No descuides el don que hay en ti

Pablo era una especie de guía espiritual para Timoteo, por ende, lo aconsejaba como un padre aconseja un hijo, pues, recordemos, que Timoteo pertenecía al ministerio, incluso, este era un joven pastor muy dedicado a la obra del Señor.

A continuación algunos consejos del apóstol para el joven pastor Timoteo que nos pueden servir a nosotros para cuidar bien de las cosas del Señor:

14 No descuides el don que hay en ti, que te fue dado mediante profecía con la imposición de las manos del presbiterio.

15 Ocúpate en estas cosas; permanece en ellas, para que tu aprovechamiento sea manifiesto a todos.

16 Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren.

1 Timoteo 4:14-16

No descuides el don que hay en ti

La parábola de los talentos nos enseña esto: a no descuidar el don que se nos ha dado. Timoteo tenía un don, el cual le fue impuesto mediante la imposición de manos. De manera que Pablo, en este pasaje, le recuerda aquel momento sagrado cuando fue ordenado como ministro y lo exhorta a no descuidar ese llamado.

Dios quiere que cuidemos cualquier don que tengamos, que lo desarrollemos y multipliquemos, que saquemos lo mejor de aquello que Él ha depositado en nosotros. Todo lo que tenemos —nuestras habilidades, nuestra voz, nuestro talento, nuestra fe— es un préstamo del Señor, y debemos usarlo dignamente para Su gloria.

Ocúpate en estas cosas; permanece en ellas

Timoteo era un ministro ordenado del Señor, y debía ocuparse de sus tareas con firmeza. Pablo se lo recuerda con cariño pastoral. “Ocúpate”, le dice, es decir: no seas un espectador de la obra de Dios, sé parte activa. A veces Dios nos llama, pero nosotros postergamos el llamado, dejamos que las responsabilidades terrenales apaguen la llama del ministerio. Pablo nos recuerda que el servicio a Dios debe tener prioridad sobre cualquier otra cosa.

Además, dice “permanece en ellas”, lo que significa que no basta con empezar con entusiasmo, sino perseverar hasta el final. Hay quienes comienzan sirviendo con amor, pero luego se desaniman por las críticas o por la falta de reconocimiento. Sin embargo, el que sirve para Dios y no para los hombres, persevera aunque nadie lo vea, porque su recompensa viene del cielo.

Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina

Uno de los puntos esenciales de un hombre y una mujer de Dios es nunca creer que está fuera de peligro o que ya lo sabe todo. Cuando el ministro confía demasiado en sí mismo, puede caer fácilmente en orgullo o en error. Por eso Pablo le dice a Timoteo que tenga cuidado de sí mismo, es decir, de su vida espiritual, su testimonio y su carácter. Un líder puede tener buena doctrina, pero si su vida no refleja a Cristo, sus palabras perderán peso.

Pablo también añade: “y de la doctrina”, porque un siervo de Dios debe ser vigilante en lo que enseña. Vivimos tiempos donde muchos alteran el mensaje bíblico para agradar a los hombres o para adaptarlo a las modas. Pero el obrero fiel mantiene firme la verdad del Evangelio sin añadirle ni quitarle nada. Cuidar la doctrina es cuidar la salud espiritual del pueblo de Dios.

Palabras finales

Amados hermanos, este consejo que Pablo dio a Timoteo sigue siendo una guía para todos los que servimos a Cristo en cualquier área. No importa si predicamos, cantamos, evangelizamos o ayudamos en silencio; todos hemos recibido un don y debemos usarlo con fidelidad. No dejemos que el cansancio o la rutina apaguen el fuego del Espíritu en nosotros.

Dios sigue buscando hombres y mujeres dispuestos a cuidar de la doctrina, a mantener el corazón puro, a vivir lo que predican. Como Pablo, cuidemos de nosotros mismos, de nuestra comunión con Dios, y de la verdad del Evangelio. Perseveremos, porque si lo hacemos, no solo nos salvaremos a nosotros mismos, sino también a quienes escuchan nuestras palabras y observan nuestro testimonio.

Que este pasaje de 1 Timoteo 4:14-16 sea una lámpara que guíe nuestro servicio, un recordatorio constante de que todo lo que hacemos debe ser para el Señor y bajo Su dirección. No descuides el don que hay en ti. Ocúpate en las cosas de Dios. Permanece fiel. Cuida tu corazón y tu doctrina. Y así, el día que el Señor te llame, podrás oír Sus dulces palabras: “Bien, buen siervo y fiel; en lo poco fuiste fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu Señor”.

Hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús
A Dios pertenecen la gloria y el imperio por los siglos de los siglos