Trabajar para la obra de Dios con voluntad propia y con amor, a esto es que nos ha llamado Dios, a trabajar unidos en Su obra, porque mientras somos más y con buena voluntad, estaremos dando lo mejor a nuestro Dios.
En el versículo que veremos en este artículo podremos notar cómo el pueblo de Dios salió de la cautividad y luego trabajó para la obra de Dios, ellos debían buscar la forma de agradecer al Señor por esta libertad.
A continuación veremos lo que pasó aquel día y cómo fueron llamados para trabajar en la obra poderosa de nuestro Dios.
Jesúa también, sus hijos y sus hermanos, Cadmiel y sus hijos, hijos de Judá, como un solo hombre asistían para activar a los que hacían la obra en la casa de Dios, junto con los hijos de Henadad, sus hijos y sus hermanos, levitas.
Esdras 3:9
Al regresar de la cautividad, el pueblo reactivó la obra de la casa de Dios, y mientras los albañiles construían, los levitas adoraban a Dios con instrumentos musicales, y hubo un gran clamor, tanto así que aquellos que no estaban trabajando en la construcción pero escuchaban las alabanzas y veían a los albañiles trabajar, «lloraban en alta voz, mientras muchos otros daban grandes gritos de alegría» (versículo 12). El gozo que hubo ese día fue tanto que la Escritura nos dice en el versículo 13:
Y no podía distinguir el pueblo el clamor de los gritos de alegría, de la voz del lloro; porque clamaba el pueblo con gran júbilo, y se oía el ruido hasta de lejos.
La enseñanza que podemos tomar de esta historia es que debemos trabajar en la obra del Señor unidos, con gozo y amor. Trabajemos en Su obra de esta manera, cantemos de Su gran misericordia porque Su amor es grande para con nuestras vidas.