No rechacemos al que conoce todas las cosas de nosotros, Aquel que nos quiere ayudar, que nos quiere librar del pecado y de la muerte, seamos obedientes ante Él.
El Señor quiere entrar en nuestros corazones para cambiar de todo nuestro interior, para que pasemos de muerte a vida, y de tinieblas a luz, para que seamos herederos de las promesas que se encuentran en Su palabra.
Dios quiere entrar en nuestras vidas para transformarnos, para que dejemos nuestra vieja vida, para que podamos distinguir entre lo bueno y lo malo que está a nuestro alrededor.
No ignores Su llamado, abre la puerta de tu corazón y Él hará que tu vida sea diferente. Sé obediente en todo, escucha su voz con espíritu humilde.
En el libro de Apocalipsis, nos encontramos unas palabras poderosas que Dios estaba dando a la iglesia de Laodicea:
19 Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete.
20 He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.
21 Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono.
22 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.
Apocalipsis 3:19-22
Este es un llamado que Dios le estaba haciendo a esta iglesia, les estaba llamando para que se arrepientan y hagan las cosas bien delante de Dios. El Señor estaba viendo las malas obras y lo envanecidos que estaban delante de Dios, por eso Dios les llama al arrepentimiento y les hace un llamado a escuchar su voz e ir en pos de Él.
No ignoraremos el llamado de Dios, Él conoce todas nuestras obras, Dios quiere librarnos de toda maldad del enemigo, Dios quiere restaurar nuestras vidas, atendamos a Su llamado. Dios está a la puerta, escuchemos Su voz y arrepintámonos de nuestros malos caminos, y Él sanará nuestro corazón.
Cuando Dios toca a la puerta de nuestra vida no lo hace de manera obligatoria, sino con amor y paciencia, esperando que nosotros voluntariamente abramos. Él no quiere entrar a medias, sino transformar todo nuestro ser. Muchas veces pensamos que podemos cambiar por nuestras propias fuerzas, pero sin Cristo no hay un cambio verdadero. El Señor desea limpiar nuestras heridas, sanar nuestros corazones y darnos un propósito eterno.
Así como la iglesia de Laodicea recibió este llamado, también nosotros debemos ser sensibles a la voz de Dios. Podemos estar asistiendo a la iglesia, cantar y orar, pero si nuestro corazón está lejos del Señor, entonces necesitamos un verdadero arrepentimiento. Jesús dijo claramente: “Yo estoy a la puerta y llamo”. Esto significa que Él está esperando que tomemos la decisión de abrirle completamente nuestro corazón.
El arrepentimiento no es solamente sentir remordimiento por lo malo, sino un cambio de dirección, es volvernos a Dios con sinceridad. El Señor promete que si nos arrepentimos, Él entrará a nuestras vidas y cenará con nosotros, es decir, tendremos comunión íntima con Él. Esa cena representa amistad, confianza y cercanía. ¿Qué mayor bendición que tener una relación personal con nuestro Creador?
El mismo Apocalipsis nos recuerda que al que venciere se le dará un lugar en el trono junto a Cristo. Esta es una promesa gloriosa, pues significa que no solo seremos perdonados, sino que también seremos exaltados con Cristo en la eternidad. El que hoy abre su corazón a Jesús, mañana se sentará en lugares celestiales con Él.
Querido lector, no pospongas la decisión más importante de tu vida. Dios está llamando hoy a tu puerta, y ese llamado puede ser a través de Su Palabra, de una predicación o de una situación que estás viviendo. No cierres tu corazón. El Señor quiere restaurar lo que se ha perdido, quiere darte paz en medio de las tormentas y esperanza en medio de las pruebas.
En conclusión, el pasaje de Apocalipsis 3:19-22 nos recuerda que Dios nos ama tanto que nos reprende y nos llama al arrepentimiento. Él está esperando que abramos la puerta de nuestra vida. Si lo hacemos, Él entrará y nos dará vida nueva, propósito y una herencia eterna. No rechacemos Su voz, sino seamos obedientes y recibamos Su gracia para vivir en victoria junto a Él.