A menudo escuchamos personas en la calle decir “la Biblia dice” y cuando le preguntamos por la cita bíblica solo nos dicen “yo te la busco luego” (ni siquiera ellos mismos saben si existe una cita). Hay otros dichos que los hemos escuchado de boca de muchos predicadores que nos cansamos de buscar en la Biblia y tampoco lo encontramos. Muchos coros dicen cosas que tampoco son bíblicas. A continuación les mostramos una recopilación de dichos populares muy famosos que muchos creen que son bíblicos.
23 COSAS QUE NO ESTAN EN LA BIBLIA
1. Que Jesús era rubio (hay un coro que dice: el rubio de Galilea va pasando ya)
En la Biblia no hay ninguna referencia que nos sugiera que Jesús fuera rubio. Al contrario, todo lo que sabemos sobre su contexto cultural y étnico indica que, como judío del primer siglo en la región de Palestina, lo más probable es que su cabello fuera oscuro y su piel tuviera un tono propio de los pueblos semitas. Las representaciones modernas que lo muestran como un hombre rubio de ojos azules provienen de influencias artísticas europeas y no de los textos bíblicos. Este es un buen ejemplo de cómo la tradición visual puede distorsionar la imagen real de los personajes bíblicos.
Además, la profecía mesiánica de Isaías nos da un retrato muy diferente al estereotipo occidentalizado. Isaías 53:2 dice:
“Subirá cual renuevo delante de él, y como raíz de tierra seca; no hay parecer en él, ni hermosura; le veremos, mas sin atractivo para que le deseemos.”
Isaías 53:2
Esta descripción nos muestra a un Mesías que no destacaba físicamente por su belleza, lo que deja claro que su impacto no radicaba en su apariencia, sino en su mensaje, su carácter y su misión redentora. La verdadera gloria de Cristo no se encuentra en atributos externos, sino en su obediencia perfecta al Padre y en su amor sacrificial por la humanidad. Por eso, más que preocuparnos por imaginar cómo lucía, debemos enfocarnos en conocer y seguir sus enseñanzas.
2. Los dones del Espíritu son irrevocables
Este dicho se repite con frecuencia para enseñar que, si una persona recibe un don del Espíritu Santo, lo conservará para siempre sin importar cómo viva después. Sin embargo, esta interpretación proviene de tomar Romanos 11:29 fuera de su contexto original. Cuando aislamos un versículo y lo aplicamos de manera general sin considerar su entorno, corremos el riesgo de atribuirle un sentido que el autor bíblico nunca tuvo en mente. En este caso, Pablo no estaba hablando de los dones espirituales que reciben los creyentes en la iglesia, sino del llamado y los privilegios dados a la nación de Israel.
Si leemos el versículo anterior y el siguiente, veremos que el tema central es el plan de Dios para Israel y su papel en la historia de la salvación. Los “dones” a los que Pablo se refiere aquí son las promesas, pactos y bendiciones que Dios otorgó al pueblo israelita, los cuales no serán revocados porque forman parte de su plan soberano.
28 Así que en cuanto al evangelio, son enemigos por causa de vosotros; pero en cuanto a la elección, son amados por causa de los padres.
29 Porque irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios.
30 Pues como vosotros también en otro tiempo erais desobedientes a Dios, pero ahora habéis alcanzado misericordia por la desobediencia de ellos,
Romanos 11:28-30
Por lo tanto, usar este versículo para afirmar que un don espiritual en la iglesia no se puede perder, aunque la persona se aparte de la fe, es un error de interpretación. La enseñanza de Pablo en este pasaje es que Dios cumplirá sus promesas a Israel porque su plan es inmutable, no que los dones ministeriales o carismáticos de los creyentes sean inmunes al mal uso o al abandono.
3. Por cada Alma Ganada Tendremos una Piedrecita (o estrella) en Nuestra Corona
Esta idea se ha popularizado en predicaciones, cantos y conversaciones entre creyentes, pero no aparece en ningún lugar de las Escrituras. La Biblia sí habla de coronas como recompensa para los creyentes fieles, pero nunca menciona que dichas coronas estén decoradas con estrellas o piedras que representen a las almas ganadas para Cristo. Este concepto parece haberse originado como una ilustración motivacional para animar a evangelizar, pero no debe confundirse con una enseñanza bíblica literal.
La Palabra de Dios nos asegura que los hijos de Dios recibirán una corona incorruptible de gloria como reconocimiento de su fidelidad al servicio del Señor, pero la recompensa no se presenta en términos de adornos físicos que podamos contabilizar. Más bien, la verdadera alegría y galardón por las almas alcanzadas será verlas salvas y estar juntos en la presencia del Señor por la eternidad (1 Tesalonicenses 2:19-20).
Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria.
1 Pedro 5:4
Por lo tanto, aunque evangelizar es un mandato y una obra que agrada profundamente a Dios, debemos basar nuestra esperanza de recompensa en lo que la Biblia realmente enseña. Las coronas mencionadas en las Escrituras son símbolos de victoria, perseverancia y fidelidad, no objetos que se llenan con indicadores materiales de nuestras obras. Nuestra motivación debe ser agradar a Cristo y glorificarle, no acumular supuestos adornos en una corona imaginaria.
4. Que Los magos del Oriente eran Tres y eran Reyes
La imagen tradicional de la Navidad muestra a tres hombres elegantemente vestidos, montados en camellos, portando cofres y coronas, conocidos como “los tres reyes magos”. Sin embargo, esta descripción no proviene de la Biblia, sino de la tradición popular y de relatos posteriores. Cuando vamos al Evangelio de Mateo, encontramos que el texto solo menciona que vinieron “unos magos” del oriente, sin indicar cuántos eran, sus nombres, ni que tuvieran título real. El número tres se asume porque se mencionan tres regalos —oro, incienso y mirra— pero el pasaje no afirma que cada regalo correspondiera a un mago distinto.
En el mundo antiguo, la palabra “mago” se usaba para describir a sabios o astrónomos de culturas orientales, probablemente de Persia o Babilonia, que estudiaban las estrellas y que, en este caso, fueron guiados por Dios a través de un fenómeno celestial para adorar al Mesías. No hay evidencia en el texto bíblico de que estos hombres fueran reyes. La idea de que lo eran se incorporó siglos después, probablemente para resaltar la importancia de la visita, basándose en interpretaciones de pasajes como Isaías 60:3 y Salmo 72:10, que hablan poéticamente de reyes trayendo regalos al ungido de Dios, pero que no necesariamente se aplican literalmente a este evento. Mateo 2:1 dice:
Cuando Jesús nació en Belén de Judea en días del rey Herodes, vinieron del oriente a Jerusalén unos magos,
Este detalle nos enseña la importancia de diferenciar entre lo que está escrito y lo que la tradición ha añadido. Aunque las representaciones navideñas pueden tener valor cultural o artístico, nuestra fe y enseñanza deben basarse en el relato bíblico fiel, que en este caso simplemente nos presenta a un grupo de sabios guiados por Dios para reconocer y adorar a Jesús como el Rey nacido.
5. Que Ester y Mardoqueo eran tío y sobrina
En muchas narraciones y dramatizaciones de la historia de Ester se afirma que Mardoqueo era su tío, pero cuando leemos cuidadosamente el texto bíblico vemos que en realidad eran primos. La confusión puede deberse a que Mardoqueo asumió el papel de tutor y protector de Ester después de que quedara huérfana, lo que le dio una figura de autoridad paternal en su vida. Sin embargo, el parentesco literal entre ellos era de primos, ya que Ester era hija del tío de Mardoqueo.
Este detalle, aunque pueda parecer menor, es importante porque nos recuerda la importancia de transmitir con precisión lo que la Biblia dice, sin cambiar la relación o el rol que cada persona tenía. Además, muestra el compromiso y cuidado que Mardoqueo tuvo por Ester, arriesgando su seguridad y guiándola en medio de circunstancias políticas peligrosas en el imperio persa. Su relación fue clave para que Ester llegara a ser reina y pudiera interceder por su pueblo.
Y había criado a Hadasa, es decir, Ester, hija de su tío, porque era huérfana;
Ester 2:7
La historia de Ester y Mardoqueo es un testimonio de cómo Dios usa las relaciones familiares y la disposición de sus siervos para cumplir sus propósitos. Aunque no eran tío y sobrina como muchos piensan, su vínculo familiar y espiritual fue fundamenta
6. Que Noé envió un cuervo después del diluvio y éste no regresó
En el relato del diluvio, a veces se enseña o se da por sentado que el cuervo enviado por Noé no regresó al arca, pero la Biblia no dice eso. Génesis 8 nos relata que Noé primero envió un cuervo, el cual “iba y venía” hasta que las aguas se secaron, lo que indica que no se perdió ni desapareció definitivamente en ese momento. La confusión suele surgir porque, más adelante, se menciona a la paloma que sí dejó de regresar tras encontrar un lugar donde posarse. Por lo tanto, la afirmación correcta es que fue la paloma —no el cuervo— la que no volvió más al arca.
Este aparentemente pequeño detalle resalta la importancia de leer el texto completo antes de repetir una enseñanza. La historia del cuervo y la paloma es parte de un proceso en el que Noé buscaba confirmar si la tierra estaba seca y habitable nuevamente. Cada acción tenía un propósito y cada ave un papel específico dentro de ese momento de transición después del juicio de las aguas.
Y esperó aún otros siete días, y envió la paloma, la cual no volvió ya más a él.
Génesis 8:12
Recordar estos detalles nos ayuda a no pasar por alto la exactitud bíblica y a evitar confusiones que se transmiten de generación en generación sin haber sido verificadas a la luz de la Escritura.
7. Un alma vale más que siete mundos como este
Esta frase es muy popular y se usa para enfatizar el valor incomparable de una sola vida humana ante los ojos de Dios. Sin embargo, no existe un versículo bíblico que diga literalmente que un alma vale más que “siete mundos como este”. Es probable que esta expresión haya nacido como una forma ilustrativa de aplicar principios bíblicos que sí afirman el gran valor del ser humano y la importancia de su salvación.
Jesús dijo en Marcos 8:36: “Porque ¿qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?”. Este pasaje nos muestra que, en comparación con la eternidad y con la comunión con Dios, cualquier riqueza o posesión terrenal pierde su valor. Aunque la frase de “siete mundos” no sea bíblica, la idea central de que un alma tiene un valor incalculable está totalmente alineada con el mensaje del evangelio.
Por lo tanto, aunque no debemos atribuir esa frase directamente a la Biblia, sí podemos usar la enseñanza bíblica para afirmar que la salvación de una persona es de una importancia eterna y supera cualquier bien material o logro humano que podamos imaginar.
8. Que Jesús le dijo a Marta que quite la piedra
En el relato de la resurrección de Lázaro, algunas personas interpretan que Jesús le dio a Marta la orden directa de quitar la piedra que cerraba la tumba. Sin embargo, una lectura cuidadosa del pasaje en Juan 11:39 muestra que Jesús utilizó la palabra “Quitad”, una forma verbal en imperativo dirigida a varias personas, y no específicamente a Marta. La confusión parece haberse originado en interpretaciones apresuradas o en no notar que, tras el punto y seguido, el texto menciona a Marta solo como la persona que respondió a Jesús, no como la destinataria de la orden.
Dijo Jesús: Quitad la piedra. Marta, la hermana del que había muerto, le dijo:…
Juan 11:39
El pasaje aclara que Marta intervino para advertir que el cuerpo de su hermano ya tendría mal olor, pues habían pasado cuatro días desde su muerte. En ningún momento Jesús le estaba pidiendo a ella, sola y con sus propias fuerzas, que moviera la pesada piedra. La orden estaba dirigida a los presentes en general, quienes podían colaborar físicamente para apartar el obstáculo que cerraba la entrada de la tumba.
Es importante notar que tampoco se trata de una “piedra simbólica” de duda o incredulidad que Marta debía quitar de su corazón, como algunos han predicado. El texto está narrando un hecho histórico y físico: Jesús estaba a punto de realizar un milagro público y necesitaba que la tumba fuera abierta para llamar a Lázaro a salir.
9. Deja que los pájaros vuelen sobre tu cabeza pero que no hagan nido.
Esta frase, atribuida a Martín Lutero, ilustra de forma práctica la diferencia entre tentación y pecado: no podemos evitar que los “pájaros” (pensamientos tentadores) pasen, pero sí podemos impedir que “hagan nido” (que se alberguen y den fruto). Es útil para la vida cristiana, pero no es un texto bíblico ni debe citarse como tal. Conviene presentarla como una ilustración pastoral que apunta a una verdad bíblica: resistir la tentación y no consentirla en el corazón.
Usarla correctamente ayuda a enseñar dominio propio y vigilancia espiritual, sin confundir a los oyentes haciéndoles creer que se trata de un versículo. Distinguir entre proverbios populares y la Palabra inspirada evita malentendidos y fortalece la autoridad de la Escritura en la enseñanza.
10. Que Dios llamó a Samuel 3 veces
El relato muestra cuatro llamados, no tres. Este detalle es importante porque subraya la paciencia de Dios y el proceso de discernimiento que Samuel vivió hasta aprender a responder: “Habla, Señor, porque tu siervo oye”. También resalta el papel de Elí orientando al joven profeta para reconocer la voz divina. Cuidar estos detalles nos enseña a leer con atención y a extraer aplicaciones fieles al texto.
Más allá del número, el enfoque del pasaje es formativo: Dios educa a su siervo a escuchar. En nuestras congregaciones, este énfasis en la escucha obediente es más relevante que cualquier cifra memorizada sin contexto.
11. Un Templo llamado La Hermosa
No era un templo llamado “La Hermosa”, sino una puerta del templo con ese nombre. Precisar esto evita confusiones históricas y geográficas cuando leemos el libro de los Hechos. El énfasis del pasaje está en el milagro de Dios y en el anuncio del evangelio, no en renombrar el recinto sagrado.
Y le reconocían que era el que se sentaba a pedir limosna a la puerta del templo, la Hermosa;
Hch 3:10
Nótese la coma: “la puerta del templo, la Hermosa”. Es una aposición que identifica a la puerta, no al templo completo.
12. Jesús fue a preparar moradas
El texto distingue entre “moradas” (que ya hay en la casa del Padre) y el acto de Jesús de “preparar lugar” para los suyos. La idea no es que el cielo esté “en construcción”, sino que Cristo asegura el acceso y la bienvenida definitiva mediante su obra redentora. Esta lectura armoniza con la esperanza cristiana: el lugar está garantizado por la persona y la obra de Jesús.
En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros.
Juan 14:2
Así, nuestra confianza no se basa en espacios físicos en sí mismos, sino en la promesa fiel del Señor que abre el camino y nos lleva consigo.
13. Dios “bendice” al dador alegre.
El versículo no dice “bendice”, sino “ama” al dador alegre. La diferencia es significativa: evita reducir la ofrenda a una transacción donde doy para recibir. Dios ama la disposición gozosa y voluntaria que refleja su carácter generoso, por encima de la cantidad o del cálculo de beneficios.
Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre.
2 Cor 9:7
Dar con alegría honra a Dios y edifica a la iglesia, manteniendo el enfoque en la gracia y no en fórmulas de prosperidad.
14. Adán y Eva comieron una manzana
La Biblia no identifica el fruto. Decir “manzana” es una tradición que se popularizó por arte, lenguaje y catequesis posteriores. Mantenernos en lo que el texto afirma evita discusiones innecesarias y nos centra en el punto teológico: la desobediencia al mandato divino, no la especie del fruto.
Cuando enseñamos el relato, es mejor hablar del “fruto prohibido” y destacar la gravedad de romper la comunión con Dios, más que especular sobre detalles que la Escritura no revela.
15. Elías subió al cielo en un carro de fuego
El carro y los caballos de fuego aparecen como medio de separación entre Elías y Eliseo, pero el texto especifica que Elías subió “en un torbellino”. Esta precisión evita simplificaciones y resalta el carácter sobrenatural del evento, centrando la atención en la soberanía de Dios que arrebata a su siervo.
Y aconteció que yendo ellos y hablando, he aquí un carro de fuego con caballos de fuego apartó a los dos; y Elías subió al cielo en un torbellino.
2 Reyes 2:11
El lenguaje describe una intervención divina contundente, no una escena meramente poética.
16. Somos trapo de inmundicia
El pasaje habla de “nuestras justicias” como trapo de inmundicia, no de la persona en sí misma. Es decir, las mejores obras del ser humano, separadas de la gracia de Dios, no pueden presentarse como mérito ante Él. Esta distinción protege la dignidad de la persona creada a imagen de Dios y al mismo tiempo afirma la necesidad de la justicia de Cristo.
Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia; y caímos todos nosotros como la hoja, y nuestras maldades nos llevaron como viento.
Isaías 64:6
La solución no es el perfeccionismo humano, sino la fe en el Salvador y la obediencia que fluye de su gracia.
17. No se mueve la hoja de un árbol si no es la voluntad de Dios
Aunque expresa una verdad sobre la providencia divina, no es una cita bíblica. Se asocia a la literatura clásica (El Quijote) y al habla popular. Para enseñar soberanía de Dios es preferible acudir a pasajes explícitos de la Escritura y presentar esta frase como refrán, no como versículo.
Separar refranes de revelación evita confundir la autoridad de la Biblia con tradiciones culturales, por muy acertadas que parezcan.
18. Dios aprieta pero no ahorca
Es un dicho popular, no un texto bíblico. La intención suele ser consolar, pero debemos fundamentar nuestro consuelo en promesas reales de la Palabra, no en muletillas. Dios es fiel en medio de la prueba y siempre provee salida, pero lo afirmamos porque la Escritura lo enseña, no por un refrán.
Usar el lenguaje bíblico fortalece la fe y evita clichés que, sin mala intención, pueden trivializar el sufrimiento o la esperanza.
19. Dios obra por senderos misteriosos.
Es una frase muy difundida para reconocer que los caminos de Dios superan nuestro entendimiento, pero no aparece como tal en la Biblia. La mejor práctica es expresar la misma idea con textos bíblicos que exaltan su sabiduría y sus designios inescrutables, sin atribuirle a la Escritura una cita inexistente.
Así honramos la revelación y, a la vez, cultivamos humildad ante los planes de Dios que no alcanzamos a comprender del todo.
20. Ayúdate que yo te ayudaré
Tampoco es bíblica. Puede fomentar autosuficiencia si se presenta como principio espiritual. La visión cristiana llama al esfuerzo responsable, sí, pero siempre dependiente de la gracia de Dios. Trabajamos diligentemente, oramos y confiamos, reconociendo que todo buen resultado proviene del Señor.
Sustituir este eslogan por enseñanza bíblica equilibrada evita malformar la espiritualidad con mensajes moralistas.
21. Los frutos de la carne y los frutos del Espíritu
Gálatas distingue entre “las obras de la carne” (plural) y “el fruto del Espíritu” (singular). No es un tecnicismo sin importancia: subraya que la carne produce múltiples manifestaciones pecaminosas, mientras que el Espíritu genera un fruto integral con diversas facetas (amor, gozo, paz, etc.). Hablar con propiedad ayuda a enseñar el discipulado con claridad doctrinal.
Este matiz protege contra reduccionismos y guía a los creyentes a buscar la plenitud del carácter de Cristo, no “frutos” aislados.
22. Daniel en el pozo de los leones
La expresión correcta es “foso de los leones”. Nombrarlo bien ayuda a visualizar el escenario real del relato y evita convertir la historia en una caricatura. El énfasis del pasaje no es el tipo de recinto, sino la fidelidad de Daniel y la intervención poderosa de Dios que cierra bocas y abre puertas.
Entonces el rey mandó, y trajeron a Daniel, y le echaron en el foso de los leones. Y el rey dijo a Daniel: El Dios tuyo, a quien tú continuamente sirves, él te libre.
La precisión histórica sirve a la teología del texto: Dios reina sobre reyes, leyes y fieras.
23. Dios ama al pecador pero aborrece el pecado
Esta frase, aunque es muy citada en círculos cristianos, no se encuentra en la Biblia y en realidad fue popularizada por Mahatma Gandhi. Suena compasiva y conciliadora, pero presenta un problema: puede dar la impresión de que Dios tiene una actitud neutral o tolerante hacia las personas que viven en pecado, cuando las Escrituras muestran que su rechazo no se limita a las acciones, sino también a quienes las practican sin arrepentimiento.
La Biblia es clara en afirmar que Dios no se complace en la maldad y que su ira está contra el impío todos los días. Por ejemplo:
“Porque tú no eres un Dios que se complace en la maldad… Aborreces a todos los que hacen iniquidad.” (Salmo 5:4-5)
“Dios es juez justo, y Dios está airado contra el impío todos los días.” (Salmo 7:11)
“La ira de Jehová contra los que hacen mal.” (Salmo 34:16)
Estos versículos no niegan que Dios pueda amar y salvar al pecador arrepentido —pues en Cristo ofrece perdón y vida eterna—, pero sí corrigen la idea de que Dios ama indiscriminadamente a todos de la misma manera, sin importar su condición espiritual. En realidad, el amor de Dios hacia el pecador se manifiesta en su llamado al arrepentimiento y en la provisión del sacrificio de Cristo, no en una aceptación complaciente de su pecado.
Por eso, cuando repetimos la frase “Dios ama al pecador pero aborrece el pecado” como si fuera Escritura, corremos el riesgo de predicar las palabras de Gandhi y no la Palabra de Dios. La verdad bíblica es que el mismo Dios que odia el pecado también llama con misericordia al pecador a volverse a Él, para que deje de ser objeto de su justa ira y pase a ser receptor de su gracia salvadora.
Conclusión
A lo largo de este artículo hemos visto que muchas de las frases, dichos y creencias que circulan en nuestras congregaciones no provienen de la Biblia o han sido distorsionadas por el tiempo, la tradición y la cultura popular. Algunas tienen un trasfondo espiritual válido, otras son simples refranes, y unas cuantas provienen de una mala interpretación del texto bíblico. En todos los casos, nuestro llamado como creyentes es el mismo: volver a la Palabra de Dios como la única autoridad infalible para nuestra fe y práctica.
Conocer lo que la Biblia realmente dice nos libra de transmitir errores de generación en generación y nos equipa para enseñar con fidelidad. No se trata de ganar discusiones ni de corregir por orgullo, sino de honrar al Señor manteniendo su mensaje puro y sin añadidos humanos. Esto implica leer los pasajes en su contexto, estudiar con cuidado, y estar dispuestos a desaprender tradiciones que, aunque populares, no tienen sustento en la Escritura.
Que este repaso nos motive a ser creyentes que aman la verdad, que no se conforman con repetir lo que han oído, sino que examinan todo a la luz de la Palabra (Hechos 17:11). Solo así podremos comunicar el evangelio con claridad, evitando confusiones y fortaleciendo la fe de quienes nos escuchan. La Biblia es suficiente, y nuestra tarea es proclamarla tal como Dios la inspiró, para que Cristo sea exaltado y su pueblo edificado.
ACTUALIZACIÓN: Gracias a sus aportes hemos creado una segunda parte de este artículo y se llama: 13 cosas que no están en la Biblia.