Una iglesia de Manaus, capital del estado de Amazonas en Brasil, está haciendo una obra muy hermosa, pues la iglesia utiliza el dinero que recauda en sus celebraciones de aniversario para ayudar a personas necesitadas.
Como parte de la celebración de su aniversario número 65, la iglesia construyó una casa para una familia que vivía en una choza en condiciones infrahumanas.
Katiane Queiroz da Silva y sus dos hijas fueron visitadas un sábado por un grupo de voluntarios. que realizaron la construcción de la casa. “Ese día no teníamos nada para comer. Mis hijas tenían mucha hambre ”, dijo Katiane, y agregó que «Desde entonces, mi vida ha cambiado».
La casa que le construyó la Iglesia Adventista de Cachoeirinha a Katiane consta de dos habitaciones, sala, comedor, baño y área de lavado. También les llevaron comida.
Edilson Fernandes es uno de los líderes de la iglesia y además es un arquitecto que pertenece a los voluntarios que realizó la construcción de la casa. Estuvo presente en la construcción de la casa, que demoró cuatro meses en ser terminada debido a las limitaciones de la pandemia. Finalmente el domingo 11 de abril el sueño de Katiane se hizo realidad, cuando los voluntarios le entregaron la llave de su nueva residencia.
Pero las donaciones no terminaron ahí. Katiane recibió la casa totalmente amueblada. Sobre esto Katiane expresó: “Hoy me siento feliz con Jesús. Tomé la llave de mi casa y sé que Dios no abandona a sus hijos. Solo puedo agradecerle a Él y a cada hermano que estuvo involucrado en este trabajo. Ahora es seguir perseverando con la esperanza de que algún día estemos junto a Jesús”.
Oremos a Dios para que siga tocando los corazones para que sigan ayudando a personas en necesidad y que más a menudo podamos ver noticias como esta.
Este tipo de obras nos recuerda la importancia de la solidaridad y la compasión en un mundo donde muchas veces predomina el egoísmo y la indiferencia hacia las necesidades de los demás. La Biblia enseña claramente que la fe sin obras es muerta, y acciones como estas son un testimonio vivo de que el evangelio no solo se predica con palabras, sino con hechos concretos que transforman vidas.
Cuando una iglesia decide invertir sus recursos en el servicio al prójimo, se convierte en un faro de esperanza para la comunidad. Lo que ocurrió en Manaus es un ejemplo de cómo la unidad de los creyentes, aun en medio de dificultades como la pandemia, puede dar frutos que perduran en la memoria y en el corazón de quienes reciben ayuda. No se trata solamente de construir una casa, sino de levantar la dignidad de una familia que antes vivía en condiciones de extrema necesidad.
El gesto de amueblar la casa también refleja el espíritu del evangelio, porque no se conformaron con dar lo básico, sino que buscaron que esa familia tuviera un verdadero hogar, un espacio donde no solo dormir, sino también soñar y crecer con esperanza. Este acto recuerda la enseñanza de Jesús en Mateo 25:35-36, donde Él dice que cuando damos de comer al hambriento, vestimos al desnudo o visitamos al necesitado, lo estamos haciendo a Él mismo.
En medio de tantas malas noticias que circulan a diario, historias como esta traen aliento y demuestran que todavía hay personas que escuchan la voz de Dios y ponen en práctica el mandamiento de amar al prójimo como a uno mismo. Cada acción de bondad es una semilla sembrada que tarde o temprano dará fruto, y lo que se hizo por Katiane y sus hijas quedará como un ejemplo a seguir.
Que esta historia nos inspire a todos a mirar a nuestro alrededor, a abrir los ojos ante las necesidades de nuestras comunidades. Tal vez no podamos construir una casa, pero sí podemos compartir un plato de comida, brindar una palabra de aliento, donar ropa, o simplemente acompañar a alguien en su soledad. La suma de pequeños actos de amor puede cambiar realidades completas.
Pidamos a Dios que multiplique este tipo de iniciativas y que en cada iglesia surjan corazones dispuestos a dar con alegría. Así como en Manaus hubo voluntarios que pusieron su tiempo, esfuerzo y recursos para bendecir a una familia, también nosotros podemos ser instrumentos de luz en este mundo.
En conclusión, lo ocurrido en la Iglesia Adventista de Cachoeirinha es un recordatorio de que el verdadero cristianismo se manifiesta en obras de amor. Ayudar a los más vulnerables es honrar a Dios y reflejar su misericordia. Sigamos el ejemplo de esta comunidad, pues en cada gesto de solidaridad acercamos el cielo a la tierra y mostramos que el amor de Cristo sigue vivo en medio de nosotros.