No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos

Hoy en día tenemos muchas personas diciéndole «Señor» a Jesucristo, vemos personas de los medios, personas famosas diciéndole «Señor» a Cristo, pero lo irónico es que la mayoría de ellos no cambian su forma de ser y siguen bajo la maldición del pecado. También hay otro grupo que es capaz de predicar en los púlpitos no para exaltar el nombre de Cristo sino para ser conocidos por los demás.

En la Biblia encontramos un pasaje donde Jesús habló sobre esto, y mencionó el triste final de ellos:

21 No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.

22 Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?

23 Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad.

Mateo 7:21-23

Una cosa es nosotros vociferar que Cristo es el Señor y otra muy distinta es hacer la voluntad de aquel que decimos que es nuestro Señor. Y es por esto que en una ocasión Jesús hizo la interrogante: ¿Y por qué me llamáis: «Señor, Señor» y no hacéis lo que yo digo? (Lucas 6:46). No solamente debemos procurar llamarle «Señor» a nuestro amado Jesús, sino que debemos guardar Su Palabra para que este sea verdaderamente nuestro Señor.

En aquel gran día ocurrirá que muchos que tuvieron un gran ministerio, que hicieron grandes escenarios frente al mundo, que fueron famosos, se acercarán ante Jesús diciéndole todas las buenas obras que hicieron en su nombre, pero la triste respuesta de Jesús será: ¡Apartaos, nunca os conocí, hacedores de maldad!

Procuremos ser conocimos por Cristo, permanezcamos en Él y en Su Palabra para que en aquel día Cristo nos pueda conocer.

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