Ayúdame

El versículo que veremos en este artículo es un salmo de súplica que el salmista David dirige al Señor. Encontraba refugio y seguridad en los mandamientos del Señor. No se rendía ante sus adversarios, confiando en que Dios lo ayudaría en su persecución.

Este salmo nos enseña que no hay otro Dios en quien podamos confiar, por lo cual debemos creer en la veracidad de todos Sus mandamientos. El verso deja claro que aquellos que lo perseguían sin motivo experimentaban la presencia y ayuda del Dios todopoderoso.

¿Podemos nosotros afirmar lo mismo? ¿Le pedimos ayuda al Señor cuando la necesitamos?

Todos tus mandamientos son verdad;
Sin causa me persiguen; ayúdame.

Salmos 119:86

Nuestros pensamientos deben siempre estar centrados en Su verdad. Su palabra nos sostiene, nos llena de sabiduría, nos fortalece y nos otorga esperanza en la certeza de que nuestro Dios responderá cuando le solicitemos ayuda.

El salmista comprendía que al depositar su esperanza en los mandamientos verdaderos, podía confiar en la ayuda de Dios. Como hijos de Dios, también podemos acudir al Señor para solicitar ayuda en nuestras vidas diarias, especialmente en tiempos difíciles, al igual que David. Poseemos Su palabra como base y sabemos que nuestras vidas están fundamentadas en ella.

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