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La carta que escribió Paul Washer luego del ataque al corazón

A finales de marzo de 2017, el pastor y predicador Paul Washer sufrió un ataque al corazón que puso en riesgo su vida. Según relató él mismo, su corazón se detuvo tres veces antes de llegar al hospital. Humanamente, fue un momento crítico, pero en la providencia de Dios, Washer sobrevivió y pudo compartir después una carta de gratitud y reflexión. Esta experiencia no solo marcó su vida personal, sino que también dejó una enseñanza poderosa para todo creyente que enfrenta la fragilidad de la existencia humana.

Lo primero que llama la atención en este testimonio es lo rápido que la vida puede cambiar. Paul Washer llevaba un estilo de vida saludable, con ejercicios regulares y una dieta estricta, sin embargo, su condición genética lo llevó a sufrir este ataque cardíaco. Esto nos recuerda que, aunque debemos cuidar nuestro cuerpo, la salud no está en nuestras manos por completo. La Biblia afirma que nuestra vida es como neblina que aparece por un poco de tiempo y luego se desvanece (Santiago 4:14). Reconocer nuestra fragilidad debe llevarnos a depender más de Dios y a valorar cada día como un regalo de su gracia.

En su carta, Washer destacó la fidelidad de Dios en medio del sufrimiento. Aunque los días en el hospital fueron dolorosos, pudo aprovecharlos para testificar del Evangelio a médicos y enfermeros. Aquí encontramos una lección clave: aun en medio de pruebas físicas y limitaciones, el creyente puede ser instrumento de Dios para dar gloria a Cristo. Las dificultades no son excusas para callar la fe, sino oportunidades para mostrar que la esperanza del cristiano no se apoya en la salud o en la comodidad, sino en la obra redentora de Jesucristo.

Otro aspecto notable de su testimonio fue la importancia de la familia. Washer habló con gratitud de su esposa Charo y de sus hijos, quienes estuvieron a su lado cuidándolo con amor y disciplina. La enfermedad se convirtió en un tiempo de redescubrimiento del valor de la familia como un regalo de Dios. Muchos cristianos, absorbidos por el ministerio o el trabajo, olvidan que la primera responsabilidad es amar y pastorear el hogar. Su reflexión nos anima a valorar los momentos con los nuestros, a cultivar relaciones sanas y a no dar por sentado el tiempo con ellos.

La carta también revela la humildad de un siervo de Dios que teme ser innecesario. Washer expresó preocupación de que, al estar ausente de HeartCry, los demás pudieran descubrir que podían avanzar sin él. Esto muestra que, aun los siervos más reconocidos, siguen siendo vulnerables al sentimiento de inutilidad. Sin embargo, la verdad es que la obra es de Cristo, no de los hombres. Dios nos da el privilegio de participar, pero la gloria siempre será suya. La iglesia debe recordar que los líderes son vasos de barro y que solo el poder de Dios es el que sostiene y hace crecer su reino.

Finalmente, Washer pidió oración para usar su “tiempo caído” para la gloria de Dios. En lugar de quejarse, vio su limitación como una nueva oportunidad para dedicarse a proyectos de escritura y ministerio desde casa. Esta actitud es profundamente bíblica: el apóstol Pablo, aun encarcelado, escribió epístolas que hasta hoy edifican a la iglesia. Así también, Washer entendió que mientras tenga vida, cada segundo debe ser invertido en honrar al Señor. Este enfoque nos desafía a preguntarnos: ¿cómo estamos usando nuestro tiempo? ¿Invertimos en lo eterno o lo malgastamos en lo pasajero?

En conclusión, la experiencia de Paul Washer es un recordatorio poderoso de que la vida es frágil, pero Dios es fiel. Nos enseña a depender de Él, a valorar la familia, a ser humildes en el ministerio y a aprovechar cada circunstancia, incluso la enfermedad, para su gloria. Que su testimonio nos motive a ser verdaderos adoradores que, en salud o en debilidad, podamos decir con el apóstol Pablo: “Para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia” (Filipenses 1:21).

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