Esta es la naturaleza del hombre necio y perezoso; en el versículo que veremos en este artículo, hablaremos del camino de este individuo que no tiene una actitud positiva, ya que no aporta nada bueno en su camino.
El hombre siempre está preparado para crear excusas para no trabajar. En el versículo de este artículo, podemos ver lo que dice el perezoso, mostrando que hay un león feroz en su camino. Él está buscando una excusa para evitar la responsabilidad y el compromiso que tiene por delante.
La pregunta que nos hacemos en este artículo es: ¿puede un hombre avanzar teniendo esta característica? Pues no, y esto mismo lo podemos ver en el verso siguiente:
Dice el perezoso: El león está en el camino;
El león está en las calles.Proverbios 26:13
El hombre que está despierto, tiene actitud y no evita sus compromisos, sino que está dispuesto a sacrificarse y dar todo su esfuerzo en lo que sea necesario, sin importar la hora de trabajo, es sabio. Él sabe que si actúa con pereza, perderá muchas oportunidades y su camino será muy difícil.
Un hombre perezoso siempre estará en una esquina esperando que alguien lo lleve y siempre se mantendrá cansado, buscando excusas para evitar buscar trabajo. Pero el hombre que quiere y desea, se sacrifica.
Hermanos, como sabios, no tomemos este ejemplo del perezoso. Pidámosle a Dios que nos cubra y nos guarde de toda mala influencia, porque todo aquel que caiga ahí le será difícil salir. Dios te bendiga.
El libro de los Proverbios es una fuente inagotable de sabiduría, y en este pasaje podemos ver cómo el escritor sagrado nos muestra de manera muy clara el contraste entre el sabio y el necio. El perezoso se justifica constantemente, inventa obstáculos imaginarios y teme lo que no existe, porque en el fondo no desea asumir su responsabilidad. Esta actitud lo lleva a la estancación y a la falta de crecimiento espiritual y material.
En cambio, el hombre diligente no se deja intimidar por las dificultades. Él confía en que Dios le dará las fuerzas necesarias para superar cada obstáculo. No teme al “león en el camino”, porque sabe que el Señor lo protegerá en su andar. Este tipo de persona actúa con determinación y fe, entendiendo que el trabajo es una bendición, no una carga.
La pereza no solo afecta el cuerpo, sino también el alma. Un corazón perezoso se aleja de Dios, porque deja de obedecer los principios divinos del esfuerzo, la constancia y la fidelidad. Cuando un creyente adopta la actitud del perezoso, empieza a vivir en excusas, en lugar de caminar en propósito. Por eso, debemos examinar nuestros corazones y preguntarnos si estamos haciendo todo lo que podemos con los talentos que Dios nos ha dado.
El trabajo honesto dignifica al hombre y lo acerca a la voluntad de Dios. Desde el principio, el Señor estableció el trabajo como parte de Su diseño perfecto, cuando puso a Adán en el huerto del Edén para que lo labrara y lo guardara. Por tanto, el trabajo no es un castigo, sino una oportunidad para servir a Dios y a los demás. El hombre diligente no teme levantarse temprano ni enfrentarse a los desafíos, porque sabe que cada esfuerzo traerá fruto a su tiempo.
Por otro lado, el perezoso vive esperando resultados sin haber sembrado nada. Quiere cosechar sin haber trabajado la tierra. Quiere éxito sin sacrificio, bendición sin esfuerzo. Pero la Palabra de Dios nos enseña que “el alma del diligente será prosperada”, mientras que el alma del perezoso sufrirá necesidad. Esta es una ley espiritual que no falla.
Por eso, querido lector, aprendamos del consejo de los Proverbios y rechacemos toda actitud de pereza y desánimo. Si en algún momento sentimos que estamos perdiendo la motivación o cayendo en la comodidad, pidamos al Señor que renueve nuestras fuerzas y nos dé un espíritu dispuesto para trabajar con alegría. Recordemos que cada tarea, por pequeña que parezca, puede ser una oportunidad para glorificar a Dios.
Que este versículo nos inspire a actuar con valentía, a dejar de lado las excusas y a confiar plenamente en el poder de Dios para guiarnos en cada paso. Que no seamos como el perezoso que ve leones donde no los hay, sino como aquel que confía en el Señor y sigue adelante con fe, sabiendo que el trabajo diligente y la perseverancia siempre serán recompensados.

