El amor de Dios es maravilloso, es real, es perfecto, y lo más importante es que cuando ese amor entra en cada uno de nuestros corazones, nos sentimos diferentes porque hemos dado paso a que el amor de Dios entre y tome el control de todo nuestro interior.
Amados, amémonos unos a otros;
porque el amor es de Dios.
Todo aquel que ama, es nacido de Dios,
y conoce a Dios.
1 Juan 4:7
Cuando comenzamos a leer la primera carta de Juan en su capítulo 4 y versículo 7 vemos a Juan exhortando acerca del amor de Cristo, exhortándonos a mostrar el amor de Cristo hacia los demás.
Todo aquel que tiene amor es porque tiene ha nacido de nuevo. Recordemos algo muy importante y es que si tenemos amor podremos dar amor a nuestro prójimo, como dice la palabra del Señor.
Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros.
Dios es amor; y el que permanece en amor,
permanece en Dios, y Dios en él.
1 Juan 4:16
¿Qué debemos hacer para tener ese amor verdadero y eterno? Lo primero es, que debemos aceptar a Cristo como nuestro único y suficiente salvador y pedirle que more en nosotros. El amor de Dios permanece en nosotros si nosotros permanecemos en Él. Porque si su amor no está en nosotros, no tendremos paz, porque esa paz, la produce Aquel que es amor, y ese ser superior se llama Dios.
En esto se ha perfeccionado el amor en nosotros,
para que tengamos confianza en el día del juicio;
pues como él es, así somos nosotros en este mundo.
1 Juan 4:17
Cristo padeció por nuestros pecados en la cruz del calvario, para que tengamos vida, amor, paz, y para que tengamos nuevas fuerzas cada día. No desmayemos porque Dios está con nosotros, sigamos confiando en Él.
