Habla, porque tu siervo oye

Posiblemente todos nosotros alguna vez hayamos escuchado la gran historia del profeta Samuel, aquel hijo que le nació a Ana, aquella mujer que era estéril y Dios obró de manera poderosa en la vida de esta mujer. Samuel fue dedicado a Dios desde su niñez y siempre estaba en el templo. Su historia es magnifica también por el hecho que podemos ver como el propósito de Dios se cumple por encima de toda las cosas, pues, en aquel tiempo la Palabra de Dios escaseaba en el pueblo de Israel y Dios levantaría a un hombre, a un gran profeta, y ese hombre era Samuel, aquel niño inofensivo que se encontraba en el templo sirviendo a Dios.

Repasemos un poco esta historia a través de unos cuantos versículos:

3 Samuel estaba durmiendo en el templo de Jehová, donde estaba el arca de Dios; y antes que la lámpara de Dios fuese apagada,

4 Jehová llamó a Samuel; y él respondió: Heme aquí.

5 Y corriendo luego a Elí, dijo: Heme aquí; ¿para qué me llamaste? Y Elí le dijo: Yo no he llamado; vuelve y acuéstate. Y él se volvió y se acostó.

6 Y Jehová volvió a llamar otra vez a Samuel. Y levantándose Samuel, vino a Elí y dijo: Heme aquí; ¿para qué me has llamado? Y él dijo: Hijo mío, yo no he llamado; vuelve y acuéstate.

7 Y Samuel no había conocido aún a Jehová, ni la palabra de Jehová le había sido revelada.

1 Samuel 3: 3-7

En aquel momento en el que Dios comienza a tratar directamente con el pequeño Samuel este no conocía la voz de Dios, puesto que Su Palabra no le había sido revelada, y Samuel pensaba que era Elí que le estaba hablando y se apresuraba hacía Elí y le preguntaba: ¿Para qué me haz llamado?  Y le volvió a hacer la misma pregunta unas veces más, pero Elí le respondía: «Yo no he llamado».

La tercera vez que Samuel hizo lo mismo, Elí se dio cuenta que Jehová estaba llamando al niño y le dio las siguientes instrucciones:

9 Y dijo Elí a Samuel: Ve y acuéstate; y si te llamare, dirás: Habla, Jehová, porque tu siervo oye. Así se fue Samuel, y se acostó en su lugar.

10 Y vino Jehová y se paró, y llamó como las otras veces: ¡Samuel, Samuel! Entonces Samuel dijo: Habla, porque tu siervo oye.

1 Samuel 3:9-10

Esta vez ya el niño Samuel sabía quién le estaba llamado y se trataba del mismo Dios. Y este respondió al Señor: «Habla, porque tu siervo oye». Nosotros también debemos estar prestos a escuchar la Palabra de Dios, debemos estar listos para responder ante su llamado. En ese tiempo de escasez de la Palabra, Dios levantó a Samuel como un gran profeta en Israel y de la misma manera Dios nos ha llamado a ser militantes de Su Palabra y debemos siempre atentos para escuchar la voz de Dios.

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