Cree en Jesús y vivirás

Debemos creer en Aquel que nos puede dar la vida eterna, éste es Jesús hijo de Dios y ¿sabes por qué viviremos? porque Él es portador de vida eterna.

Es por eso que Jesús hablaba claro de que debemos creer en Él porque de esta forma podríamos vivir. Luego que Jesús recibió la noticia de que Lázaro habría muerto, dijo lo siguiente a su hermana:

Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.

Juan 11:25

En aquel gran día que Jesús venga por Su pueblo, todos los que murieron en Él serán resucitados, y los que queden vivos que sirven al Señor y andan según Su voluntad serán levantados y se reunirán con Él en las nubes. ¿Crees esto?.

No dudes de este gran acontecimiento, sirve al Señor con todo tu corazón, porque Él es quien da la vida eterna. Solo cree en Él.

Cuando meditamos en las palabras de Jesús, entendemos que no estaba hablando de una vida pasajera o limitada. Él nos ofrece una vida que trasciende la muerte, una vida donde no habrá más llanto ni dolor. La promesa de la resurrección nos llena de esperanza y nos recuerda que la muerte no tiene la última palabra, sino que en Cristo tenemos victoria.

Muchos buscan respuestas sobre lo que hay después de la muerte, y algunos se llenan de miedo porque no tienen la seguridad de lo que ocurrirá. Sin embargo, Jesús nos ofrece certeza: Él es la resurrección y la vida. No es solo alguien que puede dar vida, sino que en Él mismo está contenida la vida eterna. Esto significa que nuestra fe no está basada en filosofías humanas, sino en una verdad divina que transforma y asegura nuestro futuro.

Recordemos también que Jesús no solo habló de resurrección, sino que lo demostró con hechos. La resurrección de Lázaro fue un ejemplo de Su poder sobre la muerte, y a través de ese milagro, muchos pudieron creer en Él. Así como levantó a Lázaro, también nos levantará a nosotros en el día postrero. Esta promesa debe fortalecer nuestra fe y motivarnos a permanecer firmes.

El apóstol Pablo reafirma esta esperanza cuando dice: “Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él” (1 Tesalonicenses 4:14). Con estas palabras nos damos cuenta de que nuestra fe no es vana, sino que tiene un fundamento sólido en la resurrección del Señor. No importa la dificultad que enfrentemos en esta vida, sabemos que hay una recompensa eterna esperando por los que confían en Cristo.

Querido lector, esta verdad no es solo para leerla, sino para vivirla. Si creemos en Jesús, nuestras acciones deben reflejar esa fe. Amar, perdonar, obedecer y perseverar en la santidad son frutos que demuestran que hemos depositado nuestra esperanza en la vida eterna. No se trata de una religión vacía, sino de una relación viva con el Hijo de Dios, quien nos ha prometido estar con nosotros todos los días hasta el fin del mundo.

Quizás en algún momento te has preguntado si realmente vale la pena servir a Dios en medio de tantas pruebas y dificultades. La respuesta es clara: sí, porque en Cristo tenemos una herencia incorruptible. La vida eterna es el regalo más grande que alguien puede recibir, y está disponible para todo aquel que cree. No importa tu pasado, tus errores o tus debilidades, si crees en Jesús, tendrás la vida eterna.

Por eso hoy quiero animarte a no dudar, sino a afirmar tu fe en el Hijo de Dios. Recuerda siempre Sus palabras: “El que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá”. Aférrate a esa promesa, compártela con otros y mantente firme en la esperanza de que un día estaremos con el Señor por toda la eternidad.

Conclusión: La vida eterna no es un mito ni un sueño lejano, es una realidad que Jesús garantiza a todo aquel que cree en Él. Vive cada día con esa seguridad en tu corazón, sirve a Dios con alegría y espera con gozo el día glorioso en que se cumpla esta promesa. No olvides que en Cristo está la resurrección y la vida, y que en Él tenemos la victoria.