La huella de Dios en nuestro corazón

Todos tenemos o sentimos distintos tipos de necesidades en nuestras vidas, un vacío que desea llenarse de algo, ya sea diversión, compañía, apoyo, etc.

Muchas veces estos deseos de llenar ese vacío nos llevan a cometer errores que nunca terminamos de superar, que se quedan marcados para siempre en nuestras mentes. Quizá usted que está leyendo este escrito también se siente así y ha tratado de llenar ese vacío que cada vez se vuelve más y más profundo y que parece no tener fin esa búsqueda por llenarlo.

Probamos mil cosas y nos damos cuenta que ese vacío continúa ahí y se hace cada vez más grande. El proverbista Salomón nos narra una y otra vez en el libro de Eclesiastés que probó todo lo que había debajo del cielo y que nada lo podía saciar:

Miré todas las obras que se hacen debajo del sol; y he aquí, todo ello es vanidad y aflicción de espíritu.

Eclesiastés 1:14

Este vacío sigue insaciable aún cuando somos los más inteligentes en la universidad, los mejores empleados, los más intelectuales en las cosas que hacemos; sencillamente nos damos cuenta que nada de eso nos llena y nos sentimos frustrados, puesto que a pesar de nuestros logros seguimos sintiendo ese fuerte vacío que no nos deja quietos.

Sientes que tu vida está totalmente resuelta, que te va super bien, tienes la mejor familia, el mejor empleo, tienes una vida maravillosa. Pero cuando entras a tu habitación, cuando estás a solas, sin tu familia, sin tus amigos, te das cuenta que estás solo y te sientes frustrado porque ninguna de estas cosas te pueden saciar.

Este vacío no lo podrás saciar por más que busques y pruebes, porque ese vacío no se puede llenar con cosas materiales, más bien,  ese vacío te está suplicando cada minuto que necesitas a Dios, ese vacío es la huella de tu Creador que te reclama servirle y esta es la única forma que lo puedes llenar.

En nuestra juventud hacemos y hacemos, pero no nos recordamos de lo más importante, por eso el Proverbista Salomón dijo:

Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos, y lleguen los años de los cuales digas: No tengo en ellos contentamiento; antes que se oscurezca el sol, y la luz, y la luna y las estrellas, y vuelvan las nubes tras la lluvia; cuando temblarán los guardas de la casa, y se encorvarán los hombres fuertes, y cesarán las muelas porque han disminuido, y se oscurecerán los que miran por las ventanas; y las puertas de afuera se cerrarán, por lo bajo del ruido de la muela; cuando se levantará a la voz del ave, y todas las hijas del canto serán abatidas;

Eclesiastés 12:1-4

Muchos sostienen la idea de que no existe un Dios, por lo cual no tienen que recordarse de El en ningún momento, pero el punto es que ese vacío continua ahí y hasta tienen que pensar en Dios, ¿Sabes por qué? Porque nosotros, los seres humanos, tenemos las huellas de nuestro creador en nuestro corazón y por eso nuestro interior reclama su existencia, reclama su presencia.

La Biblia nos enseña que las leyes de Dios están escritas en nuestros corazones:

Porque cuando los gentiles que no tienen ley, hacen por naturaleza lo que es de la ley, éstos, aunque no tengan ley, son ley para sí mismos, mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos

Romanos 2:14-15

No podemos huir de Dios, no podemos huir de la presencia de nuestro creador. El salmista en una ocasión expresó:

¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia? Si subiere a los cielos, allí estás tú; Y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí tú estás. Si tomare las alas del alba Y habitare en el extremo del mar, Aun allí me guiará tu mano, Y me asirá tu diestra.

Salmo 139: 7-10

Simplemente estamos atrapados, no podemos huir a ningún lugar, nuestros pensamientos nos aturden, nos reclaman una y otra vez la presencia de Dios y es la única forma en la que podemos ser saciados. Corre hacia Dios, ve a su presencia, descansa en Él, descubre cuán hermoso es habitar en Su presencia. Nuestro Dios es grande y poderoso y no existe nada en este mundo que nos pueda llenar más que Él.

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Si amas a Dios no aborrezcas a tu hermano
El rico y Lázaro - Lucas 16
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