Andemos según sus mandamientos

La Biblia es la palabra de Dios, inspirada por el Señor, escrita por personas dirigidas por Él, fieles obreros dedicados, además santos, y que atendían al llamado de Dios.

Estos hombres podían seguir y actuar no importando las consecuencias que pudiesen venir a ellos y a todos los que hacían la obra del Señor, aquellos que escuchaban las voz de Dios, que escribían todo en cuanto el Señor le mandaba.

Seguir Sus palabras, Sus mandamientos, nos hará más sabios y tomaremos siempre el camino correcto que nos llevará a la perfección en el amor y la paz de Dios. Es por eso que en esta epístola de 2 de Juan podemos ver a Juan hablándonos de los mandamientos en el Señor, que andamos bajos ellos:

Y este es el amor, que andemos según sus mandamientos. Este es el mandamiento: que andéis en amor, como vosotros habéis oído desde el principio.

2 Juan 6

Para andar bajo Sus mandamientos, debemos andar con ese amor que proviene del Padre, este amor es la evidencia de que podemos sufrir consecuencias por la causa de Cristo.

Este gran misionero como lo fue Juan, nos habla claramente de estas grandes verdades en cuanto a la palabra de Dios se refiere, nos recuerda que tenemos que obedecer a los mandamientos de nuestro Padre y andar con amor.

Es claro que Juan hiciera este llamado a que tuvieran obediencia en el amor de Cristo, debido a que muchos andaban en un amor vago y que por eso no había tal obedecían en el Señor, o sea haciendo los que ellos quisieran. Es por eso que Juan dice estas palabras, atendamos nosotros también a estas palabras.

La centralidad del amor en la obediencia

El apóstol Juan une de manera inseparable dos realidades que muchos intentan separar: el amor y la obediencia. Para algunos, amar a Dios significa simplemente tener sentimientos religiosos o una disposición emocional hacia lo divino. Sin embargo, la Biblia enseña que el amor verdadero se demuestra en la práctica: “Si me amáis, guardad mis mandamientos” (Juan 14:15). Es decir, el amor no es una idea abstracta, sino una evidencia visible en la vida diaria de los hijos de Dios.

Este llamado de Juan a andar en amor es también un llamado a reflejar a Cristo en nuestro carácter. Cristo mismo cumplió la voluntad del Padre hasta las últimas consecuencias, incluso hasta la cruz. Su amor fue obediente y su obediencia fue amorosa. De la misma manera, el creyente está llamado a vivir una fe práctica, donde el amor al prójimo y la fidelidad a Dios se expresan en hechos concretos.

El amor como fundamento de la comunidad cristiana

El contexto en el que Juan escribe es importante: la iglesia del primer siglo enfrentaba engañadores, falsas doctrinas y divisiones internas. Por eso, el apóstol insiste en que el amor sea la marca distintiva de los discípulos. No se trata de un amor superficial, sino de un amor que busca la verdad, que corrige con mansedumbre, que exhorta con paciencia y que se mantiene firme en la Palabra de Dios. El amor bíblico no es permisivo con el pecado, sino que, al contrario, lo denuncia y llama al arrepentimiento, siempre con un corazón dispuesto a restaurar.

Juan sabía que sin amor verdadero, la comunidad cristiana se debilitaría. Por eso, nos recuerda que este mandamiento no es algo nuevo, sino que lo hemos oído desde el principio. El mismo Jesús lo resumió al decir: “Un mandamiento nuevo os doy: que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros” (Juan 13:34). Aquí radica la esencia del cristianismo: amar con el amor de Cristo, un amor sacrificial y obediente.

Aplicación para nuestra vida

Hoy más que nunca necesitamos recordar estas palabras. Vivimos en tiempos donde abundan las voces que quieren redefinir el amor según criterios humanos, desligándolo de la verdad de Dios. Pero el verdadero amor nunca está en contra de la Palabra, porque Dios es amor y Él mismo nos ha dado mandamientos para nuestro bien. Amar y obedecer son dos caras de la misma moneda en la vida cristiana.

Amado hermano, examina tu vida: ¿estás obedeciendo a Dios en todas las áreas? ¿Tu amor hacia el prójimo refleja el amor de Cristo? No se trata solo de palabras, sino de hechos concretos: perdonar al que te ofendió, ayudar al necesitado, orar por el que te persigue, vivir en integridad aunque nadie te vea. Ese es el amor del cual habla Juan, el amor que transforma, que edifica y que muestra al mundo quiénes son verdaderamente los discípulos de Jesús.

Que el Señor nos conceda la gracia de andar en Sus mandamientos y de manifestar un amor genuino, firme en la verdad, constante en la fe y lleno de misericordia. Así seremos obedientes al mandato eterno: andar en amor como lo hemos oído desde el principio. Amén.

Ten misericordia de mí, oh Jehová; Porque a ti clamo todo el día
El Señor no tendrá por inocente al culpable