(www.mimejoralabanza.com) — Con motivo al día de la reforma queremos edificarles con lo acontecido en ese tiempo tan glorioso que le llamamos «reforma protestante». Glorioso porque unos cuantos decidieron dar su vida por una causa mayor que sus pequeñas causas temporales, no les importó morir por aquello que ellos creían, sino que se entregaron fielmente creyendo de que aquel a quien ellos servían era poderoso para preservarles para vida eterna. Que corra la misma sangre de la reforma por nuestras venas, llevando el evangelio a cada lugar sin tenerle aprecio alguno a nuestras vidas.
Todos conocemos la historia de uno de los que impulsó la reforma protestante, del cual se dice que Juan Huss profetizó a la hora de ser quemado por la iglesia de roma diciendo:
«Dentro de cien años nacerá un cisne el cual no podréis quemar»
Sobre esto se dice que 100 años después nace en alemania nuestro reformador Martin Lutero, el cual era un monje que se estaba preparando para ser sacerdote. Un día mientras caminaba en horas de la noche, un rayo cayó a su lado. Más adelante en su viaje a roma pudo visualizar cosas las cuales les fueron abriendo la ventana hacia la verdadera Fe.
Cabe destacar que en aquel tiempo la iglesia prohibía la lectura de las Escrituras, ya que para roma el papa era la autoridad máxima y el único que podía interpretar aquello que dice la Biblia. Era como el único comisionado por Dios.
Veamos ahora esas tres cosas que Martin Lutero contradijo de la iglesia católica, las cuales nos servirán mucho para fortalecer nuestra fe:
I-Negación de la autoridad de la Iglesia de Roma
En el tiempo de la reforma la iglesia católica era «la única iglesia». Solo ellos tenían la autoridad de regir, incluso vamos a encontrar que en aquel tiempo existieron papas tiranos. También los papas imponían sus propias leyes, incluso sobre los gobiernos. Eran como reyes religiosos que pretendían tener la autoridad de Dios, pero en realidad no conocían nada acerca del salvador. Y es aquí donde encontramos a un Martin Lutero que Dios le abre los ojos sobre muchas cosas que la iglesia decía pero que en el fondo no eran bíblicas. Entonces Martin Lutero se levanta con el celo de Dios y comienza ha enseñar cosas que para muchos de ellos eran nuevas.
La iglesia católica comenzó a temer a este tipo de cosas, por lo cual no se quedó tranquila, a tal nivel que Martin Lutero tuvo que permanecer un tiempo escondido para no ser eliminado. Pero mientras estuvo escondido estaba preparando una poderosa obra la cual iluminaría los ojos de muchos. Se trataba de la traducción de la poderosa palabra de Dios a un precio módico.
II-Importancia primordial de la Biblia
Cuando Martin Lutero encontró este glorioso libro se dio cuenta que lo primordial es aquello que nos dice la Biblia, no las palabras de los papas los cuales presumían que conocían a Dios. El joven reformado entendió lo que dijo Pablo a Timoteo:
Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia,2 Timoteo 3:16 (RVR1960)
III-Doctrina de la salvación a través de la fe y no de las obras
Algo que produjo un gran choque en la vida de Martin Lutero fue cuando se encontró con este poderoso verso:
38 Mas el justo vivirá por fe;
Y si retrocediere, no agradará a mi alma.
Hebreos 10:38 Reina-Valera 1960 (RVR1960)
La iglesia católica estaba basada en una fe por obras, en la creencia de las indulgencias. Creían que mientras más dinero ofrendaran más rápido sus familias subirían del pulgatorio, y casi todos los feligreses eran engañados a través de este método sutil para construir los templos lujosos del papa. Mas Martin Lutero entendió que nada de esto valía delante de Dios, de que el dinero no podía hacer que las almas subieran del infierno, entendió que el justo viviría por la fe, solo por la fe en Cristo.
Y sostuvo esto tres puntos sin dar un paso atrás, creyendo que no podía negar aquello en lo que había creído.
«Si tuviera mil cabezas, las daría todas a la orca por este glorioso evangelio»
Amemos la palabra de Dios y no la comprometamos con nada, demos nuestras vidas por una causa mayor como lo hizo Martin Lutero y cada uno de los reformadores.
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