No morí. No fui al cielo. Dije que había ido al cielo porque pensé que me haría llamar la atención. Cuando dije tales cosas, nunca había leído la Biblia. La gente ha obtenido ganancias de mentiras, y continúan haciéndolo.
Esa es la confesión de Alex Malarkey, un chico que cuando tenía seis años inventó la historia de que murió y fue al cielo. Ahora tiene dieciséis años y lamenta cómo tantos años después gente gana dinero con una mentira que inventó solo para llamar la atención.
“El niño que volvió del cielo” (The boy who came back from heaven) es el título del libro más popular de «Turismo Celestial» y narra la «historia» de Alex Malarkey. La madre del muchacho también se había pronunciado en contra del libro tras su divorcio, considerando “doloroso” que se siga vendiendo sin que se diga la verdad sobre la historia.
Ahora el niño ya adolescente dice:
La Biblia es suficiente. Aquellos que venden esos materiales deben ser llamados al arrepentimiento y a considerar a la Biblia como suficiente.
Otros relatos de turismo celestial que han tenido gran acogida estos últimos años son “El cielo es real” de Todd Burpo y “La prueba del cielo” de Eben Alexander.
Desde antes de conocer el caso de Alex Malarkey el 20 de enero, fecha en que se hizo pública la confesión, Lifeway Christian Resources, una de las cadenas de librerías cristianas más importantes de Estados Unidos ya había decidido retirar de su catálogo los libros que contienen testimonios de personas que dicen haber visitado el cielo tras una experiencia cercana a la muerte.
Fuente: protestantedigital.com
Discernimiento: por qué atraen tanto estos relatos
Historias así cautivan porque prometen certezas visibles sobre realidades invisibles. En una cultura que valora lo sensacional, un “viaje al cielo” parece confirmar la fe con detalles concretos. Sin embargo, la fe cristiana no se apoya en experiencias privadas, sino en el testimonio público de la Escritura y en el hecho histórico de la vida, muerte y resurrección de Jesús. Cuando desplazamos la Biblia para dar primacía a relatos extra bíblicos, quedamos vulnerables a la fabricación, el autoengaño y la manipulación emocional.
La suficiencia de la Biblia frente a experiencias espectaculares
La confesión “La Biblia es suficiente” apunta al corazón del asunto. El canon bíblico nos habla lo que necesitamos saber acerca del cielo y la eternidad: lo suficiente para consolar, advertir y santificar, aunque no satisfaga todas nuestras curiosidades. Más información no equivale a más revelación. Los escritos apostólicos y proféticos son la norma de fe; todo lo que pretenda añadir o corregir su testimonio nos aleja del fundamento. La Iglesia, a lo largo de los siglos, ha reconocido que la revelación es completa en Cristo y sus apóstoles; por eso debemos medir cualquier experiencia a la luz de la Palabra, no al revés.
Riesgos pastorales del “turismo celestial”
- Desplaza el Evangelio: la atención pasa de Cristo y su obra a detalles anecdóticos y no verificables.
- Genera expectativas malsanas: quienes no “ven” o no “sienten” lo mismo pueden dudar de su fe o de su salvación.
- Mercantiliza lo sagrado: la fe se vuelve materia de marketing, donde la verosimilitud importa menos que las ventas.
- Debilita el discernimiento: al no contrastar con la Escritura, se normaliza creer cualquier testimonio si “me hace bien”.
Preguntas guía para evaluar testimonios
- ¿Exalta a Cristo y concuerda con el mensaje bíblico, o añade “nuevas” doctrinas y curiosidades?
- ¿Se presenta como norma para otros, o como experiencia personal sujeta al juicio de la Iglesia y la Escritura?
- ¿Produce fruto de arrepentimiento, santidad y obediencia, o solo asombro y consumo?
- ¿Qué lugar ocupa la Biblia en el relato: es central y suficiente, o queda relegada?
Cómo acompañar a quienes se sienten defraudados
Si alguien se acercó a la fe por estos libros y ahora se siente confundido, es momento de pastorear con paciencia. Señalemos que la esperanza cristiana no depende de memorias ni visiones, sino de Cristo resucitado. Invitemos a leer los pasajes bíblicos que sí hablan del cielo con sobriedad (por ejemplo, 1 Corintios 15; Apocalipsis 21–22), y a enraizar la devoción en los medios de gracia: Palabra, oración y comunidad.
Aplicación: una fe madura en tiempos de viralidad
Vivimos en la era del “compartir” inmediato. Antes de difundir relatos de experiencias sobrenaturales, preguntémonos: ¿esto edifica según la verdad? ¿Honra a Cristo o solo alimenta la curiosidad? La madurez cristiana se muestra en no creer todo espíritu, sino en probarlo con la Palabra y en preferir la sobriedad del Evangelio a la espectacularidad de lo sensacional.
Conclusión: La retractación de Alex Malarkey es una llamada de atención. No despreciemos a las personas que alguna vez creyeron estas historias; más bien, conduzcámoslas con amor a la roca firme: la Biblia es suficiente. El cielo es real porque Cristo vive, no porque alguien lo describa con detalle. Descansamos en lo que Dios dijo, y eso nos basta.