Creados en Cristo Jesús para buenas obras

¿Te preguntas cuáles son las buenas obras en el Señor y que fueron preparadas por Dios? Somo creados por nuestros Dios para que demos buenos frutos en el camino, fuimos llamados para que pudiéramos hacer buenas obras bajo la voluntad divina de Dios.

Somos creados por Él, somos cuidados por Él, porque desde los cielos nos ve y nos manda de Su Santo Espíritu para que podamos avanzar en el camino, ayudándonos a aumentar nuestra fe, fe que que a veces, debido a las muchas dificultades se presentan en el camino, en algún momento tiende a disminuir y en ciertas ocasiones hasta dudamos del propósito de Dios.

Para seguir en la obra que se nos ha mandado a cumplir por nuestro Dios, debemos tener paciencia, mansedumbre, amor, fe y esperanza, cada una de estas cosas nos ayudaran a continuar en la obra poderosa de Dios.

Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.

Efesios 2:10

Como cristianos y fieles seguidores de Cristo es bueno llevar la obra de Dios correctamente. Estas obras nos hace entender que nuestro Dios nos valida de que estamos llevando un buen camino.

El apóstol Pablo en esta carta dice lo siguiente y que a la vez se muestra de acuerdo con lo que dice Santiago. Es muy cierto que las obras no son el factor determinante de la salvación como muchos piensan, pero a través de esas obras, podremos probar nuestra fe y así seguir en el camino de Cristo.

Las buenas obras no deben verse como un mecanismo para obtener méritos delante de Dios, sino como una consecuencia natural de una vida transformada por el Espíritu Santo. Cuando Cristo entra en el corazón de una persona, produce un cambio que se refleja en su manera de hablar, de actuar, de pensar y de relacionarse con los demás. Cada obra realizada con amor y obediencia a Dios se convierte en un testimonio vivo de Su gracia en nosotros.

Podemos recordar las palabras de Santiago cuando nos dice que la fe sin obras está muerta. Esto no significa que nos salvamos por lo que hacemos, sino que las obras demuestran que la fe que decimos tener es genuina. El cristiano que ha conocido al Señor no puede permanecer indiferente ante las necesidades de los demás, sino que se siente impulsado a extender su mano y compartir lo que ha recibido del cielo.

Las buenas obras también son variadas. No siempre se trata de grandes hazañas, sino de gestos sencillos como visitar a un enfermo, consolar a un afligido, ayudar al necesitado, enseñar la Palabra a quienes no la conocen, o simplemente dar un consejo sabio en el momento oportuno. Todo aquello que hacemos en obediencia a Dios, con un corazón humilde y sincero, es tomado en cuenta por Él y se convierte en un fruto agradable delante de Su presencia.

Jesús mismo dijo que al dar un vaso de agua a uno de los más pequeños en Su nombre, lo estábamos haciendo a Él. Esta enseñanza nos muestra que ninguna obra realizada en fe es insignificante. Cada acción hecha en amor tiene un valor eterno, aunque a los ojos humanos parezca algo pequeño. Dios observa cada detalle y promete recompensar a quienes perseveran en servirle de todo corazón.

Por lo tanto, las buenas obras son una evidencia clara de la fe en acción. Si decimos amar a Dios pero no mostramos compasión, justicia ni amor por los demás, nuestra fe se queda incompleta. En cambio, cuando decidimos vivir conforme al ejemplo de Cristo, cada día se convierte en una oportunidad para brillar en medio de la oscuridad y ser luz para aquellos que todavía no han conocido al Salvador.

Querido lector, recuerda que Dios ya preparó de antemano un camino lleno de obras buenas para ti. No te desalientes cuando enfrentes pruebas, pues es allí donde tu fe se fortalece y tus obras se convierten en un testimonio poderoso. Permite que el Espíritu Santo te guíe, y cada día procura caminar en obediencia. De esta manera, tu vida será una ofrenda de amor a Dios y una bendición para quienes te rodean.

Conclusión: No olvidemos que fuimos creados en Cristo Jesús con un propósito: vivir en santidad y andar en las buenas obras que Dios preparó para nosotros. Que cada acción que hagamos sea para la gloria de Su nombre y para edificación de nuestro prójimo. Así demostramos que nuestra fe no es solo palabras, sino vida transformada que refleja el amor de Dios al mundo.

Seamos sobrios
Habla lo que está de acuerdo con la sana doctrina