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Perdición es el fin de los enemigos de la cruz

el fin de los cuales será perdición, cuyo dios es el vientre, y cuya gloria es su vergüenza; que solo piensan en lo terrenal.

En el capítulo tres de su carta a los filipenses, el apóstol Pablo deja bien claro que muchos andaban contrario a lo que el enseñó, estos se convirtieron en enemigos de la cruz de Cristo, y cuando él habla de que ellos hacen todo lo contrario es porque su corazón está lleno de cosas terrenales.

Este capítulo es una exhortación profunda del apóstol a permanecer fieles al llamado del evangelio. Pablo no solo advierte sobre los falsos maestros, sino que también invita a los creyentes a imitar su ejemplo y a mirar hacia adelante con esperanza. Él recuerda que el creyente debe tener una mentalidad celestial, porque aquellos que viven solo para satisfacer sus propios deseos se convierten en enemigos de la cruz y se apartan del propósito de Dios. Es un mensaje que sigue siendo relevante hoy, en una época donde muchos prefieren lo material antes que lo espiritual.

Esto es perdición para todos los que hacen lo contrario a lo que la Biblia establece, podemos detenernos un momento y pensar en la tristeza que Pablo sentía al ver las actitudes de un pueblo que conocía las leyes pero no las cumplían.

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El corazón del apóstol se llenaba de dolor al ver a tantos desviarse del camino. Él sabía que la verdadera libertad se encontraba en Cristo, pero muchos preferían esclavizarse a los placeres temporales. Este mismo error se repite constantemente en la historia de la humanidad: cuando el hombre se aleja de Dios y busca llenar su vacío con cosas terrenales, su alma cae en decadencia. Las palabras de Pablo no son solo una crítica, sino una advertencia llena de amor, invitando al arrepentimiento y a la reflexión personal.

En el versículo que veremos a continuación Pablo habla de que la gloria de ellos es su vergüenza porque sus memorias y su corazón piensan en hacer riquezas y todo lo contrario a lo que ya está escrito y que debe cumplirse por parte del ser humano.

el fin de los cuales será perdición, cuyo dios es el vientre, y cuya gloria es su vergüenza; que solo piensan en lo terrenal.

Filipenses 3:19

Este versículo es un retrato espiritual del egoísmo humano. “Cuyo dios es el vientre” nos habla de aquellos que solo buscan satisfacer sus deseos carnales, sin considerar lo eterno. La expresión “su gloria es su vergüenza” refleja la inversión de valores que ocurre cuando el hombre llama bien al mal y mal al bien. Este mensaje nos llama a mirar más allá de lo visible y a valorar lo que realmente tiene peso eterno. Las riquezas, el poder o los placeres momentáneos pueden parecer atractivos, pero terminan dejando el alma vacía.

El error más grande que ha podido cometer el ser humano es, poner su mirada en las cosas terrenales más que en las cosas que le edifican, el apóstol habla en este mismo capítulo acerca de que debemos hacer tesoros en los cielos, porque todas estas cosas pasarán.

Cuando Pablo dice que debemos hacer tesoros en los cielos, está apuntando a una vida de fe, obediencia y servicio. Nada de lo que el hombre acumula en la tierra tiene valor eterno, pero las obras hechas con amor y humildad en el nombre de Cristo permanecen. Esto nos recuerda las palabras de Jesús: “Donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón”. Por eso, el cristiano debe aprender a valorar más la salvación que el éxito pasajero.

Es por eso que la perdición de muchos es crear tesoros, aferrarse a lo terrenal y olvidarse de que todas estas cosas pasarán. Como fieles creyentes debemos tomar el consejo del apóstol y buscar lo que edifica nuestras vidas y lo que en realidad nos salvará de perdernos. Dios te bendiga.

Hoy más que nunca, estas palabras nos llaman a reflexionar sobre nuestras prioridades. Vivimos en un mundo donde se promueve la apariencia, la fama y el dinero, pero pocas veces se habla de la pureza del corazón o del crecimiento espiritual. Como hijos de Dios, estamos llamados a marcar la diferencia, a vivir con gratitud y a poner nuestra esperanza en lo eterno. Sigamos el ejemplo de Pablo, quien, aun en prisión, mantuvo su mirada en Cristo y no en lo terrenal. De esa forma, también nosotros podremos decir que hemos peleado la buena batalla y guardado la fe.

Sálvame conforme a tu misericordia
Me haces vivir confiado
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