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Este es el triste final de aquellos que no honran a su padre y a su madre

El ojo que escarnece a su padre Y menosprecia la enseñanza de la madre, Los cuervos de la cañada lo saquen, Y lo devoren los hijos del águila.

El ojo que escarnece a su padre Y menosprecia la enseñanza de la madre, Los cuervos de la cañada lo saquen, Y lo devoren los hijos del águila.

El versículo que veremos en este artículo nos habla acerca del trágico final de aquellos hijos desobedientes que no honran a sus padres ni valoran sus consejos. La desobediencia filial no es un asunto menor ante los ojos de Dios. Desde los primeros mandamientos, el Señor estableció una norma divina para la familia: “Honra a tu padre y a tu madre, para que te vaya bien y seas de larga vida sobre la tierra.” Sin embargo, muchos jóvenes hoy han olvidado esta instrucción, cerrando sus oídos a las palabras de sus padres y siguiendo su propio camino, sin medir las consecuencias.

La desobediencia es uno de los males más peligrosos que puede invadir el corazón del ser humano, especialmente cuando va dirigida hacia los padres. Aquellos que no escuchan los consejos de quienes los criaron, suelen tropezar una y otra vez en los errores de la vida. La Biblia nos recuerda que quien desprecia la instrucción cosechará dolor y vergüenza. En cambio, el joven que obedece, que honra y respeta a sus padres, encontrará bendición, dirección y protección del Señor. Por eso, este tema no debe tomarse a la ligera: la desobediencia abre puertas al sufrimiento, mientras que la obediencia abre puertas a la bendición.

El escritor del proverbio que veremos a continuación fue un hombre sabio y obediente, que temía al Señor y valoraba la enseñanza. Sus palabras son un fuerte llamado de atención para todos los jóvenes que creen que saben más que sus padres. En el libro de los Proverbios encontramos esta advertencia solemne:

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El ojo que escarnece a su padre
Y menosprecia la enseñanza de la madre,
Los cuervos de la cañada lo saquen,
Y lo devoren los hijos del águila.

Proverbios 30:17

Este versículo es una figura poética que describe el destino del hijo rebelde. “El ojo que escarnece” simboliza el desprecio, la burla y la altivez del joven que mira con desdén a sus padres. Aquellos que menosprecian la enseñanza maternal o paterna caminan directo hacia la ruina. La imagen de los cuervos y las águilas devorando ese ojo representa la consecuencia de una vida sin respeto, una vida fuera del orden divino. Dios no pasa por alto la desobediencia; Él es justo, y la falta de honra hacia los padres es una afrenta contra Su autoridad misma, ya que los padres son representantes del amor y cuidado de Dios en el hogar.

El hijo que escarnece a sus padres no solo causa dolor a quienes lo criaron, sino que también cava su propia caída. La rebeldía ciega el entendimiento y endurece el corazón, haciendo que el joven ignore la voz de la experiencia. Cuando se desprecia el consejo de los padres, también se rechaza la sabiduría de Dios, porque la instrucción de los padres fue puesta por el Señor como guía para el bien. Los padres, con sus palabras y advertencias, buscan proteger a sus hijos del mal camino, pero el joven necio prefiere seguir sus impulsos, creyendo que lo sabe todo.

Los jóvenes que no escuchan la voz de sus padres suelen pisar en huecos profundos y peligrosos. Su camino se llena de errores, decepciones y heridas, porque se negaron a escuchar a tiempo. El mandamiento de honrar a los padres no es una simple tradición antigua, sino una verdad eterna. Quien desobedece a sus padres, desobedece también al Dios que los puso en autoridad. En cambio, aquel que honra, respeta y obedece, atrae la bendición divina sobre su vida. “Hijo mío —dice el proverbio—, no olvides la enseñanza de tu padre, ni dejes la dirección de tu madre, porque adorno de gracia serán a tu cabeza y collares a tu cuello.”

Si la generación de hoy no se arrepiente y no comienza a escuchar los consejos de sus padres, enfrentará un final terrible. Cada día vemos cómo muchos jóvenes se pierden, se destruyen y sufren consecuencias dolorosas por haber despreciado la instrucción que un día se les dio con amor. Dios no quiere la ruina del hombre, sino su salvación. Por eso, el llamado sigue vigente: honra a tus padres, escúchalos, y te irá bien en la vida. No permitas que el orgullo te aparte del buen camino. Aprende de los errores de otros y camina en obediencia. Si lo haces, el Señor afirmará tus pasos, y tu vida será llena de paz, propósito y bendición. Honra a tus padres, y honrarás a Dios.

Yo estaré dando gloria al que está sentado en el trono
La casa de los soberbios será asolada
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