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Quién es Jesús vs quién dices tú que es Jesús

Leamos que nos dice la Biblia en Mateo 16:

13 Cuando Jesús llegó a la región de Cesarea de Filipo, preguntó a Sus discípulos: “¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?” 14 Y ellos respondieron: “Unos, Juan el Bautista; y otros, Elías; pero otros, Jeremías o alguno de los profetas.” 15 “Y ustedes, ¿quién dicen que soy Yo?” les preguntó Jesús. 16 Simón Pedro respondió: “Tú eres el Cristo (el Mesías), el Hijo del Dios viviente.”

Encontramos dos preguntas importantes en este verso, aunque la segunda más importante que la primera. La primera pregunta que Jesús hace es la siguiente: ¿quién dicen que soy yo?, los discípulos responden: “Unos, Juan el Bautista; y otros, Elías; pero otros, Jeremías o alguno de los profetas.” Nótese algo muy importante en esta respuesta y es que para las personas que estaban alrededor Jesús era cualquier cosa menos el Cristo, y esto lo vemos hoy en día continuamente, para muchos Jesús es simplemente un milagrero, un profeta, un sanador, un esto y un aquello, pero esta no es la respuesta correcta, aunque las demás son ciertas. Ahora veamos la segunda pregunta que Jesús hace a sus discípulos, la cual deberíamos hacernos nosotros mismos cada momento de nuestras vidas; Jesús pregunta: “Y ustedes, ¿quién dicen que soy Yo?”, es como si para Jesús la primera respuesta no estaba bien contestada, más Simón Pedro responde haciendo dos declaraciones increíbles: “Tú eres el Cristo (el Mesías), el Hijo del Dios viviente.”

Me encanta una interpretación de R.C Sproul en su libro “who is Jesús” donde dice lo siguiente:

Cristo proviene del término griego christos , que significa “ungido”. Corresponde al hebreo “mesías”. Si tuviéramos que traducir el nombre y el título directamente al español, diríamos “Jesús Mesías”. Con este título estamos haciendo una confesión de fe de que Jesús es el ungido de Israel esperado por tanto tiempo, el Salvador que redimiría a su pueblo.

Entendemos que esto es lo principal que debemos saber sobre Jesús: que Él es el Mesías prometido y el Hijo del Dios viviente.

Toda la Escritura nos habla de Jesús y su poderío, por lo cual creo que la Biblia nos habla por sí misma de la persona de Jesús. Veamos algunos versos a continuación:

1 – Autor y consumador de la fe

Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, quien por el gozo puesto delante de El soportó la cruz, despreciando la vergüenza, y se ha sentado a la diestra del trono de Dios.

Hebreos 12:2

Este pasaje nos enseña que nuestra fe no nace de nosotros mismos, sino que tiene su origen en Cristo. Él es quien la inicia en nuestro corazón y quien la lleva a su perfección. La obra de la salvación no depende de nuestras fuerzas ni de nuestra capacidad, sino de la gracia de Jesús, quien con gozo aceptó el sufrimiento de la cruz para que nosotros fuésemos reconciliados con Dios. Por eso, debemos mantener nuestra mirada fija en Él, pues apartar los ojos de Cristo es perder de vista la meta.

Además, el versículo recalca la exaltación de Jesús después de la cruz: Él está sentado a la diestra del trono de Dios, lo que significa victoria, autoridad y reinado eterno. Este detalle nos recuerda que el sacrificio no fue el final, sino que abrió el camino a la gloria. Por lo tanto, nuestra fe se sostiene no solo en el Cristo crucificado, sino también en el Cristo resucitado y glorificado, quien gobierna y garantiza que nuestra fe llegue a su plenitud.

2 – El blanco perfecto de Dios para darnos salvación

Pero El fue herido (traspasado) por nuestras transgresiones,
Molido por nuestras iniquidades.
El castigo, por nuestra paz[a], cayó sobre El,
Y por Sus heridas (llagas) hemos sido sanados.

Isaías 53:5

Este texto profético anuncia con claridad el sufrimiento del Mesías como sustituto por los pecadores. Jesús recibió el castigo que nosotros merecíamos y cargó con nuestras transgresiones para ofrecernos paz y reconciliación con Dios. Cada herida y cada dolor que sufrió en la cruz tuvieron un propósito redentor: abrirnos el camino a la sanidad espiritual y a la vida eterna. No fue un accidente histórico, sino el cumplimiento perfecto del plan de Dios.

Por eso, Isaías 53:5 es una declaración poderosa que nos muestra que la salvación es un regalo de gracia inmerecida. Cristo es el blanco perfecto de Dios porque en Él se cumplieron las exigencias de justicia y misericordia. Al recibir por fe este sacrificio, comprendemos que no hay nada que podamos añadir a la obra de Cristo, sino simplemente aceptar con gratitud la paz que ahora tenemos con Dios gracias a sus llagas.

3 – El único salvador del mundo

En ningún otro hay salvación, porque no hay otro nombre bajo el cielo dado a los hombres, en el cual podamos ser salvos.

Hechos 4:12

Este pasaje afirma de manera categórica que la salvación no se encuentra en ninguna filosofía, religión o figura humana, sino únicamente en Jesucristo. No existen múltiples caminos que conduzcan a la vida eterna, sino uno solo, y ese es el nombre de Jesús. Esto no es una declaración de intolerancia, sino la proclamación de la verdad divina: Dios mismo estableció a su Hijo como el único mediador entre Él y los hombres.

Por ello, cada persona necesita confrontarse con esta realidad: sin Cristo estamos perdidos, pero en Él tenemos salvación plena. La iglesia primitiva lo predicaba con valentía aun en medio de persecuciones, y hoy sigue siendo el mensaje central del evangelio. Reconocer que Jesús es el único salvador es rendirnos a su señorío y confiar en que su obra en la cruz es suficiente para redimirnos completamente.

4 – Él es la vid verdadera

Yo soy la vid verdadera, y Mi Padre es el viñador.

Juan 15:1

Aquí Jesús usa una metáfora profunda: Él es la vid verdadera de la cual dependen todas las ramas. Esto significa que nuestra vida espiritual no tiene sentido ni fruto si no permanece conectada a Cristo. Así como una rama separada de la vid se seca, de igual manera un creyente separado de Jesús pierde su vitalidad espiritual. La dependencia total de Cristo es el secreto de la vida cristiana fructífera.

Al decir que el Padre es el viñador, Jesús recalca que Dios cuida y poda las ramas para que den más fruto. La poda a veces duele, porque implica disciplina y pruebas, pero tiene un propósito divino: hacernos crecer y dar frutos de santidad y buenas obras. Este pasaje nos anima a permanecer en Cristo y confiar en el cuidado amoroso del Padre que trabaja en nosotros para su gloria.

5 – Él es la luz del mundo

Jesús les habló otra vez, diciendo: “Yo soy la Luz del mundo; el que Me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la Luz de la vida.”

Juan 8:12

Jesús se presenta como la luz que disipa toda oscuridad espiritual. Esto significa que sin Cristo el mundo vive en tinieblas, atrapado en el pecado y la confusión. Quien decide seguir a Jesús recibe la luz que ilumina el camino de la verdad, la justicia y la vida eterna. No se trata de una luz pasajera, sino de una fuente eterna que guía en medio de la oscuridad de este mundo.

Además, al afirmar que quienes lo siguen tendrán la luz de la vida, Jesús establece una promesa: caminar con Él es vivir en libertad, claridad y propósito. La luz no solo revela lo oculto, sino que transforma la manera en que vemos la vida. Este pasaje nos desafía a preguntarnos si realmente estamos caminando bajo su luz o permanecemos en las sombras de nuestras propias decisiones.

6 – Él es el nuevo pacto

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a Su Hijo unigénito (único), para que todo aquél que cree en El, no se pierda, sino que tenga vida eterna.

Juan 3:16

Este versículo resume el corazón del evangelio: el amor inmenso de Dios por la humanidad manifestado en el sacrificio de su Hijo. Jesús vino a inaugurar un nuevo pacto, no basado en sacrificios de animales ni en ritos temporales, sino en su propia sangre derramada para darnos vida eterna. Aquí se revela tanto la justicia de Dios, que exige pago por el pecado, como su misericordia, que ofrece ese pago en Cristo.

El nuevo pacto nos asegura una relación personal con Dios, basada en la fe en Jesucristo. Ya no se trata de cumplir un sistema legal externo, sino de recibir una vida nueva por medio del Espíritu Santo. Juan 3:16 no es solo un versículo para memorizar, sino la expresión viva de que en Cristo tenemos esperanza segura, perdón de pecados y una eternidad asegurada con el Padre.

Conclusión

Hay tantas cosas que podemos hablar de Cristo y muchas veces es lo que menos mencionamos en nuestros púlpitos, cuando Él es la razón de todo. Podemos ver a Cristo en todas las Escrituras y este fue el pensamiento del reformador Martín Lutero, Él creía que Cristo estaba en todas partes en las Escrituras, ¿creemos hoy en día lo mismo dentro de nuestras iglesias?

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