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Esta generación se cree limpia pero no se ha limpiado de su inmundicia

Hay generación limpia en su propia opinión, Si bien no se ha limpiado de su inmundicia.

Además de Salomón, existían más hombres sabios en aquella época, uno de ellos era Agur hijo de Jaqué, y hoy veremos algunas de sus sabias palabras que dejó en el capítulo treinta del libro de Proverbios.

Las palabras de este hombre giran en torno a la generación que venía y la que ya estaba, una generación que actuaba según su propia opinión, con el corazón sucio y vacío (¿se te parece eso a lo que vivimos hoy?). Específicamente queremos analizar el siguiente versículo:

Hay generación limpia en su propia opinión, Si bien no se ha limpiado de su inmundicia.
Proverbios 30:12

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Es muy claro el mensaje que Agur envía a las generaciones que no actúan bajo el mandato del Señor y no respetan a padre ni a madre. Estos siembran semillas de conflictos que se convertirán en cosechas amargas; conflictos tanto comunitarios como personales, los cuales ocasionarán grandes lesiones físicas y mentales.

Quién diría que las palabras del versículo que vimos anteriormente fueron escritas hace más de dos mil años. Cuando ves la situación actual del mundo, creerías que la persona que dijo estas palabras vio en una visión lo que sería de esta generación en la que vivimos: Asquerosa y lamentable, que quiere normalizar todo tipo de perversidades, y tildar de malo todo lo que es bueno. Vómito de afrenta caerá sobre ellos aquel gran día.

Se creen justicieros sociales, creen estar del lado correcto, quieren imponerle sus repugnantes ideas a todo el que no está de acuerdo con sus nauseabundos conceptos, y cual prostituta barata se venden para cobrar un cheque mensual para promover los designios de los oscuros gobernantes de este mundo.

Pero no todo está perdido. En medio de todo este atolladero debemos ser luz, plantárnosle de frente a esos repulsivos hijos de lucifer y dejarles claro que no permitiremos que cubran el mundo con su mugriento pensamiento. Sigamos instruyendo a nuestros hijos en lo que es verdaderamente correcto, seamos una influencia positiva para todos los que están a nuestro alrededor y verás que esos perversos y malvados tendrán un triste final.

A la luz de lo anterior, necesitamos distinguir entre la crítica que destruye y la crítica que edifica. No se trata de responder con ira a la maldad, sino de mantener una postura firme en la verdad, con carácter y con amor. Educar a las nuevas generaciones implica enseñarles el valor de la honestidad, el respeto a la autoridad legítima (padre y madre), y el hábito de examinar su propia conducta antes de enjuiciar a los demás. Ser contracorriente hoy no es simplemente rechazar modas; es formar carácter y raíces espirituales profundas que resistan la tormenta.

Además, la comunidad creyente debe practicar la hospitalidad y la disciplina con sabiduría: corregir con mansedumbre, instruir con paciencia y mostrar el testimonio vivo de una vida transformada. Cuando la fe se demuestra en obras —en justicia, misericordia y humildad— la palabra cobra autoridad y el testimonio ilumina donde reina la oscuridad. No olvidemos que la gracia transforma, pero también llama al arrepentimiento y a la renovación del corazón.

Concluimos recordando que las advertencias de Agur siguen siendo vigentes: la soberbia que presume limpieza sin purificación es peligrosa. Por eso, cada creyente está llamado a una examen personal constante y a una vida de arrepentimiento continuo. Oremos por discernimiento, mantengamos la enseñanza firme en casa y en la iglesia, y trabajemos con diligencia para que la verdad, más que la protesta, guíe nuestras acciones diarias.

Deseo ser revestido de aquella nuestra habitación celestial
Nada hay imposible para Dios
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