El sacrificio de Cristo quita el pecado

La Biblia nos habla de dos pactos de Dios con la humanidad, el primero fue un pacto lleno de leyes y prohibiciones, un pacto que Pablo lo define como algo que era casi imposible para el hombre salvarse y que no incluía a toda la humanidad, ese pacto estaba lleno de ritos, cultos y ordenanzas y para el hombre todas estas cosas eran muy complicadas.

Pero de antemano se había prometido un segundo pacto, el cual sería mejor que el primero, el cual terminaría de una vez por todas con el pecado. Recordemos que a través del pecado de Adán reinó la muerte, pero, la historia no se quedó en el Edén, sino que Dios nos envió a Cristo y por Él entró la vida.

El autor del libro de los hebreos comienza hablando en el capítulo nueve de las características del antiguo pacto, de como era el culto, de como aquellos sacrificios que se ofrecían continuamente eran insuficientes para terminar con el pecado, pero más adelante nos habla de un sacrificio que terminó de una vez y por todas con el pecado y con la muerte, y es el sacrificio de nuestro amado Cristo. El autor dice:

28 así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan.

Hebreos 9:28

El sacrifico de Cristo fue el hecho más trascendental de toda la historia de la humanidad, esa historia no se queda simplemente dibujada en un madero, no es un mera historia famosa, no es simplemente un buen recordatorio, es mucho más que eso. La Biblia nos cuenta que cuando Cristo murió, literalmente el velo se rasgó, el cielo se oscureció, fue un día como jamás había existido, aquel día, ese glorioso día la muerte y el pecado fueron destruidos, se ofreció el Hijo de Dios como sacrificio por nuestros pecados.

Aquel momento fue tan impresionante que también nos alcanzó a nosotros y hoy podemos testificar de su gracia, de su eterna gracia. Y nuestra esperanza es que Cristo un día vendrá por nosotros.

Aguardemos las Palabras de Cristo en nuestros corazones, esperemos y confiemos en Él todos los días de nuestras vidas.

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