En el libro de Mateo encontramos un hombre que vino a Jesús, pero es impresionante la forma en que este hombre viene a Jesús. Este hombre era un principal judío, pero es sorprendente cuando escuchamos a este hombre decirle a Jesús que su hija acababa de morir. Veamos el verso que dice:
18 Mientras él les decía estas cosas, vino un hombre principal y se postró ante él, diciendo: Mi hija acaba de morir; mas ven y pon tu mano sobre ella, y vivirá.
19 Y se levantó Jesús, y le siguió con sus discípulos.
20 Y he aquí una mujer enferma de flujo de sangre desde hacía doce años, se le acercó por detrás y tocó el borde de su manto;
21 porque decía dentro de sí: Si tocare solamente su manto, seré salva.
22 Pero Jesús, volviéndose y mirándola, dijo: Ten ánimo, hija; tu fe te ha salvado. Y la mujer fue salva desde aquella hora.
23 Al entrar Jesús en la casa del principal, viendo a los que tocaban flautas, y la gente que hacía alboroto,
24 les dijo: Apartaos, porque la niña no está muerta, sino duerme. Y se burlaban de él.
25 Pero cuando la gente había sido echada fuera, entró, y tomó de la mano a la niña, y ella se levantó.
26 Y se difundió la fama de esto por toda aquella tierra.
Mateo 9:18-26
Observa lo que este hombre le dijo a Jesús después que su hija acababa de morir: «ven, pon la mano sobre ella y ella vivirá». Este hombre no tuvo ningún tipo de duda, él estaba confiado en que ella se levantaría y así fue. Dios levantó a esta niña por la gran fe de este hombre.
