El título de este artículo nos da una gran enseñanza acerca de la fe en el Señor. A veces nos preguntamos «¿por qué no recibo un milagro? ¿por qué no tengo lo que le he pedido al Señor?». Bueno, esté bien claro que para que eso suceda tienes que creer y tener fe en que la obra en el Señor es real.
La Biblia nos enseña y nos relata que varios personas de las que fueron llamadas por Dios, como los discípulos, Moisés, Josué, David, Daniel entre otros, tuvieron que creer fielmente en la fe en el Señor, depositando así todo mientras ellos vivieran.
La Biblia nos habla de un suceso que pasó en los tiempos pasados, esto lo podemos encontrar en Juan 11:40:
Jesús le dijo: ¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?
Juan 11:40
Lo dicho en ese versículo es una respuesta de Jesús para Marta, hermana de Lázaro, el cual había muerto. Ésta, al ver que Jesús mandó a quitar la pierda de la tumba de Lázaro dijo: «Señor, hiede ya, porque es de cuatro días».
Recordemos que Jesús estaba lejos cuando Lázaro enfermó y murió, cuando el Maestro recibió la noticia, Él dijo que Lázaro estaba durmiendo y Él iba a despertarlo.
Es muy claro que Jesús podía hacer este milagro sin la fe de Marta y María, hermanas de Lázaro, pero podemos ver que el Maestro les dice esto para que puedan creer, para que aprendan a tener fe porque de esta forma verían la gloria de Dios.
Luego que quitaron la piedra del sepulcro, Jesús llamó a Lázaro y éste fue resucitado, algo que para los demás parecía imposible. De manera que, creamos en Dios que lo imposible es posible para Él, y que Él puede obrar milagros a nuestro favor. Creamos y así veremos la gloria de Dios.
Este pasaje nos muestra que la fe no es simplemente una idea en la mente, sino una acción en el corazón que se refleja en nuestras decisiones. Marta y María estaban frente a una situación humanamente irreversible: la muerte. Sin embargo, Jesús les enseña que más allá de lo que nuestros ojos ven, debemos confiar en el poder del Padre. Esto nos invita a reflexionar sobre cómo actuamos cuando enfrentamos pruebas. ¿Creemos realmente que Dios puede cambiar lo que parece perdido?
Muchas veces la respuesta de Dios tarda porque Él está trabajando en nuestro carácter. Así como con Lázaro, hay momentos en los que Dios espera el tiempo perfecto para manifestar Su gloria. A través de esa espera, nuestra fe se fortalece y aprendemos a depender totalmente de Él. Lo que para nosotros es un retraso, para Dios es una preparación.
También podemos recordar otros ejemplos bíblicos. Abraham creyó en la promesa de que sería padre de multitudes, aunque la edad y las circunstancias decían lo contrario. Josué tuvo que creer que los muros de Jericó caerían con un acto tan inusual como dar vueltas alrededor de la ciudad. La fe siempre implica confiar en lo que no entendemos, pero sabiendo que Dios tiene el control.
En nuestra vida cotidiana, la fe se demuestra en las pequeñas y grandes cosas. Creer que Dios puede abrir una puerta de empleo, que puede restaurar un matrimonio, que puede sanar una enfermedad o librar de una crisis económica. No importa cuán grande sea la dificultad, el Señor sigue siendo el mismo Dios que levantó a Lázaro de la tumba.
Por eso, cuando enfrentemos problemas que parecen no tener solución, recordemos las palabras de Jesús: «Si crees, verás la gloria de Dios». No pongamos límites al poder divino con nuestra incredulidad, sino confiemos en que Dios obra en maneras que a veces no comprendemos, pero que siempre son para nuestro bien.
Reflexión final: La fe es la llave que abre la puerta a los milagros. Dios puede obrar en cualquier circunstancia, pero nos pide creer y depender de Él. Hoy el reto es depositar nuestra confianza en el Señor y esperar en Su tiempo perfecto. Porque aunque el panorama sea oscuro, para Dios nada es imposible. ¡Ten fe, y verás la gloria de Dios!