Icono del sitio Restablecidos

Las mujeres sean no calumniadoras

Mujeres, sean personas que lleven los mandamientos de Dios en su corazón, practicándolos día a día, para edificación del espíritu, ya que estas acciones son las que en verdad agradan al Señor.

Una mujer que se somete al Señor es una mujer honesta y fiel. Ahora bien, sabemos que el enemigo siempre buscará la forma de tratar de desviar el camino de ellas para que busquen conflictos y fallen delante de Dios.

Es bueno que ustedes mujeres honren a sus esposos y hagan todas las cosas bien delante del Señor. Recuerden que sus vidas están segmentadas en la roca firme que es Dios, aquí es donde sus vidas han recibido descanso de parte del Señor.

-->

Las mujeres asimismo sean honestas, no calumniadoras, sino sobrias, fieles en todo.

1 Timoteo 3:11

Estos requisitos de lo cual Pablo estaba enseñando a Timoteo, hablando claramente de que un diácono debía estar firme delante de Dios, actuando con honradez.

Estas características que Pablo mencionaba, también debían tenerlas las esposas de estos hombres, y sus hijos también debían estar firmes y rectos delante del Señor.

Así que, mujeres, apoyen a sus esposos en el servicio del Señor, sean sobrias y mujeres honestas, honradas, y que todos sus hijos anden en buen camino, amén.

La mujer sabia siempre reconoce que su fortaleza no está en sus propias fuerzas, sino en el Señor. Una mujer que decide caminar en obediencia encuentra paz en medio de las pruebas, pues sabe que no depende de la aprobación humana, sino del favor de Dios. El corazón de una mujer entregada al Señor refleja templanza, paciencia y amor, virtudes que edifican el hogar y dan buen testimonio ante los demás.

El apóstol Pablo hacía énfasis en la necesidad de que las mujeres fueran sobrias y fieles, porque ellas también forman parte importante en el ministerio cristiano. La familia de un hombre de Dios no es un detalle menor, sino un reflejo de su vida espiritual. Cuando la mujer se mantiene firme en la fe, el esposo puede servir con libertad, y los hijos aprenden con el ejemplo lo que significa seguir al Señor.

Una mujer que honra a Dios no se deja llevar por la murmuración, no busca causar divisiones, sino que procura la paz. La Biblia dice que la mujer sabia edifica su casa, mientras que la necia con sus manos la destruye. Esto nos enseña que cada palabra y acción dentro del hogar tiene consecuencias, ya sea para bien o para mal. Por eso, la mujer de fe habla con sabiduría, guarda silencio cuando es prudente y actúa con amor en todo lo que hace.

Hoy en día, muchas familias enfrentan crisis por falta de principios firmes, pero cuando la mujer decide caminar de la mano de Dios, puede ser un pilar fundamental para sostener su hogar. No se trata solo de apoyar al esposo, sino de ser un ejemplo vivo para los hijos, mostrando con hechos la importancia de la oración, la honestidad y la confianza en el Señor.

El llamado de Dios a las mujeres no es una carga, sino una bendición. Al vivir en obediencia, la mujer recibe fortaleza, gozo y sabiduría que no vienen de este mundo. Su vida se convierte en un faro de luz en medio de la oscuridad, un reflejo de Cristo en la tierra. Y aunque los retos sean grandes, la promesa de Dios es aún más grande: Él guarda a quienes le temen y sostiene a los que confían en Su nombre.

Queridas mujeres, recuerden que su papel en la familia y en la iglesia es valioso e indispensable. No permitan que el mundo les haga creer que su rol es insignificante, porque Dios ha puesto en ustedes un espíritu fuerte y capaz de transformar ambientes con amor, fe y esperanza. Caminen con la frente en alto, guardando siempre los mandamientos del Señor, porque en Él hallarán la verdadera recompensa.

Que vuestro amor abunde aun más y más
Pastor rechaza los cultos online diciendo: "Zoom no es la iglesia"
Salir de la versión móvil