El título de este artículo se toma es un buen consejo que un padre o una madre le puede dar a un hijo. También podemos verlo de la forma en que una persona aconseja a alguien aunque no pertenezcan a la misma familia, pues los buenos consejos hay que dárselos a toda persona posible.
El título que le hemos dado a este artículo está basado en uno de los proverbios de Salomón, de cómo un padre quiere lo mejor para su hijo. La enseñanza que se le quiere dar aquí a las nuevas generaciones es que puedan tomar el camino correcto, que no acepten invitación de aquellos que quieren desviarlos de los caminos rectos del Señor, de los buenos consejos que su padre le da cada día.
Hijo mío, no andes en camino con ellos. Aparta tu pie de sus veredas,
Proverbios 1:15
Para entender bien las palabras del versículo anterior, debemos leer los versículos anteriores del mismo y nos daremos cuenta a quién Salomón se refiere cuando dice «no andes en camino con ellos», ¿con quiénes?. En el versículo 10 vemos a Salomón aconsejando de no consentir a los pecadores cuando vinieren con sus engaños. Y prosigue diciendo «si te dicen hagamos esto o lo otro», entonces llega el versículo 15 donde dice «no andes en camino con ellos. Aparta pie de sus veredas.
Salomón conoce el proceder de muchos jóvenes que son criados con gran malicia, es por eso que vemos al proverbista dando este tipo de advertencia para los jóvenes, para que no caigan en la trampa de los pecadores. Por eso, aquí aprendemos, que cuando instruimos un hijo en los caminos correctos, debemos enseñarle también que hay pecadores que pueden seducirlo a andar en el camino del mal, y debemos enseñarles a rechazar este tipo de propuestas.
Así que, ¿Crees que tu hijo puede anda en estos caminos? Entonces toma un momento y aconséjalo con espíritu de sabiduría a no dejarse nunca seducir por el mal.
Reflexión final
Este consejo de Salomón no ha perdido vigencia con el paso de los siglos. Al contrario, hoy es más necesario que nunca. Vivimos en un mundo donde constantemente se presentan caminos fáciles, aparentemente atractivos, pero que terminan conduciendo a la destrucción. Las malas compañías, las tentaciones de placeres inmediatos y las decisiones sin discernimiento son trampas que pueden arruinar la vida de un joven y alejarlo de la presencia de Dios.
Cuando Salomón aconseja “no andes en camino con ellos”, nos recuerda que no se trata solamente de evitar ciertos lugares, sino de tomar decisiones conscientes sobre con quién compartimos nuestro tiempo, qué tipo de amistades elegimos y qué influencias dejamos entrar en nuestra vida. La Biblia es clara cuando dice que las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres (1 Corintios 15:33). Por lo tanto, un joven que desea honrar a Dios debe rodearse de personas que lo animen a crecer en fe, sabiduría y obediencia.
De la misma manera, este proverbio nos enseña la responsabilidad de los padres y líderes espirituales de instruir a las nuevas generaciones. Un hijo instruido en la Palabra sabrá reconocer cuando algo no viene de Dios y tendrá la fuerza para apartar su pie de las veredas del mal. Es en la niñez y la juventud donde más se necesitan consejos firmes, oraciones constantes y un ejemplo digno de seguir. Un hijo que crece viendo a sus padres temer a Dios, aprenderá a valorar la rectitud y a rechazar lo que desagrada al Señor.
Finalmente, este versículo también nos interpela a todos, no solo a los jóvenes. Cada uno de nosotros, en cualquier etapa de la vida, puede ser tentado a caminar en senderos equivocados. Por eso, la exhortación de Salomón sigue siendo relevante: aparta tu pie, no sigas el camino de los impíos, porque sus pasos conducen a la muerte. En cambio, el camino de los justos resplandece cada vez más hasta que el día es perfecto (Proverbios 4:18). Caminar con Dios es siempre la mejor decisión, porque Él garantiza vida, propósito y paz.
Así pues, atesoremos estos consejos en nuestro corazón, repitámoslos a nuestros hijos, compartámoslos con quienes amamos y vivamos conforme a ellos. Porque apartarnos del mal no solo nos libra de la destrucción, sino que nos asegura andar en el camino de la vida eterna que solo Cristo nos ofrece.