Siempre que hacemos algo, debemos hacerlo para la gloria de Dios. Recordemos que nuestro Dios es merecedor de toda gloria y honra.
Sean canciones u obras, o que hayamos recibido algún tipo de milagro de nuestro Dios, todo debemos atribuirlo a la gloria de nuestro Dios, por eso por encima de todo, alabemos a Dios por todas las alturas. Los dioses de madera y piedra creados por los humanos no están por encima de la gloria y majestad de nuestro poderoso Dios.
En caso de que muchos no quieran reconocer la gloria de Dios, nuestro mismo Dios nos hará a entender que toda la gloria es para Él. Muchos no han entendido que por más que ellos adoren a otros Dios, ningún Dios está por encima del más grande y sublime que es nuestro Dios, no hagamos casos a otros «dioses» que no pueden hacer nada.
Toda la gloria, todo imperio y majestad, toda potestad, están en el glorioso nombre de nuestro Dios. Alabémosle para siempre. Leyendo el salmo 115:1, podemos ver el cántico y lo que dice el autor sobre la adoración y a exaltación al único Dios poderoso.
No a nosotros, oh Jehová, no a nosotros, Sino a tu nombre da gloria, Por tu misericordia, por tu verdad.
Salmos 115:1
No nos gloriemos nosotros mismos, no actuemos como que somos protegidos por nosotros mismos, no pensemos que todo lo que hagamos es para gloriarnos en gran manera.
La gloria es de Dios y solo para Él, toda rodilla se doble delante de Él, alabando y dando toda exaltación solo a nuestro Dios. Quién es como nuestro Dios, grande en misericordia, seamos reconocedores de lo verdadero, del poder y majestad que habitan en Él.