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Todos los que sirven de tropiezo serán echados en el horno de fuego

y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes.

El capítulo 13 del evangelio según Mateo es uno de los más ricos en enseñanzas espirituales, ya que Jesús utiliza diversas parábolas para enseñar sobre el reino de los cielos. Estas parábolas no solo son relatos sencillos, sino que encierran verdades profundas sobre la justicia divina, la paciencia de Dios y el destino final de los hombres según sus obras. A través de ellas, el Señor buscaba que los oyentes comprendieran que en este mundo conviven el bien y el mal, pero llegará el día en que cada uno será recompensado conforme a sus acciones.

Desde el primer versículo del capítulo 13 del evangelio según Mateo, nos nuestra un sinnúmero de parábolas de las cuales Jesús daba el significado.

En los versículos 41 y 42 podemos notar que el Señor habla del significado de la cizaña. Es por eso que vemos el título de este artículo, mostrando que todo aquel que sirva de piedra de tropiezo para aquellos que sirven al Señor con denuedo será echado al lago de fuego.

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No seas piedra de tropiezo para tu hermano, porque si haces esto, entonces estarás siendo echado al lago de fuego, como nos dicen estas palabras:

41 Enviará el Hijo del Hombre a sus ángeles, y recogerán de su reino a todos los que sirven de tropiezo, y a los que hacen iniquidad,

42 y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes.

Mateo 13:41-42

Los discípulos tenían curiosidad sobre esta parábola y querían que Jesús les hablara de ella. Dice que entró en la casa y, acercándose ellos, le contaron acerca de la misma. El maestro les explicó que él mismo era quien sembraba la buena semilla, el Hijo del Hombre, pero más adelante les dijo lo siguiente:

«El campo es el mundo, la buena semilla son los hijos del reino de Dios, y las cizañas son los hijos del enemigo, aquellos que son manipulados y obedecen mandatos del maligno». Pero vemos que aquellos que sirven al Señor serán herederos, mientras que los que sirven de piedra de tropiezo serán echados al horno de fuego.

No seas piedra de tropiezo para tu hermano; sé uno de los que sirven para la buena obra y no para la iniquidad, porque todos los que hacen tropezar a los hijos del Señor serán echados al horno de fuego.

Jesús siempre habló en parábolas con el propósito de revelar la verdad espiritual a los humildes y esconderla de los soberbios. La parábola del trigo y la cizaña muestra que en el campo del mundo, mientras la buena semilla crece, también el enemigo siembra la mala. Sin embargo, el Señor no permite que se arranque antes de tiempo, porque su justicia se manifestará plenamente al final de los tiempos. Entonces, los ángeles harán la separación definitiva entre los que hicieron el bien y los que provocaron tropiezos.

Ser piedra de tropiezo no solo se limita a impedir físicamente el caminar de alguien, sino también a desanimar, escandalizar o desviar espiritualmente a los demás. Jesús mismo advirtió que sería mejor atarse una piedra al cuello y ser lanzado al mar que hacer tropezar a uno de los pequeños que creen en Él. Estas palabras deben hacernos reflexionar profundamente sobre cómo nuestras acciones y palabras pueden influir en la fe de otros.

El creyente está llamado a ser luz y ejemplo. Debe procurar edificar con su conducta, sus palabras y su testimonio, fortaleciendo la fe de los demás y promoviendo la unidad en el cuerpo de Cristo. En cambio, aquellos que con su mal proceder escandalizan o dividen a la iglesia están sembrando cizaña en medio del trigo, y su fin, según las Escrituras, será el juicio eterno.

Por eso, es importante examinar nuestros caminos y pedirle al Señor que nos ayude a ser instrumentos de bendición y no de tropiezo. La santidad y la obediencia son señales de que la buena semilla ha sido plantada en el corazón. Si vivimos conforme a la voluntad de Dios, seremos recogidos por los ángeles como hijos del reino. Pero si persistimos en la iniquidad o en hacer tropezar a otros, las consecuencias serán inevitables.

Conclusión: La enseñanza de Mateo 13 nos llama a reflexionar sobre nuestra conducta diaria. No se trata solo de evitar el mal, sino de trabajar activamente para el bien, edificando a nuestros hermanos y permaneciendo firmes en la verdad del evangelio. Que cada uno de nosotros procure ser parte de la buena semilla que produce fruto para la vida eterna, y no de aquellos que, por servir de tropiezo, serán separados y echados en el horno de fuego. Recordemos que el amor, la humildad y la obediencia son las marcas de los verdaderos hijos del reino.

La salvación de los justos es de Jehová
De esta manera Dios puede tener misericordia del impío y el inicuo
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