Dice un dicho que momentos difíciles tenemos todos, pero yo agrego a eso que no todos nos sabemos contentar en esas terribles situaciones. Siempre he dicho que los momentos difíciles son aquellos que nos ayudan a madurar nuestra fe, son dolorosos, pero siempre tienen una salida, al tiempo de Dios, no al de nosotros. En la prueba más difícil debemos pedirle a Dios que nos enseñe a confiar en Él con todo nuestro corazón.
Muchos hombres en la Biblia profesaron esta fe inconmovible, de creer en Dios en el peor momento. Muchos de ellos se sintieron débiles en cierto momento, pero su fe fue más grande que la debilidad humana. En la Biblia tenemos grandes historias, ejemplo: Tres jóvenes que prefirieron ser lanzados a un horno de fuego por ser fieles a Dios. Por otro lado, tenemos la famosa historia de David, que no midió el tamaño de su enemigo, sino que quiso demostrar a todo el mundo lo grande que es Dios.
Tenemos un hombre de Dios que dijo unas palabras muy profundas y que nos pueden servir para en momentos difíciles aumentar nuestra fe:
Aunque la higuera no florezca, ni en las vides haya frutos, aunque falte el producto del olivo, y los labrados no den mantenimiento, y las ovejas sean quitadas de la majada, y no haya vacas en los corrales; con todo, yo me alegraré en Jehová, y me gozaré en el Dios de mi salvación.
Habacuc 3: 17-18
¡Poderosa declaración! Esta persona está diciendo que aunque falte el alimento, aunque sus negocios caigan, aunque todo tipo de males le sucedan, sin importar nada de eso, se sentirá gozoso en Dios. Esta es la misma actitud que nosotros como siervos de Dios debemos mostrar en las tempestades que nos presenta la vida.
El gozo de la salvación no se debe perder en estos momentos. Seamos perseverantes, confiemos en Dios con todo nuestro corazón y digamos juntamente con el profeta Habacuc: «Aunque la higuera no dé sus frutos, me gozaré en Jehová».
