He derramado mi alma delante del Señor

Cuando tenemos algo debemos valorarlo y no provocar a otras personas a irritarse o provocar a que ellos sientan envidia de lo que tenemos, porque estas cosas no son del agrado de Dios.  Para hablar sobre esto, veamos la historia de Ana.

Pero Ana hablaba en su corazón,

y solamente se movían sus labios,

y su voz no se oía; y Elí la tuvo por ebria.

1 Samuel 1:13

Ana no podía dar hijos porque era estéril, y como si esto fuera poco, ya su edad estaba muy avanzada, y sufría aún más porque su esposo tenía hijos con otra mujer llamada Penina.

Penina siempre buscaba la forma de hacer sentir mal a Ana, echándole en cara que Ana no tenía hijos y ella sí. Cuando Ana escuchaba estas palabras se entristecía en gran manera.

Ana estaba tan afligida de espíritu que oraba para sí misma y solo se movían sus labios, por eso cuando Eli la vio pensaba que estaba ebria. Sin embargo, lo que le pasaba era que estaba muy afligida de espíritu.

Entonces le dijo Elí:

¿Hasta cuándo estarás ebria? Digiere tu vino.

1 Samuel 1:14

Pero Ana, con lloro y angustiada le decía al Señor, que quería concebir un hijo para dedicarlo por completo a Él.

Y Ana le respondió diciendo:

No, Señor mío; yo soy una mujer atribulada de espíritu;

no he bebido vino ni sidra,

sino que he derramado mi alma delante de Jehová.

1 Samuel 1:15

Después que Elí pidió por esta mujer llamada Ana, Dios cumplió su petición luego de un tiempo. Cada día debemos estar confiados en que Dios no llegará tarde, sino en el momento necesario.

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