Pon tu mirada en las cosas de arriba

Muchos pasajes en las Escrituras nos hablan de manera tal que nos hacen entender que aunque estamos en el mundo no somos de este mundo. Es por ello que debemos entender que no podemos pensar que la eternidad se vive cuando vamos al cielo, más bien, la eternidad se empieza a vivir desde el momento en que estamos en Cristo.

La vida realmente es muy corta, el cielo es muy alto, el infierno muy profundo, y pasar una eternidad con Dios determina muchas cosas mientras estamos aquí en la tierra. Esta vida solo la debemos ver como un ensayo, adorar a Dios, cantar alabanzas, estas cosas son simplemente un ensayo de lo que haremos por eternidad de eternidades, y es por eso que no debemos conformarnos a este mundo, sino renovar nuestros pensamientos cada día a través de la Palabra de Dios.

El apóstol Pablo escribió:

1 Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios.

2 Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra.

3 Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios.

4 Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria.

Colosenses 3:1-4

Cuando Cristo nos trae hacia Él, entonces somos juntamente resucitados con Él, resucitados de la muerte espiritual en la que nos encontrábamos, y ahora que estamos en Cristo vivimos de una manera completamente diferente a la que solíamos vivir.

Pablo nos dice en el primer verso de este capítulo: «Buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios». Pero, por si acaso no entendimos el verso número uno, el apóstol sigue haciendo énfasis en esto y dice en el verso 2: «Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra». Y es que este debe ser el sentir de cada cristiano en este mundo, que vivamos en este mundo como si no perteneciésemos a él, y todo esto porque nuestra ciudadana es celestial.

Queridos hermanos, un día moraremos con Cristo por toda una eternidad y esa eternidad empieza ahora.

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Una bendición que no añade tristeza con ella
Bienaventurado el que anda en la ley de Jehová
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