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El Salmo 91 es uno de los pasajes más amados y citados por los creyentes, pues expresa la confianza inquebrantable que el justo deposita en el Señor. Este salmo es un himno de fe, una declaración poderosa de protección divina y una promesa eterna para todos aquellos que habitan bajo la sombra del Altísimo. En sus líneas se revela la esperanza del pobre, del humilde y del que ha aprendido a depender enteramente de Dios. El creyente puede descansar en la seguridad de que el Señor es su amparo, su fortaleza y su refugio en medio de toda adversidad.
El versículo que meditamos hoy representa una de las más grandes expresiones de confianza y esperanza en toda la Escritura. Habla del poder de Dios que guarda a los suyos cuando todo alrededor parece derrumbarse, cuando el peligro acecha por todas partes. Estas palabras son una promesa para los que viven bajo Su cobertura y obedecen Su voz:
El salmista David entendía profundamente lo que significaba confiar en Dios como escudo y fortaleza. Había enfrentado guerras, persecuciones, traiciones y enfermedades, pero en todas esas situaciones reconoció que su seguridad no estaba en el ejército ni en la espada, sino en el Señor de los ejércitos. El que confía en Dios no teme a las malas noticias, no se deja vencer por el miedo, porque sabe que su vida está escondida en las manos del Altísimo. “Mas a ti no llegará”, dice el texto, y esa promesa es para el creyente que se mantiene firme en la fe, bajo la obediencia a la Palabra de Dios.
Este pasaje nos invita a reflexionar sobre la diferencia entre el que pone su esperanza en Dios y el que confía en sus propias fuerzas. El humilde de corazón se refugia en el Señor, mientras que el soberbio se apoya en su propio entendimiento. Pero el Señor tiene cuidado especial del que se humilla, del que reconoce su dependencia total de Él. Aun cuando el enemigo intente derribarlo, el Señor lo levantará y lo protegerá con Su diestra poderosa.
A lo largo de la historia, muchos hijos de Dios han experimentado esta realidad. En medio de guerras, pestes, persecuciones o pérdidas, el Señor ha demostrado ser fiel. Aunque todo a su alrededor se desplome, el justo se mantiene en pie, porque su fe está anclada en la roca que es Cristo Jesús. En tiempos de crisis y temor, este versículo sigue siendo un recordatorio vivo de que Dios nunca abandona a los suyos.
Amado hermano, puede que en tu vida estés enfrentando momentos de incertidumbre, aflicción o peligro. Tal vez sientas que todo se derrumba a tu alrededor, pero recuerda: “Caerán a tu lado mil y diez mil a tu diestra; mas a ti no llegará.” Estas no son palabras vacías, sino una promesa eterna de un Dios que vela por Sus hijos. Confía en Él, descansa en Su poder, y no temas. Porque aunque la noche sea oscura, el sol de justicia se levantará sobre ti con sanidad en sus alas. El Señor es tu refugio seguro, tu escudo impenetrable y tu esperanza firme. Refúgiate hoy bajo Su sombra y vive confiando en Su fidelidad eterna. Amén.
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