¿Te sientes zarandeado por el enemigo? ¿Piensas que ese enemigo es más fuerte que tú? La Biblia nos habla de una armadura espiritual en el libro de Efesios, con la cual podemos resistir al enemigo.
Dice:
14 Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia,
15 y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz.
16 Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno.
Efesios 6:14-16
La Biblia también nos dice que «resistamos» al diablo y él huirá de nosotros. ¿De qué manera podemos resistir al enemigo?. En este texto encontramos luz para esa pregunta, nos dice que ciñamos nuestros lomos con la verdad, y Cristo es esa verdad, dando a entender que sin Cristo no podemos ganar esta batalla.
Aquí podemos entender que el creyente no lucha con armas físicas, sino espirituales. La verdad de Cristo es lo que nos sostiene, porque cuando estamos fundamentados en Su Palabra no nos dejamos arrastrar por engaños ni por doctrinas falsas. En la medida que abrazamos la verdad, permanecemos firmes ante los ataques del maligno.
¿Y qué de la fe? La misma Biblia nos enseña que sin fe es imposible agradar a Dios. Por lo tanto, debemos tener esa fe ardiente en el Señor independientemente cuál sea la circunstancia.
Incluso, vean el énfasis que se hace en la fe con la palabra «sobre todo», ya que tener fe es indiscutiblemente importante en la vida de un creyente. Podemos tener pruebas, pero nunca estar derrotados si tenemos esa fe en el Señor.
La fe es ese escudo que nos protege de los ataques constantes del enemigo. Los dardos de fuego del maligno representan las dudas, los temores y las tentaciones que buscan debilitarnos. Sin embargo, al confiar plenamente en Dios, logramos apagar esas flechas y avanzar en victoria.
Te insto a que te cubras con la armadura de Dios, y de esta forma Dios te dará la victoria en tus batallas.
Conclusión
El apóstol Pablo nos recuerda que la vida cristiana es una lucha constante, pero no estamos desprotegidos. Dios nos ha dado todo lo necesario para vencer: la verdad que nos sostiene, la justicia que nos guarda, el evangelio que nos guía, la fe que nos defiende y la salvación que nos asegura. Si permanecemos en Cristo y usamos cada pieza de la armadura de Dios, podremos resistir firmes y obtener la victoria en medio de las pruebas. Que cada día recordemos que no peleamos solos, sino que el Señor es quien pelea por nosotros y nos da la fuerza para permanecer de pie.