No niegues a Jesús

A veces tenemos que pensar antes de actuar, porque llegan momentos en los cuales hacemos las cosas por impulso o porque otros te están obligando a que tengas que hacer tal cosa, y tú porque te obligaron cometiste el error de hacerlo. En este caso hablaremos de Jesús y de la salvación consigo que es el mismo. Tomar decisiones sin reflexionar puede traernos consecuencias eternas, y cuando se trata de Cristo, no podemos dejar que la presión de los demás nos lleve a negarlo o a darle la espalda. Jesús mismo nos enseñó que debíamos ser firmes y valientes en la fe, porque la salvación no es un asunto ligero, sino el mayor regalo que podemos recibir.

Cuando negamos a Jesús nuestro salvador, el que murió en la cruz del calvario, estamos diciendo que su sacrificio no valió de nada, que todo esto que hizo el Padre por amor a la humanidad fue en vano. Pero no fue en vano, ni fue un desperdicio, porque, así como muchos le rechazan, otros le aceptan y permanecen. La cruz es el acto más grande de amor, y despreciarla es despreciar la oportunidad de vida eterna. Sin embargo, la Escritura nos recuerda que siempre habrá un remanente fiel, hombres y mujeres que no se avergüenzan del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree.

En aquel tiempo cuando Jesús daba sus sermones por las ciudades de aquellos lugares que Él visitaba, se veían las multitudes de personas que asistían. Muchos estaban ahí por un milagro, otros por ser salvos, otros que iban a murmurar al Maestro, y también había espectadores. En esas multitudes había corazones con diferentes intenciones, y lo mismo sucede hoy: algunos buscan a Dios sinceramente, otros se acercan solo por curiosidad, y muchos más permanecen indiferentes. Pero Jesús conoce lo más profundo de cada corazón y sabe quién le sigue de verdad y quién solo le observa desde lejos.

A cualquiera, pues,

que me confiese delante de los hombres,

yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos.

Mateo 10:32

Pero el Padre, a todo aquel que le confiese delante de los hombres, Él también le confesará delante de Dios que está en los cielos, dejándonos dicho que no debemos rechazarle, no debemos rechazar a nuestro salvador, porque si lo hacemos, Él también lo hará delante de su Padre allá en el cielo. Confesar a Cristo no es solamente decir con palabras que creemos en Él, es también vivir de acuerdo con esa fe, mostrando con nuestra conducta que somos discípulos suyos. Cada vez que hablamos de Jesús, damos testimonio de su obra y mostramos al mundo que nuestra esperanza está en Él.

Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres,

yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos.

Mateo 10:33

A la verdad esto de negar a Jesús siempre ha existido, a veces nos encontramos con personas cuando les hablas del Salvador, y les preguntas ¿quieres a Jesús como tu único y suficiente salvador? te dicen «no, ahora no porque tengo que pensarlo.» Para aceptar a Jesús no debemos pensarlo, porque no perdemos nada diciendo que sí, mejor ganaremos la salvación de nuestras vidas, en Él estaremos más que seguros. La Biblia nos dice, que todo aquel que le negare aquí en la tierra, Él le negará delante de su Padre que está en los cielos. Qué advertencia más solemne: no jugar con la decisión más importante de toda la existencia humana.

Busquemos de Jesús, no le neguemos, ni digamos que tenemos que pensarlo, porque el enemigo cada vez que tú rechazas a Jesús, él toma ese momento y hace de las suyas. No te dejes engañar. Dios está a la puerta y llama, si alguno escucha su voz, no endurezcas tu corazón. Hoy es el día aceptable, hoy es el día de salvación. El mañana es incierto, y lo único seguro que tenemos es la oportunidad que Dios nos da en este momento. Abramos el corazón al Señor y dejemos que Él reine en nuestras vidas. No seas de los que se alejan ni de los que dudan; sé de los que confiesan a Cristo con valentía y reciben de Él la promesa de la vida eterna.

La invitación sigue vigente: reconocer a Jesús delante de los hombres. Que nuestras palabras, nuestras acciones y nuestro estilo de vida reflejen que hemos aceptado su sacrificio y que somos hijos del Padre. Y si alguna vez has dudado o lo has negado, recuerda que todavía hay esperanza, porque el mismo Pedro lo negó tres veces, pero luego fue restaurado y se convirtió en un poderoso testigo del evangelio. Lo mismo puede hacer el Señor contigo hoy: levantarte, perdonarte y usarte para su gloria.

No contristéis al Espíritu Santo de Dios
Jesús, causa de división