Gozosos de haber sido tenidos por dignos de padecer afrenta por causa del Nombre

Privilegiados somos por el hecho de que el Señor nos haya seleccionado como Sus hijos. No hay mayor honor que haber sido llamados por el Dios Todopoderoso para formar parte de Su familia espiritual. Esta elección no depende de nuestros méritos, sino de Su gracia infinita y de Su amor eterno. Por eso, cuando enfrentemos pruebas o persecuciones por causa de Su Nombre, debemos regocijarnos y mantener la mirada puesta en Cristo. El gozo que proviene del Señor no se basa en las circunstancias externas, sino en la certeza de que somos amados, escogidos y guardados por Él. Alegrémonos en Su presencia, porque el gozo que viene de Dios es eterno y ningún sufrimiento terrenal puede arrebatarlo de nuestros corazones.

Fuimos claramente tomados por dignos, y eso debe llenarnos de humildad y gratitud. El Dios del universo nos escogió con un propósito santo: ser portadores de Su luz en medio de las tinieblas. No fuimos elegidos para vivir cómodamente, sino para manifestar Su gloria a través de nuestras vidas, dando testimonio de Su verdad en todo momento. Dios nos ama profundamente, y en Su soberanía determinó que Su pueblo fuese instrumento de salvación para muchos. Somos llamados a reflejar el carácter de Cristo, a vivir con integridad, y a mostrar a otros el camino que lleva a la vida eterna. Que cada palabra y cada acción nuestra exalten el nombre de Aquel que vive y reina por los siglos de los siglos.

El libro de los Hechos de los Apóstoles nos da un ejemplo poderoso de esta verdad. Allí vemos cómo los primeros discípulos, llenos del Espíritu Santo, predicaban el evangelio con valentía, sin importar las consecuencias. Ellos sabían que seguir a Cristo implicaba renunciar a la comodidad y aceptar el sufrimiento como parte del camino. Desde el principio, Jesús les advirtió que serían perseguidos, rechazados y maltratados por causa de Su Nombre, pero también les prometió Su presencia y Su recompensa eterna. Esa misma promesa sigue vigente para nosotros hoy. No estamos solos en medio de las pruebas; el Señor está con nosotros, fortaleciéndonos para resistir.

Gozosos de haber sido tenidos por dignos de padecer afrenta por causa del Nombre.

Hechos 5:41

Este versículo nos muestra la actitud extraordinaria de los apóstoles después de ser azotados y humillados por predicar a Cristo. En lugar de quejarse o desanimarse, se sintieron honrados de haber sido considerados dignos de sufrir por el Señor. Qué ejemplo tan admirable de fe y entrega. Ellos comprendían que el sufrimiento por causa del evangelio no era una derrota, sino una participación en la gloria de Cristo. Su dolor se transformó en gozo, porque sabían que sus vidas estaban cumpliendo el propósito de Dios. Esa alegría espiritual solo puede experimentarla quien ha entregado su corazón completamente al Señor.

Los apóstoles convivieron con Jesús, aprendieron de Su amor, de Su paciencia y de Su fidelidad. Cuando vino la persecución, no se sorprendieron, porque el mismo Maestro les había dicho: “Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán” (Juan 15:20). Ellos aceptaron con gozo lo que muchos considerarían una desgracia, porque entendieron que sufrir por Cristo es un privilegio reservado para los verdaderos discípulos. Su fe fue probada en el fuego de la oposición, pero el fuego no los consumió, sino que los purificó. Así también nosotros, cuando atravesamos dificultades, debemos recordar que cada prueba fortalece nuestra fe y nos acerca más al Señor.

Durante sus predicaciones, los apóstoles fueron azotados, encarcelados y amenazados, pero nunca se rindieron. Ellos sabían que las cadenas terrenales no podían detener el poder del evangelio. A través de sus padecimientos, muchos llegaron a conocer la verdad y el Reino de Dios se extendió por toda la tierra. Esa misma misión continúa hoy. En muchos lugares del mundo, nuestros hermanos siguen siendo perseguidos por causa del Nombre de Jesús, y aun así permanecen firmes, porque saben que su recompensa está en los cielos. Cristo dijo: “Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos” (Mateo 5:10).

¿Estás tú pasando algún tipo de persecución por causa de Su Nombre? No te desanimes. No dejes de predicar ni de vivir conforme a la verdad. Recuerda que lo que hoy parece doloroso será mañana motivo de gozo eterno. El Señor ve tus lágrimas, escucha tus oraciones y te sostiene con Su poder. Cada afrenta, cada rechazo y cada palabra de burla que recibas por servirle será recompensada con gloria en Su presencia. Dios está contigo, así como estuvo con los apóstoles y con todos los que le son fieles. Mantén tu corazón firme, persevera en la fe y sigue proclamando Su Nombre sin temor. Porque ser contado entre los que sufren por Cristo es uno de los mayores privilegios que un creyente puede tener. Y al final de la carrera, oirás las palabras más hermosas: “Bien, buen siervo y fiel… entra en el gozo de tu Señor.”

No se turbe vuestro corazón
Dad gracias en todo