Maldito el que hiriere a su prójimo ocultamente

Esta es una orden dada a Moisés para escribir la ley en piedras en el monte Ebal. Este gran líder tenía la responsabilidad de mantener al pueblo alejado de la idolatría y de levantar aquella piedra inscrita con una ley en el monte Ebal.

Después de cruzar el río Jordán, edificarían un altar al Señor en ese lugar, que era la promesa del Señor para el pueblo, un lugar donde fluiría leche y miel. Todo hombre debía cumplir la ley del Señor.

Es por eso que en el verso 24, Moisés dice lo siguiente, advirtiendo al pueblo sobre la idolatría:

24 Maldito el que hiriere a su prójimo ocultamente. Y dirá todo el pueblo: Amén.

Deuteronomio 27:24

En esta orden, el profeta hizo una declaración de maldición contra aquellos que hacen imágenes para ser adoradas. Allí estarán Simeón, Leví, Judá, Isacar, José y Benjamín. Estos mencionados estarán en el monte para pronunciar la maldición. Rubén, Gad, Aser, Zabulón, Dan y Neftalí hablarán, y todo varón de Israel lo hará en voz alta.

En esta declaración, todo hombre que haga una imagen de escultura o fundición será maldecido, y todo el pueblo dirá «amén». Maldito sea el hombre que deshonre a su padre o a su madre, y todo el pueblo dirá «amén».

Si leemos desde el verso 17 hasta el 26, podemos observar las leyes que se establecieron y para que todo el pueblo las obedeciera, ya que de lo contrario, las consecuencias serían graves. Todas estas leyes debían ser aceptadas con un «amén».

Hoy en día, todas las leyes establecidas por nuestro Dios deben ser cumplidas, y si alguien adora alguna imagen o escultura, es importante que se aleje, ya que solo Dios debe ser adorado.

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Cristo se entregó por mis pecados y me vendrá a buscar
Porque Tú eres grande, y hacedor de maravillas
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