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Cómo tener al Padre y al Hijo

Cualquiera que se extravía, y no persevera en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios; el que persevera en la doctrina de Cristo, ese sí tiene al Padre y al Hijo

Las enseñanzas del Señor nos ayudan y nos dan sabiduría para poder seguir el camino que lleva al Padre celestial.

Nunca debemos extraviarnos de la verdad en Cristo Jesús, Él es quien nos da la fuerzas para poder continuar, llevando a cabo Sus mandamientos y Sus palabras en nuestros corazón.

Recordemos que si no tenemos Su palabra, que si no tenemos Sus mandamientos, tampoco tenemos a Jesús ni al Padre:

Cualquiera que se extravía, y no persevera en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios; el que persevera en la doctrina de Cristo, ese sí tiene al Padre y al Hijo.

2 Juan 1:9

Debemos que tener bien claro que si perseveramos en la doctrina de nuestro Señor, pues al Señor tenemos, tanto al Padre como al Hijo.

Todo aquel que se niega a perseverar en Su palabra, que no busca la forma de poder andar por sus caminos, pues éste también será negado y rechazado aquel gran día cuando el Señor venga a buscar a Su pueblo.

Esta enseñanza que acabamos de ver, nace porque en ese tiempo habían falsos maestros que no confesaban que Jesucristo había venido en carne, y es por eso la exhortación de Juan de «permanecer en la doctrina de Cristo».

Así que, cuidémonos de todos aquellos falsos maestros que todavía existen hoy en día, engañando, enseñando una doctrina que no es la que está en las Sagradas Escrituras. Pidamos sabiduría a Dios para que nos ayude a permanecer en la doctrina de Cristo y así tener al Padre y al Hijo.

Cuando hablamos de permanecer en la doctrina de Cristo, no se trata solamente de conocerla de manera superficial, sino de vivirla cada día con obediencia. La fe no es simplemente creer de labios para afuera, sino andar en la práctica del evangelio, amando a Dios sobre todas las cosas y a nuestro prójimo como a nosotros mismos.

El mismo Jesús enseñó que el que edifica su vida sobre la roca, que es Su palabra, permanecerá firme aun en medio de tormentas y dificultades (Mateo 7:24-25). Por eso, si queremos mantenernos firmes, debemos cimentar nuestras vidas en la verdad de Cristo, y no en filosofías humanas ni en doctrinas que se apartan de la Biblia.

Hoy más que nunca, vivimos en tiempos en que muchas voces buscan confundirnos, promoviendo ideologías contrarias a la Palabra de Dios. El creyente fiel debe discernir con la ayuda del Espíritu Santo qué viene de Dios y qué proviene del enemigo. La perseverancia en la doctrina es un escudo de protección para no caer en el error.

Además, la perseverancia en Cristo produce frutos visibles. Una vida guiada por el Señor refleja amor, paciencia, humildad y misericordia. El apóstol Pablo decía que el evangelio es poder de Dios para salvación (Romanos 1:16), y ese poder transforma a todo aquel que decide permanecer en Cristo. Esa transformación es la evidencia de que no seguimos doctrinas falsas, sino la verdad que viene de lo alto.

Si alguien abandona la doctrina de Cristo y comienza a seguir enseñanzas humanas, poco a poco se alejará de la luz y terminará caminando en oscuridad. Es por eso que la advertencia de Juan sigue vigente: tener a Cristo es tener al Padre, pero apartarse de Él es perder la comunión con Dios.

La Biblia también nos recuerda que debemos estar siempre alertas y preparados, porque la venida del Señor será repentina. No habrá tiempo de improvisar. Solo aquellos que hayan perseverado fielmente en la doctrina del evangelio estarán listos para recibir la corona de vida.

Querido lector, esta exhortación es una invitación a reflexionar: ¿en qué estamos basando nuestra fe? ¿Estamos viviendo conforme a la enseñanza de Cristo, o simplemente nos dejamos arrastrar por lo que el mundo dicta? Recordemos que el mundo pasa y sus deseos, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre (1 Juan 2:17).

Que cada día podamos pedirle a Dios entendimiento y firmeza para perseverar en Su doctrina. No se trata de perfección humana, sino de depender de Su gracia y de Su Espíritu Santo, quien nos guía a toda verdad.

Conclusión: Permanecer en la doctrina de Cristo es permanecer en la vida misma, porque fuera de Él no hay salvación. No permitamos que falsas enseñanzas nos aparten del verdadero camino. Sigamos firmes, con la mirada puesta en Jesús, autor y consumador de nuestra fe, sabiendo que Él nos dará la victoria final.

Pelea la buena batalla
Estad en paz con todos los hombres
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