Luego de su crucifixión y resurrección, Jesús dejó instrucciones a los apóstoles para continuar la buena obra del Señor, pero también les dejó saber de las persecuciones que iban a sufrir por causa de Su Nombre.
Ante el hecho maravilloso de que el evangelio se estaba llevando a los gentiles y muchos se convertían, surgió la discusión de que los que no se circuncidaban conforme al rito de Moisés no serían salvos, a lo que Pedro respondió:
Antes creemos que por la gracia del Señor Jesús seremos salvos, de igual modo que ellos.
Hechos 15:11
Esta respuesta vino porque los judíos querían poner cargas sobre los gentiles que ni ellos mismos podían llevar. Entonces Bernabé y a Pablo, hablando de las señales y maravillas Dios hacía para los gentiles, y Jacobo concluye que la salvación de las almas no depende de estos rituales, más bien es por gracia.