Joven quería parecerse al diablo, se implantó cuernos y tuvo que quitárselos


Tatuador brasilero cuernos

Bruno Siqueira, un tatuador brasileño de 18 años que tiene su cuerpo lleno de tatuajes y perforaciones, la lengua bifurcada y los ojos pintados totalmente de negro se implantó unos cuernos de silicona que tuvo que retirar antes del tiempo que había planeado.

El joven tatuador cuenta que en enero pasado un colega le implantó los cachos de silicona en enero. A sangre fría y sin anestesia le cortaron y despegaron la piel de la frente y le implantaron los cuernos. Muy de pronto Bruno se había convertido en el alma de las fiestas.


lengua bifurcada

Como era de esperarse, muchos comenzaron a pedirle que buscara de Dios y volviera de su desviado camino, pero él respondía que “No porque me implanté cachos no tengo fe o me quiero parecer al diablo. Me los puse y creo en Dios”.


Bruno Siqueira

A dos meses de habérselos implantado, Bruno tuvo que quitarse los cuernos, dice que no por la influencia de los que le pedían que se arrepienta, sino porque le estaban causando problemas de salud:

Tenía dolores de cabeza y mareos; sentía punzadas, la sangre se coagulaba en la zona y estaba muy hinchado. Siento el dolor de solo acordarme.

Bruno dice que el proceso de quitarse los cuernos fue más complicado que el de ponérselos. El joven terminó con 2 cicatrices que esconde a fuerza de cachuchas.

La cultura de las modificaciones corporales

El caso de Bruno no es aislado. En diversas partes del mundo, la modificación corporal se ha convertido en una práctica cada vez más común. Desde tatuajes extremos hasta implantes subdérmicos, muchos jóvenes buscan expresar su identidad a través de su cuerpo. Sin embargo, los riesgos asociados van más allá de lo estético: infecciones, problemas de coagulación y daños permanentes en la piel son algunas de las consecuencias posibles.

Reacciones sociales y espirituales

El impacto social de este tipo de transformaciones es grande. Para algunos, Bruno representa una muestra de rebeldía y autoexpresión, mientras que para otros se trata de un camino de alejamiento espiritual. La controversia surge especialmente en comunidades religiosas, donde las modificaciones radicales suelen ser vistas como símbolos contrarios a la fe.

No obstante, las declaraciones de Bruno demuestran que las apariencias no siempre reflejan la fe interna. Él insiste en que su decisión estética no interfiere con su creencia en Dios, abriendo un debate sobre hasta qué punto las expresiones externas deberían definir la espiritualidad de una persona.

Lecciones del caso

La experiencia de Bruno también deja una enseñanza importante: el cuerpo humano es sensible y cualquier intervención debe realizarse con responsabilidad. Los jóvenes que se sienten atraídos por estas prácticas deben informarse sobre los riesgos, acudir a profesionales capacitados y considerar las consecuencias a largo plazo.

Además, este caso muestra cómo la presión social puede influir en decisiones radicales. Bruno se convirtió en el centro de atención por sus implantes, pero el costo en salud fue más alto de lo que esperaba. La búsqueda de aceptación o notoriedad nunca debería estar por encima del cuidado de la vida y el bienestar.

Conclusión

La historia de Bruno Siqueira refleja la compleja relación entre identidad, cuerpo y espiritualidad. Si bien su intención inicial fue destacar entre los demás, el desenlace le recuerda a todos que el cuerpo no debe ser tomado a la ligera. Más allá de las apariencias, la verdadera fortaleza de una persona radica en su fe, sus valores y su capacidad de aprender de las experiencias vividas.

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