¿Qué pasa con todo aquel que pone su vida en las manos de Dios, creyendo que todo puede ser diferente, que todo será posible? Vivirá una vida llena de paz y de bendiciones porque ha crecido en el Señor.
El ser humano busca constantemente llenar su vacío interior. Muchos lo intentan con cosas materiales, con logros personales o con distracciones pasajeras, pero nada de eso puede traer verdadera paz. Solo en Dios se encuentra el descanso que calma el alma y la fortaleza que necesitamos para enfrentar las adversidades. Cuando entregamos nuestra vida al Señor, comenzamos a experimentar una transformación real que va más allá de lo visible, porque es un cambio profundo en el corazón.
Para que pueda pasar un gran milagro en nuestras vidas, debemos creer confiadamente en el Señor, y como dice la santa palabra de Dios: dentro de tu interior correrá un río de agua viva que purificará tu vida y la llenará de paz:
Recordemos que Cristo nos ofrece una paz que el mundo no nos puede dar. Aunque sea difícil el camino, debemos creer y confiar en el Señor con todo corazón, porque a todos aquellos que creen y confían en Él, de su interior correrán ríos de agua viva.
En la vida cristiana hay promesas que nos sostienen día tras día. Una de ellas es esta: que al creer en Jesús, nuestro interior se llena de vida. El agua viva no se estanca, fluye constantemente, limpia, refresca y da vida. Así es la obra de Dios en nosotros. Cuando otros se desesperan, nosotros tenemos esperanza; cuando otros sienten que todo se acaba, nosotros tenemos la certeza de que Dios abre caminos nuevos.
¿Quieres recibir del Señor su palabra, ser purificado y recibir el Espíritu Santo? Cree y confía porque si lo haces entonces vendrá esa palabra a ti, te ayudará y limpiará tu espíritu, pasando con un río de agua viva.
Además, esta invitación no es exclusiva para un grupo selecto. El Señor abre sus brazos a todo aquel que decide creer. No importa el pasado, los errores cometidos ni las culpas acumuladas, porque cuando creemos de corazón, Dios nos hace nuevas criaturas. Su misericordia es tan grande que no hay pecado que no pueda perdonar ni vida que no pueda restaurar.
Querido lector, si hoy sientes sequedad en tu corazón, si experimentas vacío o soledad, recuerda esta promesa de Jesús. Los ríos de agua viva son para ti, son para tu familia, son para quienes deciden confiar en Él. Esa es la verdadera paz que sobrepasa todo entendimiento y que permanece para siempre.
Conclusión: Vivir en Cristo es vivir en abundancia espiritual. No hablamos de riquezas materiales, sino de un estado del alma donde hay gozo, paz y esperanza. La vida en Dios es la única que satisface y la única que permanece. Por eso, no dudes más: entrega tu vida al Señor y permite que de tu interior fluyan ríos de agua viva.