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Frases de Paul Washer


Paul Washer es un misionero, pastor, evangelista, escritor, abogado, fundador y director de la Sociedad Misionera Heartcry. Es predicador itinerante de la Convención Bautista del Sur. Aparte de sus viajes y predicas, Paul es profesor invitado en varios seminarios, en particular en The Master’s Seminary Español.

A continuación les dejamos unas frases edificantes de este hombre de Dios. Esperamos que les sea de bendición.

1 – No confío en la capacidad del hombre para escuchar a Dios, pero confío en la capacidad de Dios para hablarle al hombre

Esta afirmación destaca la iniciativa divina en la comunicación espiritual. El ser humano es limitado, cambiante y distraído; Dios, en cambio, es fiel para revelar su voluntad con claridad por medio de su Palabra y su Espíritu.

La Escritura muestra a un Dios que habla: llamó a Abraham, se reveló a Moisés, envió a los profetas y, en estos días, nos ha hablado por el Hijo. La autoridad no reside en nuestras percepciones, sino en lo que Dios ha dicho.

Aplicación: somete tus impresiones a la Biblia, pide discernimiento y busca consejo piadoso. Confía menos en tu oído y más en la voz objetiva de Dios en la Escritura.

2 – ¡La sensualidad es solamente un anuncio público de la condición del corazón! ¡Huid de ella!

La sensualidad no es solo un comportamiento externo: revela amores desordenados. Lo que se exhibe con el cuerpo suele originarse en un corazón que ha cambiado la gloria de Dios por placeres efímeros.

“Huid” implica medidas radicales: cortar fuentes de tropiezo, rendir cuentas y cultivar la pureza en pensamiento y práctica. No se combate con indiferencia, sino con diligencia.

La gracia de Cristo no solo perdona, también transforma los deseos. Llena el corazón de mejores afectos para que lo prohibido pierda su encanto.

3 – Usted es verdaderamente un cristiano o es simplemente parte del circo llamado iglesia evangélica moderna?

La pregunta llama a la autoprueba. No basta con asistir, cantar o conocer la vida cristiana: el nuevo nacimiento produce arrepentimiento, obediencia y amor a Cristo.

La “espectacularización” de la fe distrae del evangelio. Cuando lo atractivo reemplaza lo bíblico, el resultado es religiosidad sin vida.

Examina frutos: hambre de la Palabra, lucha contra el pecado, comunión con la iglesia y crecimiento en santidad. Ahí se evidencia la obra de Dios.

4 – Relativismo: La verdad absoluta de que no existen verdades absolutas

La frase denuncia la incoherencia del relativismo: afirmar con certeza que no hay certezas es autocontradictorio. La fe cristiana descansa en verdades reveladas por Dios.

Si todo es relativo, el pecado se vuelve opinión y la salvación una preferencia. La cruz pierde sentido. La verdad objetiva de Dios sostiene la moral, la esperanza y la misión.

Responde con mansedumbre y firmeza: presenta a Cristo como la Verdad encarnada y la Escritura como norma suficiente para fe y conducta.

5 – La poda de mi Maestro es más dulce que cualquier placer que este mundo me puede ofrecer

La disciplina de Dios duele, pero es amorosa. Podar no destruye; dirige el crecimiento para más fruto y mayor semejanza a Cristo.

Los placeres del mundo son rápidos y vacíos; la corrección divina produce paz y justicia perdurables. Es una dulzura que llega después del proceso.

Acepta la poda con fe: pregunta qué quiere formar Dios, sométete a su Palabra y persevera en oración. El fruto vendrá.

6 – Dime lo que ocupa tu mente y te diré quién es tu Dios

El pensamiento revela adoración. Aquello que domina la mente usualmente gobierna el corazón y dirige las decisiones.

Los ídolos modernos no siempre son visibles: éxito, imagen, comodidad o control. Cristo reclama el primer lugar en todo.

Práctica: llena tu mente de la Palabra, memoriza textos, medita en los atributos de Dios y convierte preocupaciones en oración.

7 – Cuánto un hombre ahora dirá mucho más sobre él que lo que predica

El carácter valida o contradice el mensaje. La vida cotidiana—en lo privado—habla más fuerte que un sermón público.

Coherencia no es perfección, es arrepentimiento constante. El cristiano peca, pero no vive cómodo en el pecado.

Pide a Dios integridad: que tus obras reflejen lo que crees; practica rendición de cuentas y hábitos santos.

8 – ¿Su entusiasmo cuando lee la Palabra de Dios es el mismo que cuando asistió al partido de fútbol de ayer?

La comparación expone afectos. Lo que más celebramos revela lo que más valoramos. La Biblia merece nuestro mayor deleite.

El gozo en la Palabra crece con la práctica: lectura atenta, estudio, oración y obediencia. El Espíritu enciende el corazón.

Cultiva señales de entusiasmo santo: canta verdades bíblicas, comparte lo aprendido y aplica pronto lo que Dios te muestra.

9 – Al diablo le gustaría volver al cielo ya que él no tenía que doblar las rodillas ante Dios

El orgullo fue la ruina de Satanás: quiso la gloria sin sumisión. La rebelión es querer los dones de Dios sin su gobierno.

La misma tentación acecha al hombre: disfrutar beneficios divinos, pero vivir autónomamente. La gracia nos devuelve a la obediencia.

Humíllate bajo la poderosa mano de Dios. Donde Cristo reina, el enemigo pierde terreno.

10 – O Dios es todo en su vida o no es nada

Cristo no comparte trono. La entrega parcial es autoengaño: el Señor demanda el corazón entero.

La fe verdadera reorganiza prioridades, tiempo, recursos y decisiones alrededor de Dios y su gloria.

Ora para que el Espíritu exponga reservas ocultas y te conceda obediencia plena y gozosa.

11 – Nuestro mayor problema es que nos estimamos más de lo que estimamos a Dios

El egocentrismo desplaza la adoración. Cuando el yo ocupa el centro, todo se desordena.

El evangelio nos descentra: nos muestra pecado y gracia, nos saca del espejo y nos pone de rodillas ante la cruz.

Practica la negación de ti mismo: sirve en secreto, perdona sin aplausos y busca la aprobación de Dios antes que la humana.

12 – El perdón no es un sentimiento, el perdón es una actitud

Perdonar es decisión alineada a la voluntad de Dios, no reacción emocional. Las emociones suelen alcanzar después a la obediencia.

El perdón no minimiza el daño, pero rompe la cadena del rencor. Es posible porque fuimos perdonados primero.

Da pasos concretos: ora por quien te ofendió, renuncia a la venganza y, si es prudente, busca reconciliación.

13 – Si usted es un hijo del Rey nada en este mundo le puede satisfacer, la satisfacción está en las cosas de arriba

El nuevo nacimiento cambia el apetito del alma. Los tesoros eternos superan a los placeres temporales.

La insatisfacción con lo terrenal no es cinismo; es señal de ciudadanía celestial. Buscamos las cosas de arriba, donde está Cristo.

Invierte en lo que permanece: santidad, amor, evangelización, servicio. Ahí hay gozo verdadero.

14 – Nadie fue nunca capaz de resistir a la predicación del Evangelio. Ellos se rebelarán contra él como animales furiosos o serán convertidos

El evangelio exige respuesta: rechazo o fe. Su contenido confronta orgullo, ídolos y autonomía.

No todos creerán, pero nadie queda igual. La Palabra no vuelve vacía: juzga o salva.

Predica con fidelidad y compasión. Dios da el crecimiento; nosotros obedecemos el envío.

15 – Cada religión del mundo es una religión de obras. El cristianismo es la única que no requiere obras. Por eso el mundo no la entiende

La gracia escandaliza: salva pecadores sin méritos por la obra perfecta de Cristo. Las obras no ganan favor; evidencian fe.

El orgullo humano prefiere contribuir algo. El evangelio humilla al hombre y exalta a Dios.

Descansa en la justicia de Cristo y produce frutos por gratitud, no para comprar aceptación.

16 – La evidencia de que un día usted recibió la salvación es que se sigue arrepintiendo y creciendo en Cristo

La conversión genuina deja huellas continuas: arrepentimiento recurrente y progreso en santidad. No es un evento aislado, es una vida nueva.

El arrepentimiento no es solo lágrimas, es cambio de mente y de camino. Crecer en Cristo implica formar su carácter en nosotros.

Evalúa tu caminar: ¿hay corrección del rumbo, amor creciente por la Palabra y victoria sobre pecados? Ahí se ve la obra salvadora.

Conclusión:

Las frases de Paul Washer nos llaman a examinar el corazón, a vivir una fe genuina y a someternos por completo al señorío de Cristo. Cada una de ellas confronta el pecado, expone falsas seguridades y nos recuerda que la vida cristiana no es una fachada religiosa, sino una entrega total a Dios. Que estas palabras nos animen a huir del orgullo, de la superficialidad y de toda forma de idolatría, para abrazar con gozo la verdad del evangelio, crecer en santidad y vivir para la gloria de Aquel que nos salvó.

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