En este artículo nuestro propósito es destacar el significado de la pantomima y cómo la iglesia, en muchos contextos actuales, utiliza este tipo de representaciones como estrategia para atraer personas. Aunque algunos lo ven como un arte “inofensivo” o incluso “espiritualizado”, debemos evaluar si estas prácticas tienen respaldo bíblico y si corresponden a la adoración genuina que Dios demanda. La iglesia de Cristo no está llamada a copiar métodos del mundo para impactar, sino a mantenerse fiel al mensaje puro del Evangelio.
¿Qué es la pantomima y cuál es su origen?
La palabra pantomima viene del griego pantónimos, que significa: el que imita todo.
El origen de la pantomima se encuentra en las fiestas dionisíacas, donde el lenguaje corporal era el instrumento de representación por excelencia. Posteriormente, la moral fue imponiendo la palabra sobre el gesto, ocultando los ritos de ménades y sátiros, que dejaron de ser explícitos, para recrearse por medio de la abstracción y la intelectualidad sobre el escenario. Es entonces que el teatro griego pone la palabra como elemento primordial, desplazando a un segundo lugar los movimientos escénicos que se redujeron al mínimo. Pero esto ocurría a nivel culto, en los teatros.
Extracto de «La Pantomima» por Elmer Hipólito Cunia Tocto
Este dato histórico nos muestra que la pantomima, aunque hoy se utilice con fines “artísticos” o “cristianos”, nació en un contexto pagano, vinculado a celebraciones religiosas idolátricas y a formas de entretenimiento que nada tenían que ver con la adoración al Dios verdadero. El hecho de que con el tiempo se haya convertido en una disciplina escénica más elaborada no elimina sus raíces culturales y espirituales.
El uso de la pantomima en las iglesias modernas
En muchas congregaciones, la pantomima se ha introducido como un “método creativo” para atraer a más personas, especialmente a los jóvenes. Se presenta como una herramienta para transmitir mensajes bíblicos de forma visual y “más dinámica”. Sin embargo, debemos preguntarnos: ¿el hecho de que algo sea atractivo o conmovedor significa que es bíblicamente aprobado? La iglesia primitiva creció y evangelizó al mundo sin recurrir a artes escénicas heredadas del paganismo. Lo que cambió vidas fue el poder del Espíritu Santo obrando a través de la predicación fiel de la Palabra.
La suficiencia de la Escritura
El apóstol Pablo, escribiendo a Timoteo, no le recomendó incorporar métodos seculares para atraer a la gente, sino que le recordó la suficiencia de la Palabra:
“Toda Escritura es inspirada divinamente y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instituir en justicia.”
2 Timoteo 3:16
Si la Biblia es suficiente para enseñar, corregir y guiar, entonces cualquier método que sustituya o compita con la predicación y la enseñanza directa corre el riesgo de desplazar lo que Dios mismo ha establecido como el medio para salvar y edificar a su pueblo.
El peligro de importar prácticas ajenas
A lo largo de la historia, el pueblo de Dios ha sido advertido de no adoptar las costumbres de las naciones que no conocen a Jehová (Deuteronomio 12:30-32). Incorporar elementos artísticos con raíces paganas, aunque se “cristianicen” con música o mensajes bíblicos, puede abrir la puerta a una adoración sin verdad, basada en emociones y apariencias más que en la fe genuina. El Señor Jesús dejó claro que el Padre busca adoradores que le adoren “en espíritu y en verdad” (Juan 4:23-24), y esto implica conformidad con su Palabra, no solo sinceridad emocional.
Conclusión y llamado
No necesitamos recurrir a métodos seculares para atraer personas a Cristo. El Espíritu Santo es quien convence de pecado, justicia y juicio (Juan 16:8), y lo hace por medio de la proclamación de la Palabra. Procuremos que Dios esté en todo lo que vayamos a hacer en nuestras iglesias, y que nuestras actividades no provengan de imitaciones del mundo, sino de la instrucción clara y suficiente de la Escritura.
Si deseamos ver un verdadero avivamiento, no será por una presentación escénica, sino por un retorno a la predicación expositiva, a la oración ferviente y a la dependencia total del poder de Dios. El Evangelio de Jesucristo no ha perdido su eficacia; sigue siendo “poder de Dios para salvación a todo aquel que cree” (Romanos 1:16). Guardemos la pureza del culto y seamos fieles administradores del mensaje que nos ha sido encomendado.