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¿Existen nuevas revelaciones doctrinales sobre el cielo, el infierno y otros temas?

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Ministerios Integridad & Sabiduría publicó en su página de Facebook la tesis #35 para la iglesia evangélica de hoy titulada:

«No hay revelación doctrinal nueva acerca del cielo, del infierno o de cualquier otro tema. El canon ha sido cerrado» – Pastor Miguel Núñez

A continuación les presentamos el transcrito de la tesis y el video con el Pastor Miguel Núñez:

En múltiples ocasiones he oído a alguien decir o en ocasiones he leído a alguien que ha escrito que ha tenido un viaje especial al infierno o un viaje especial al cielo donde Dios le hizo nuevas revelaciones de cómo lucen aquellos lugares. Muchos de esos que cuentan historias similares han dicho tal cosa sin nunca haber ido a la Biblia. La Palabra de Dios es clara en Deuteronomio 29:29:

“Las cosas secretas pertenecen a nuestro Dios y las cosas reveladas nos pertenecen a nosotros y a nuestros hijos, a nuestros descendientes.”

De manera que todo aquello que Dios entendía que nosotros necesitábamos para nuestra salvación ha sido ya revelado. Con eso terminó su revelación escrita, con eso terminó y cerró el Canon de las Escrituras. Pensar ahora que nosotros tenemos nuevas revelaciones doctrinales, no importa si es acerca del infierno o acerca del cielo, implicaría una edición de la Biblia que ya tenemos e implicaría incluso múltiples ediciones conforme a la multiplicidad de los testimonios de personas que han aseverado tal cosa.

Si nosotros queremos saber qué Dios ha revelado, qué Dios ha dicho para nosotros acerca del cielo, acerca del infierno, ya está escrito. Solamente tenemos que ir a la Biblia y lo que está allí es lo que nos toca conocer, enseñar y transmitir. Ese conocimiento debe pasar de generación en generación, con fidelidad, sin añadir ni quitar a la Palabra de Dios. La exhortación es clara: no especulemos con lo que Dios no ha revelado, no convirtamos experiencias personales en “doctrina”, sino que permanezcamos en lo escrito.

Aquí vale la pena hacer una pausa y reflexionar: ¿qué sucede cuando los creyentes buscan “nuevas revelaciones”? En muchos casos, se genera confusión, divisiones y falsas esperanzas. A lo largo de la historia de la iglesia, movimientos enteros se han desviado porque han dado más autoridad a visiones, sueños o experiencias místicas que a la Escritura misma. El apóstol Pablo advirtió contra esto en Gálatas 1:8: “Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema.” La revelación divina no depende de la imaginación humana ni de supuestos viajes espirituales, sino de lo que Dios ha querido dejar por escrito.

Además, si aceptáramos la idea de “nuevas revelaciones”, ¿quién decidiría cuáles son verdaderas y cuáles falsas? Cada persona podría levantar su voz con una supuesta experiencia y afirmar que Dios le mostró algo inédito. Eso abriría la puerta a un caos doctrinal sin precedentes. La seguridad que tenemos hoy los cristianos es que la Biblia es suficiente, completa y final. Como dice 2 Timoteo 3:16-17, “Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.”

En lo personal, creo que este recordatorio es necesario para la iglesia contemporánea, donde el sensacionalismo muchas veces atrae más que la sana doctrina. Historias de supuestos viajes al cielo venden libros, generan seguidores en redes sociales y despiertan curiosidad, pero no producen fe genuina ni santidad. La fe verdadera viene “por el oír, y el oír, por la palabra de Dios” (Romanos 10:17). No necesitamos un relato moderno para confiar en las realidades eternas; necesitamos creer y obedecer lo que ya Dios ha revelado.

Por tanto, en lugar de buscar experiencias extraordinarias, la iglesia está llamada a profundizar en la Palabra ya dada. Allí encontramos la verdad suficiente para conocer a Dios, para vivir en santidad y para esperar con esperanza el cielo prometido. La Escritura no solo nos dice lo que necesitamos saber, sino que nos da certeza, paz y seguridad de salvación. Pretender añadir nuevas revelaciones no solo es un error, sino una falta de confianza en la suficiencia de la Palabra de Dios.

Así que la exhortación de esta tesis no es simplemente una advertencia académica, sino un llamado pastoral: volvamos a la Escritura, vivamos conforme a ella y transmitamos fielmente la verdad bíblica a las siguientes generaciones. Solo así podremos mantenernos firmes en medio de un mundo lleno de voces que buscan añadir, alterar o suavizar lo que Dios ya ha revelado. Como iglesia, nuestro deber no es innovar en doctrina, sino permanecer en la fe “que ha sido una vez dada a los santos” (Judas 1:3).

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