El versículo prohibido de las iglesias de la prosperidad

¿Sabías que existe un versículo el cual los predicadores de la prosperidad no mencionan? Pues sí, más que un versículo, existe un texto que nos habla de la humildad que debemos tener como servidores del Señor y es bueno que lo estudiemos para que no caigamos en la avaricia y nos corrompamos.

Algo que tienen muy en particular las «falsas doctrinas» o los falsos maestros, es que usan versículos de la Biblia que no tienen que ver en nada con lo que ellos quieren expresar, sacándolos de contexto para así querer respaldar algo que en realidad no tiene ningún respaldo de las Escrituras.

En este sentido, es necesario que como creyentes tengamos un corazón atento y un espíritu sensible para no dejarnos engañar. El enemigo siempre buscará distorsionar la verdad, y muchas veces lo hará utilizando incluso las mismas Escrituras, pero de manera torcida. Jesús mismo advirtió que en los últimos tiempos se levantarían falsos maestros que engañarían a muchos, y por eso debemos estar firmes en la Palabra.

El versículo que muchos no predican

El versículo clave, de, que no quieren hablar estos falsos predicadores es el ocho:

Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto.

El apóstol Pablo sabía que como cristianos no necesitábamos más que eso, lo que el Señor nos permita tener, sea poco o sea mucho, pues él mismo dijo a los filipenses:

Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad.
Filipenses 4:12

Este versículo refleja un principio espiritual poderoso: el verdadero contentamiento no depende de la cantidad de bienes que tengamos, sino de la certeza de que Cristo es suficiente. Pablo aprendió a depender de Dios en cualquier circunstancia, y esa enseñanza sigue siendo válida para nosotros hoy. No importa cuán difícil sea la situación, el Señor sigue siendo nuestro proveedor y nuestro refugio.

El peligro del amor al dinero

De manera que, versos como estos no convienen ser citados por boca de aquellos que predican que ser pobre es una maldición, que debemos ser ricos porque así es que Dios nos quiere. Sin embargo, la Escritura no dice que el dinero en sí sea malo, sino que el amor al dinero es la raíz de todos los males. Es esa obsesión por tener más lo que corrompe el corazón, alejando al creyente de la fe genuina y sumergiéndolo en dolores y destrucción.

El mensaje de la prosperidad enseña que la riqueza material es la señal de una vida bendecida, pero la Palabra de Dios nos recuerda que la verdadera riqueza consiste en tener una vida rendida a Cristo, en disfrutar de Su paz y en esperar con fe la herencia eterna. Un corazón avaro nunca estará satisfecho, pero un corazón agradecido siempre encontrará motivos para alabar a Dios.

Conclusión

Por eso debemos cuidarnos de aquellos que usan la Biblia como un medio de lucro, y recordar siempre que lo que el Señor espera de nosotros es fidelidad, gratitud y contentamiento. No se trata de cuánto tengamos, sino de cuánto confiamos en Dios en cada área de nuestra vida. El Evangelio no es un camino hacia el éxito material, sino la noticia gloriosa de que Cristo murió y resucitó para darnos salvación eterna.

Al final, debemos elegir: ¿seguiremos la voz de los falsos maestros que predican comodidad y riquezas pasajeras, o seguiremos la voz del Buen Pastor que nos llama a contentarnos con lo que tenemos? Recordemos que nuestro verdadero tesoro está en los cielos, y que nada de lo que adquiramos en esta tierra se compara con la gloria venidera. Te recomendamos leer este otro artículo: ¿Qué dice la Biblia sobre «dar para recibir»?

Gozo que perdura para siempre
Salgamos a Jesús como Zaqueo