El deber de cada persona que conoce y anda en el camino del Señor, es seguir firme las pisadas del Maestro, andar bajo la voluntad de Dios.
Fuimos seleccionados para seguir Sus pisadas, para llevar este ejemplo y Su palabra por todo el mundo, hablar del grande testimonio del Señor a toda criatura, aun aquellas que no le conocen.
Hay algo que debemos entender cada día y es que Jesús vino a este mundo para ser ofrecido como un cordero en sacrificio por nuestros pecados. Esa fue la principal función de Cristo en esta tierra. Y nosotros, ¿cuál es nuestro deber como cristianos? Pedro nos habla del deber del cristiano, y cuál es su función en esta grande obra:
Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas;
1 Pedro 2:21
Pedro nos está hablando claramente sobre seguir este camino, no es fácil, recordemos que el mismo Jesús fue maldecido en varias ocasiones, pero Él nunca respondía con la misma palabra, sino que encomendaba al Padre estas acciones de las personas.
Fuimos llamados para continuar esta grande misión, seguir y tomar la palabra y llevarla a donde quiera que Dios nos envíe, y no debemos tener miedo porque Jesús está con nosotros.
Hermanos, no temamos en nada, estemos gozosos cuando por causa de Jesús nos critiquen, nos maldigan, nos maltraten. Sigamos Sus pasos, que si Él murió por nuestra causa, nosotros también en Su nombre seguiremos Sus pisadas hasta el día que nos venga a buscar.
Palabras finales
Seguir las pisadas de Cristo no es una tarea ligera, es un llamado de amor y de entrega total. El Maestro nos mostró un camino que no siempre es cómodo, pero sí es glorioso. Caminar tras Él implica negarnos a nosotros mismos, tomar nuestra cruz cada día y perseverar a pesar de las dificultades. Es un camino que pasa por el servicio, la humildad y el perdón, pero que culmina en la victoria eterna junto a nuestro Salvador. Jesús no solo nos dejó un ejemplo moral, sino una senda espiritual que transforma por completo nuestra manera de vivir y de pensar. Él nos enseña que seguirle es más que imitar Sus obras: es reflejar Su carácter en cada aspecto de nuestra vida.
Cada paso de Cristo fue guiado por amor y obediencia al Padre, y esa debe ser también nuestra guía. Seguir Sus pisadas significa amar cuando somos rechazados, perdonar cuando somos heridos, servir cuando nadie más lo hace y mantenernos firmes cuando las pruebas arrecian. En un mundo que a menudo se aleja de los principios del Evangelio, caminar como Cristo caminó es una luz que brilla en medio de la oscuridad. Es una invitación a ser diferentes, a no responder al mal con mal, sino con bien, y a recordar que nuestro galardón no está en la tierra, sino en los cielos.
Así que, amados hermanos, no desmayemos. Sigamos fielmente las huellas del Maestro, que fueron marcadas con sangre, amor y sacrificio. Que nuestras vidas sean un reflejo de Su ejemplo y que podamos decir con convicción: “Ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí”. Si caminamos tras Sus pasos con fe y perseverancia, un día escucharemos Su voz diciendo: “Bien, buen siervo y fiel, entra en el gozo de tu Señor”. Esa será la mayor recompensa para todos los que siguieron fielmente las pisadas del Hijo de Dios.