante seis días y, en el séptimo día, siete vueltas. Este dato, aunque pueda parecer menor, nos recuerda la importancia de leer cuidadosamente el texto bíblico para captar con precisión lo que Dios hizo y cómo lo hizo.
La estrategia que Dios dio a Josué no solo tenía un componente militar, sino que también era profundamente espiritual. Las vueltas diarias eran un acto de obediencia y fe, un recordatorio al pueblo de que la victoria no vendría por su fuerza, sino por el poder de Dios actuando a su favor. La perseverancia en seguir el plan divino, aun cuando pudiera parecer extraño o repetitivo, preparaba el corazón de los israelitas para ver un milagro sin precedentes. Así lo narra la Palabra en Josué 6:
11 Así que él hizo que el arca de Jehová diera una vuelta alrededor de la ciudad, y volvieron luego al campamento, y allí pasaron la noche.
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14 Así dieron otra vuelta a la ciudad el segundo día, y volvieron al campamento; y de esta manera hicieron durante seis días.
15 Al séptimo día se levantaron al despuntar el alba, y dieron vuelta a la ciudad de la misma manera siete veces; solamente este día dieron vuelta alrededor de ella siete veces.
Cuando sumamos todas las vueltas, obtenemos trece en total. Este ejemplo muestra cómo un detalle numérico puede cambiar la manera en que entendemos un pasaje y cómo Dios, a través de instrucciones específicas, enseña lecciones de obediencia, constancia y dependencia total en Él.
8 – Dios nos ha dado libre albedrío
El concepto de “libre albedrío” se usa mucho en el lenguaje cristiano, pero no siempre de manera correcta. En la Biblia, la idea de que el ser humano pueda actuar completamente independiente de la influencia de Dios o del pecado no está planteada como comúnmente se entiende. Antes de la caída, Adán y Eva tenían plena capacidad para obedecer o desobedecer a Dios, pero después del pecado, la naturaleza humana quedó esclavizada al pecado (Romanos 6:20). Esto significa que, sin la intervención de Dios, nuestras decisiones están inclinadas al mal, y nuestra “libertad” es relativa, no absoluta.
Las Escrituras muestran que nuestra voluntad está sujeta a la condición espiritual en la que nos encontramos. Jesús mismo dijo: “De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado” (Juan 8:34). Sin embargo, también nos enseña que el Hijo puede hacernos verdaderamente libres (Juan 8:36). Esta libertad no es simplemente la capacidad de escoger cualquier cosa, sino la capacidad restaurada de vivir en obediencia a Dios, algo que solo es posible por su gracia y el nuevo nacimiento en Cristo.
Por eso, cuando hablamos de libre albedrío desde una perspectiva bíblica, debemos entenderlo a la luz de la soberanía de Dios y de la obra redentora de Cristo. Filipenses 2:13 nos recuerda que “Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad”. Esto significa que nuestras decisiones verdaderamente buenas y agradables a Dios son fruto de su obra en nosotros. Más que un libre albedrío absoluto, la Biblia nos presenta una libertad redimida que nos capacita para amar, obedecer y servir a Dios de corazón.
9 – Que María Magdalena era prostituta
En la tradición popular y en muchas representaciones artísticas y sermones antiguos, se ha asociado a María Magdalena con la imagen de una prostituta arrepentida que fue perdonada por Jesús. Sin embargo, cuando revisamos cuidadosamente las Escrituras, no encontramos ni un solo pasaje que afirme que esta mujer ejerciera la prostitución antes de seguir a Cristo. Esta idea parece haber surgido siglos después, probablemente por confundirla con otras mujeres mencionadas en los evangelios, como la mujer pecadora que ungió los pies de Jesús (Lucas 7:37-38) o María de Betania, hermana de Marta y Lázaro.
Lo que la Biblia sí nos dice sobre María Magdalena es que fue una mujer profundamente agradecida con Jesús porque Él la liberó de la opresión espiritual. Lucas 8:2 menciona que de ella habían salido siete demonios: “y algunas mujeres que habían sido sanadas de espíritus malos y de enfermedades: María, que se llamaba Magdalena, de la que habían salido siete demonios”. Después de su liberación, se convirtió en una fiel seguidora de Cristo, acompañándolo en su ministerio y siendo testigo de su muerte, sepultura y resurrección (Marcos 15:40; Juan 20:1-18).
Reducir su historia a un estigma que la Biblia no respalda es injusto y borra el testimonio real que ella dejó como discípula de Jesús. María Magdalena fue la primera en ver al Señor resucitado y en llevar la noticia a los demás discípulos, lo que le ha valido el título histórico de “apóstol a los apóstoles”. Este ejemplo nos enseña la importancia de diferenciar entre lo que está escrito y lo que es tradición humana, y a valorar la verdadera obra que Dios hizo en la vida de esta mujer.
10 – La sangre de Cristo cubra tu cada, carro, camino, etc
En muchos ambientes cristianos se escucha la expresión “Que la sangre de Cristo cubra tu casa, tu carro, tu camino…”, como si se tratara de una fórmula de protección física automática contra peligros o accidentes. Sin embargo, cuando buscamos en la Biblia, no encontramos un uso de la sangre de Cristo con ese propósito. El Nuevo Testamento presenta la sangre derramada de Jesús como el medio de expiación por nuestros pecados, no como un amuleto o cobertura física para objetos o lugares.
La enseñanza bíblica es clara: la sangre de Cristo tiene un propósito central y definitivo, que es el perdón y la reconciliación con Dios. Efesios 1:7 declara: “En quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia”. Hebreos 9:22 añade que “sin derramamiento de sangre no se hace remisión”. Estos versículos nos muestran que el poder de la sangre de Cristo actúa en el ámbito espiritual para limpiarnos y justificarnos delante del Padre, algo mucho más profundo y eterno que la protección temporal de nuestras pertenencias materiales.
Esto no significa que Dios no pueda protegernos físicamente —Él es nuestro amparo y fortaleza—, pero debemos cuidar que nuestras palabras y oraciones estén alineadas con el propósito bíblico de lo que decimos. Usar la sangre de Cristo como un recurso para todo tipo de cobertura material desvía el enfoque de su verdadero significado: la salvación eterna y la victoria sobre el pecado. Honremos la obra de la cruz usándola conforme a la verdad que la Palabra nos revela.
11 – Donde esta el espíritu de Dios ahí hay libertad
Este pasaje sí es bíblico y se encuentra en 2 Corintios 3:17, donde dice: “Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad”. Sin embargo, es importante comprender correctamente a qué tipo de libertad se refiere el apóstol Pablo. En algunos contextos de adoración, se ha interpretado esta frase como una licencia para realizar cualquier tipo de manifestación física sin orden ni propósito, bajo la idea de que “hay libertad” para hacer lo que uno quiera. Esta aplicación distorsiona el sentido original del texto y puede conducir al libertinaje, que es lo opuesto a la verdadera libertad en Cristo.
En su contexto, Pablo está contrastando el antiguo pacto, escrito en tablas de piedra, con el nuevo pacto en Cristo, que es guiado por el Espíritu Santo. La libertad de la que habla es, ante todo, una libertad espiritual: la liberación del velo que impedía comprender plenamente la gloria de Dios y la libertad de vivir en obediencia, ya no bajo la condenación de la ley, sino en la gracia transformadora del Espíritu. Esta libertad nos permite acercarnos a Dios con confianza, servirle de corazón y experimentar una vida renovada en santidad.
Por lo tanto, usar este versículo como pretexto para comportamientos desordenados en la adoración contradice su verdadero significado. La libertad que da el Espíritu Santo siempre está enmarcada en el fruto del Espíritu (Gálatas 5:22-23) y en el principio de que todo debe hacerse decentemente y con orden (1 Corintios 14:40). Lejos de promover el descontrol, esta libertad nos capacita para glorificar a Dios con una vida que refleje su carácter.
12 – Que el diablo no tiene hijos
Algunas personas sostienen la idea de que el diablo no puede tener “hijos” porque no es un ser humano y no puede engendrar de forma física. Sin embargo, la Biblia utiliza el término “hijos” no solo para hablar de descendencia biológica, sino también para describir una relación espiritual y moral. Así como los hijos de Dios son aquellos que le obedecen y reflejan su carácter, los hijos del diablo son aquellos que siguen sus deseos, practican el pecado y se oponen a la verdad. En este sentido, tener a alguien como “padre” implica obediencia, influencia y semejanza en conducta y naturaleza espiritual. Una vez Jesús, hablando a los judíos que rechazaban su palabra, les dijo claramente:
Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer.
Jn 8:44
El apóstol Juan también lo confirma en su primera carta, mostrando que hay solo dos familias espirituales: los hijos de Dios y los hijos del diablo. No existe un terreno neutral.
En esto se manifiestan los hijos de Dios, y los hijos del diablo: todo aquel que no hace justicia, y que no ama a su hermano, no es de Dios.
1 Jn 3:10
Esto significa que, aunque Satanás no engendra hijos de manera física, sí ejerce una paternidad espiritual sobre aquellos que viven en rebelión contra Dios y que adoptan sus obras como estilo de vida. Esta verdad bíblica nos recuerda que nuestra identidad espiritual no depende de lo que afirmamos con palabras, sino de quién seguimos y obedecemos en nuestras acciones diarias.
13 – Que a Jonás se lo tragó una ballena
La idea de que Jonás fue tragado por una ballena es muy común en la enseñanza infantil, en ilustraciones y hasta en películas. Sin embargo, la Biblia no utiliza la palabra “ballena” en el libro de Jonás, sino que habla simplemente de un “gran pez”. El texto original en hebreo usa una expresión que significa literalmente “pez grande” o “criatura marina grande”, sin especificar la especie. La asociación con la ballena probablemente surgió más tarde por interpretaciones populares o traducciones libres, pero no es un dato que el texto bíblico confirme.
Es comprensible que muchas personas imaginen una ballena, ya que es uno de los animales marinos de mayor tamaño conocidos por el ser humano. Sin embargo, el énfasis del relato no está en clasificar científicamente al animal, sino en mostrar que Dios preparó una criatura especial para cumplir un propósito extraordinario: preservar la vida de Jonás y llevarlo al lugar donde debía cumplir su misión. Lo milagroso del suceso radica en la intervención directa de Dios, no en la identificación zoológica del pez.
Pero Jehová tenía preparado un gran pez que tragase a Jonás; y estuvo Jonás en el vientre del pez tres días y tres noches.
Jonás 1:17
Este episodio, más allá de la curiosidad sobre el animal, apunta al poder y soberanía de Dios sobre toda la creación. Además, Jesús mismo lo utilizó como una señal profética para anunciar su propia muerte y resurrección (Mateo 12:40), mostrando que la historia de Jonás es un testimonio de la misericordia divina y de cómo Dios puede usar circunstancias extremas para redirigir nuestras vidas hacia su voluntad.
Conclusión
Como vimos en los ejemplos presentados más arriba, muchas ideas que se repiten en predicaciones, conversaciones y hasta en canciones cristianas no tienen respaldo bíblico o han sido distorsionadas por el paso del tiempo. Esto no significa que quienes las dicen lo hagan con mala intención, pero sí que todos necesitamos desarrollar un hábito constante de estudio y verificación. La fe cristiana no se sostiene en tradiciones humanas, sino en la verdad revelada por Dios en Su Palabra. Por eso, escudriñar las Escrituras, aprender a interpretar correctamente y desechar lo que no proviene de ellas es una responsabilidad de todo creyente. Que este artículo nos motive a ser más diligentes, para que nuestras palabras y enseñanzas estén siempre alineadas con la verdad bíblica y podamos decir con convicción: «Así dice el Señor».